Agua y fuego, un grito de la madre tierra

El día 1 de septiembre hemos celebrado la 17ª Jornada Mundial de oración por el cuidado de la creación y, en esta fecha hemos empezado el Tiempo de la Creación de este año que culminará el día 4 de octubre con la fiesta de san Francisco de Asís.

En su mensaje el Papa Francisco, haciendo referencia a sus predecesores, invita a vivir este tiempo como una oportunidad para cultivar nuestra conversión ecológica y, así, responder a la que ya el Papa Pablo VI llamó una catástrofe ecológica.

Este año 2022, el Tiempo de la creación adquiere un significado especial, sobre todo en las regiones del hemisferio norte del planeta afectadas, en estos meses de verano, por un calor tórrido, una grave sequía y los daños provocados por los numerosos incendios que han destruido hectáreas y hectáreas de áreas verdes y cultivadas, causando ingentes daños a personas y cosas. Por contrapartida, en los lugares donde ha llegado la perturbación atmosférica que traía la lluvia, han sido grandes los destrozos provocados por el agua caída torrencialmente que, penetrando en terrenos impermeabilizados por la sequía, ha seguido su curso irrumpiendo con violencia sobre todo lo que encontraba en su camino.

A los daños causados por el agua, bien sea por su ausencia como por su abundancia, se han sumado los que han sido provocados por los incendios que, lamentablemente, muchas veces se han producido por descuido del hombre.

Después de una pandemia todavía no superada, la humanidad sigue viviendo experiencias de dolor que a veces son efecto del curso natural de la vida del planeta que el hombre no puede dominar, como son la sequía o las inundaciones y, otras veces, se debe a la agresividad de quienes se mantienen insensibles al “coro de clamores amargos” que se elevan de la Tierra y de la humanidad y sigue descuidando el gran tesoro puesto en nuestras manos por el Creador. Que esta nueva experiencia de dolor contribuya a que los hombres aúnen fuerzas para saldar la “deuda ecológica” que han contraído maltratando la tierra con nuestros estilos de vida no siempre respetuosos con la creación.

 

 

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