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Día Internacional de la Mujer

Cada 8 de marzo, el mundo y la Iglesia conmemoran el Día Internacional de la Mujer. Este acontecimiento, cuyos orígenes datan de principios del siglo XX, debe interpelar a las naciones para que fortalezcan las condiciones que garanticen la participación de la mujer en todos los espacios sociales. 

En el marco de esta conmemoración de las diferentes luchas femeninas, queremos compartir un texto del Padre Javier Leoz, actual pastor de la Parroquia de San Lorenzo, ubicada en el Casco viejo de la ciudad de Pamplona, en Navarra – España. 

 

BIENAVENTURANZAS DE LA MUJER
  • Bienaventurada la mujer que decide qué hacer y cómo hacer… Porque se sentirá representante y no solo representada.
  • Bienaventurada la mujer que no solo lucha por un día…  Porque caerá en la cuenta de que todos los días del año son una llamada a trabajar por sus derechos y obligaciones.
  • Bienaventurada la mujer que lejos de faltarle valor emprende cualquier acción para no ver su conquista difícil…Porque comprobará que su voz será oportunamente certera y tenida en cuenta.
  • Bienaventurada la mujer que es consciente del camino recorrido… Porque ello le animará a superar los obstáculos que todavía quedan por salvar en igualdad, oportunidades y condiciones.
  • Bienaventurada la mujer que no se siente ni un lujo y menos un jarrón de adorno… Porque seguirá exigiendo, no una limosna, y sí aquello que en dignidad y justicia le corresponde.
  • Bienaventurada la mujer que descubre que no es ni “menos ni más” sino que es un “igual”… Porque hará lo indecible para que nada ni nadie pueda infravalorar ni arrebatarle su iniciativa y dinamismo.
  • Bienaventurada la mujer que se revuelve contra la violencia doméstica y denuncia sin miedo ni temblor los maltratos que la humillan… Porque hará visible y comprensible el trecho que existe por el logro de sus derechos fundamentales.
  • Bienaventurada la mujer que lee y escribe, estudia y se forma, cree y ama, ríe y perdona, acompaña y ayuda, celebra y trabaja, la aventurera y la valiente, la emprendedora y justa...Porque será semilla y punto de referencia para aquellas otras que, aún en medio de los logros conseguidos, no pueden hablar ni sonreír, trabajar o triunfar, decidir o aconsejar, por ser postergadas a un segundo plano o al silencio que amordaza.
  • Bienaventurada, la mujer, que cuando le faltan fuerzas en la tierra… sabe mirar al cielo y escuchar la voz de DIOS: “Yo estaré contigo todos los días, en todos tus afanes”
  • Bienaventurada la mujer que, contemplando a María, no le importa como a ella romper moldes e ir contra corriente para irrumpir, también como ella, en la historia.   Amén.
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La crisis de Ucrania en el corazón de la Iglesia

La Iglesia no aparta sus ojos de la difícil situación que vive Ucrania. El peligro ante una posible invasión por parte de Rusia continúa levantando tensiones a nivel internacional.  Esta situación se ha visto provocada debido a las exigencias de Rusia a la OTAN y Estados Unidos para que ninguna ex república soviética se una a la alianza occidental.     

Mons. Dionisio Lachovicz, el Obispo de los católicos ucranianos en Italia, mostró la gran preocupación con la que los fieles de esta nacionalidad están viviendo el conflicto entre su país y Rusia. En declaraciones a Vatican News, señaló que la tensión que se está viviendo es “altísima” y aseguró que “no podemos hacer otra cosa que rezar, con la esperanza de que nuestros líderes políticos puedan encontrar una solución diplomática”. 

El Prelado dijo que la causa de todo “es la lógica imperialista” que hace que demos “un paso atrás, en lugar de dar un paso adelante y buscar el diálogo”.  El Obispo de los ucranianos en Italia aseguró que Ucrania “es el único país verdaderamente democrático de la antigua Unión Soviética”, algo que “no es bueno a los ojos de los demás, por eso hay un deseo de destruir”.

 

Mons. Dionisio Lachovicz advirtió que Ucrania ya pasó la experiencia de la guerra “que hizo que casi siete millones de ucranianos murieran de hambre”. Ante esto, el Prelado aseguró que “la vida cristiana es ayuda, participación y dar la vida por el otro”, por lo que “no se puede llamar cristianos a los que predican la cultura de la muerte y la guerra”.

Por su parte el Nuncio Apostólico en Ucrania pidió “construir un mayor entendimiento entre las Iglesias”, ya que “cuanto más unidos estemos, más fuertes seremos por dentro y más capaces seremos de dar un testimonio del Evangelio a los demás”.  

Del mismo modo, el embajador de Ucrania ante la Santa Sede, Andriy Yurash, lamentó desde Kiev que estamos viviendo “una situación terrible, no sólo para Ucrania, sino también para Europa y para el mundo entero”. 

“El pueblo ucraniano está más unido que nunca. Aquí se respira un ambiente de gran solidaridad”, señaló el embajador, quien agradeció las palabras del Papa Francisco y su llamado por la paz.  “El apoyo espiritual del Papa Francisco es vital para nosotros. La Santa Sede se ofrece a hacer de mediadora, la iniciativa ya existe y agradecemos mucho esta disponibilidad”, aseguró. 

El pasado 8 febrero el Papa Francisco recibió en el Vaticano al Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy; la audiencia privada entre el Santo Padre y el Presidente de Ucrania duró media hora. Al final del encuentro, el Pontífice regaló al Presidente Zelensky un medallón de San Martín de Tours quien el Papa indicó “ayudaba a las personas necesitadas y en dificultad” por lo que añadió que “en una situación difícil como la guerra, espero que San Martín proteja a su pueblo”.

Desafortunadamente, lo que se temía desde hace días ha sucedido y el mundo es testigo de una nueva guerra. Durante la noche del 24 de febrero, Rusia lanzó operaciones militares en territorio ucraniano. Las explosiones y las sirenas de alarma empezaron a oírse al amanecer incluida la capital, Kiev. Miles de personas, mujeres y niños, huyen de la guerra, buscando un lugar más seguro en los países fronterizos, entre los que se encuentran Polonia y Eslovaquia. A pesar de la amenaza del presidente Putin que ha afirmado: “Cualquiera que intente crear obstáculos e interferir con nosotros sabe que Rusia responderá con consecuencias sin precedentes”, se ha creado una red inmensa de solidaridad para acoger a los prófugos de guerra, en la que también nuestras hermanas se hacen presentes. 

Se mantiene la esperanza que después del encuentro entre la delegación de Rusia y Ucrania, se pueda llegar por vía del diálogo y la buena voluntad, a una solución pacífica para el bien de todos que ponga fin al conflicto armado. Mientras tanto, millones de personas en muchos rincones del mundo, se manifiestan en contra de esta guerra absurda. 

Nos gustaría poder publicar noticias de paz y reconciliación en la próxima ocasión. El Papa Francisco invitó a todos a una jornada de ayuno y oración el 2 de marzo, miércoles de ceniza. Que nuestra oración incesante y confiada por la paz, alcance este don tan preciado y escaso en nuestro mundo.

Fuente: Aciprensa

Foto: Vatican Media

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24/7 en Familia

Cuando se piensa en la familia, es fácil recordar miles de situaciones que acompañamos, escuchamos y que incluso vivimos dentro de nuestros propios entornos familiares. Nuestra espiritualidad, justamente enraizada en el seno de la Familia de Nazaret nos reclama esa presencia, esa palabra y ese gesto siempre oportuno y necesario en un escenario tan importante como es el entorno familiar en la vida humana.

Se ha querido llamar este artículo 24/7 EN FAMILIA, para representar analógicamente que la vivencia familiar involucra la totalidad del ser. Entrar y salir, matizar el tiempo en casa con el tiempo fuera, es lo propio de la vida y a lo que usualmente se suele llamar cotidianidad, y se compone de actividades, hábitos, costumbres, idiosincrasias y formas de llevar adelante las obligaciones, rutinas, tiempo de esparcimiento y afecto. Lo cotidiano está armado de una infinidad de pequeños detalles que se vuelven naturales hasta tal punto que se hacen imperceptibles, se tornan tan invisibles y corrientes que pueden llegar a automatizarse.

Solo cuando por alguna razón, se atraviesan situaciones realmente cruciales como es el caso de la pandemia para estos tiempos; también cuando se vive un accidente, una pérdida, o cualquier otro evento que interrumpe el rumbo de la vida cotidiana, se constata que estamos apegados a nuestras costumbres.

Entrar y salir como ya se ha dicho, fue lo común de nuestra vida, pero ¿qué pasa cuando por obligación no se puede salir o simplemente la vida impone precipitada y hostilmente cambiar hábitos y ritmos de vida?

Cada familia tiene sus fortalezas y valores de los que sentirse orgullosa; ellos son motivo para experimentar gratitud e incluso satisfacción. Pero también puntos débiles, zonas difíciles de conflicto y problemáticas con las que lidiar. Por tanto, en estos tiempos es mejor darse una tregua de lo pendiente y de lo que querrán modificar y dar paso a la paciencia, comprensión y alegría.

Para todos los seres humanos la familia es el elemento identitario que marca y define casi por completo su modo de estar en el mundo, sus valores, manera de relacionarse e incluso, sus opciones de conciencia. Ya sea porque se ha tenido el privilegio de crecer en una familia vinculante que ofrece una base segura como apoyo a la autoafirmación del yo en la etapa infantil, preadolescente y/o juvenil, porque ofrece respaldo a los ideales de vida, seguridad emocional y solvencia económica a las necesidades vitales de un ser humano. O en su defecto, porque en ella se prescinde de todo lo anterior y por ello se enfrenta la vida con miedo, desamparo, rabia o dolor. 

La pertenencia siempre será una necesidad vital que urge suplir no solo en orden a lo material sino, además, que proporciona contención emocional. Se puede ser padres, hijos o hermanos; en cualquier rol que se esté ubicados será necesario experimentarse parte de una familia 24/7, es decir, de tiempo completo, y sin perder de vista la individualización y el proyecto personal, encontrar allí la solidez humana que garantiza una vida llena de sentido y de valor.

No se puede hablar aún de la pandemia en tiempo pasado, porque es evidente que aún se está enfrentando a un cúmulo de situaciones y amenazas con las que este hecho histórico ha cambiado el ritmo cotidiano de la vida. Pero algo sí se puede decir al respecto: situaciones como ésta, ya han dado la oportunidad de releer e interpretar muchos aspectos de la vida, que las costumbres y rutinas no permitían notar. 

“Los humanos con frecuencia somos así; en las situaciones más difíciles solemos encontrar recursos que ni sospechábamos que teníamos, y también es frecuente que en los momentos de horror surja lo maravilloso, como esas flores que crecen en las piedras” (Rodríguez, s.f). 

Es hora de mirar desde dentro hacia fuera todos los insospechados recursos que ha suscitado este tiempo y aunque cada familia tiene su propia y singular manera de llevar la vida, y por supuesto, que esto vale también para los días normales lejos de la pandemia o dentro de ella, en definitiva, no debería hablarse de fórmulas mágicas para que el tiempo juntos sea “ideal”. Lo que sí podría referirse al respecto es que deber ser tiempo de calidad 24/7 no simboliza todo el tiempo que se debería estar juntos, sino mejor aún, todo el tiempo en el que hemos de sentirnos  “parte de…”  Ninguno debería quedar por fuera del diálogo, de la escucha, del abrazo y de la comprensión necesaria para que allí encuentre el amor incondicional que en otros ámbitos suele estar siempre condicionado.

Hna. Sandra Milena Velásquez Bedoya, tc

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Mensaje para la Jornada Mundial de la Vida Consagrada 2022

«CAMINANDO JUNTOS»

La vida consagrada está en el corazón mismo de la Iglesia» (Vita consecrata, n. 3). Son las palabras de la exhortación apostólica postsinodal sobre la vida consagrada que, recogiendo el rico caudal de la herencia conciliar, ha marcado, como brújula segura, el camino de todos los consagrados en los últimos veinticinco años. Como don precioso y necesario para todos los cristianos, la vida consagrada despliega su ser en la vida, la santidad y la misión eclesial.

Siguiendo la estela del Concilio Vaticano II, el papa Francisco ha emplazado a todo el pueblo de Dios a situarse en «modo sinodal» convocando un Sínodo bajo el título «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión», que culminará en octubre de 2023. La mirada está puesta en «encaminarnos no ocasionalmente, sino estructuralmente hacia una Iglesia sinodal». La razón ya la había explicado el Papa unos años atrás: «El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio». Y la Iglesia «no es otra cosa que el “caminar juntos” de la grey de Dios por los senderos de la historia que sale al encuentro de Cristo el Señor».

En un sentido amplio y de modo más genérico, la sinodalidad vendría a designar: «El estilo peculiar que califica la vida y la misión de la Iglesia expresando su naturaleza como el caminar juntos y el reunirse en asamblea del pueblo de Dios convocado por el Señor Jesús en la fuerza del Espíritu Santo para anunciar el Evangelio. Debe expresarse en el modo ordinario de vivir y obrar de la Iglesia. Este modus vivendi et operandi se realiza mediante la escucha comunitaria de la Palabra y la celebración de la eucaristía, la fraternidad de la comunión y la corresponsabilidad y participación de todo el pueblo de Dios, en sus diferentes niveles y en la distinción de los diversos ministerios y roles, en su vida y en su misión».

Los consagrados son «buscadores y testigos apasionados de Dios» en el camino de la historia y en la entraña de la humanidad. Caminar juntos es un ejercicio de necesidad y una experiencia de belleza. La necesidad nace de la exigencia de la Iglesia de fortalecer las sinergias en todos los ámbitos de misión. La belleza brota al contemplar el testimonio de quienes son llamados por la misma vocación a vivir en fraternidad y dar la vida por el reino al servicio de los hermanos.

De este modo, recogiendo la invitación del papa Francisco, la XXVI Jornada de la vida consagrada lleva por lema «La vida consagrada, caminando juntos». Al evocar la categoría camino, no podemos sino volver nuestra mirada al mismo Jesús que se proclamó «camino, verdad y vida» (Jn 14, 6), recorrió el camino de subida a Jerusalén hasta la cruz para establecer una nueva alianza entre Dios y los hombres (Lc 9, 51) y, una vez resucitado,  «se puso a caminar con ellos» (Lc 24, 15) para descubrir a los discípulos la verdad de la Palabra, la fuerza del sacramento y el dinamismo de la misión. Recogiendo la experiencia del Señor, la fe de los primeros cristianos fue identificada como «el camino» y en los primeros pasos de la comunidad apostólica tenemos ya un referente fundamental en el Concilio de Jerusalén (Hch 15), donde las categorías camino, discernimiento e Iglesia encontraron su punto de encuentro y llegaron así a cristalizar en la doctrina de los Padres: «Sínodo es nombre de Iglesia».  

Para la vida consagrada, la invitación a caminar juntos supone hacerlo en cada una de las dimensiones fundamentales de la consagración, la escucha, la comunión y la misión.

Caminar juntos en la consagración significa ser conscientes de la llamada recibida, la vocación compartida y la vida entregada. En el fondo, supone darse cuenta de que a Dios solo se le encuentra caminando. Solamente cuando nos ponemos en búsqueda (Tu rostro buscaré, Señor) y nos dejamos encontrar por él, se produce el encuentro milagroso entre la llamada divina por pura gracia y la respuesta humana total, absoluta y sin condiciones. Compartir el camino como peregrinos de la eternidad recuerda a todos la fuerza de la dimensión profética de la vida consagrada, que encuentra su fuente en la sequela Christi y en la fuerza de la fidelidad de saber por quién han sido llamados y de quién se han fiado (cf. 2 Tim 2, 12). Cuando las personas llamadas a una especial consagración son capaces de desplegar esta confianza plena en Dios, entonces es posible que sean una voz y una interpelación «para despertar al mundo». La convicción de que este tiempo sinodal es tiempo de gracia y tiempo del Espíritu anima a todos los consagrados a fortalecer la consagración viviendo este momento como una oportunidad de encuentro y cercanía con Dios y los hermanos.

Caminar juntos en la escucha de la Palabra de Dios. Este camino común para encontrar a Dios solo se puede hacer desde la escucha, que es otra de las claves fundamentales de la sinodalidad: «Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha, con la conciencia de que “escuchar es más que oír”». Agudizar el oído para escuchar al Espíritu, a los hermanos con los que se comparte la vida y a la humanidad herida con sus gozos y tristezas es la mejor garantía para caminar juntos por las sendas de la fidelidad a la propia vocación. La vida consagrada, que nace de la escucha de la Palabra y acoge el Evangelio como norma de vida, puede ser considerada «como una “encarnación” de la misma Palabra de Dios escuchada, meditada e interiorizada». Es tiempo de intensificar la oración, que es, para toda vida cristiana, como el aire que necesitan nuestros pulmones. Por su parte, la verdadera escucha requiere de tres condiciones: reciprocidad, respeto y compasión. Se hace necesaria siempre sincera comunicación, empatía hacia el otro y apertura de corazón para recibir la verdad que nos pueda comunicar. Solo así, los consagrados pueden encontrar los caminos de un genuino crecimiento y convertirse en testimonio interpelante en medio de la sociedad, que en ocasiones cierra sus oídos a la voz de Dios y al grito de los más débiles.

Caminar juntos en la comunión. Los consagrados están llamados a ser en la Iglesia y en el mundo «“expertos en comunión”, testigos y artífices de aquel “proyecto de comunión” que constituye la cima de la historia del hombre según Dios». Esta comunión se ha de manifestar, en primer lugar, con Dios, amado sobre todas las cosas; además, con todos aquellos con los que en la experiencia cotidiana comparten vida, oración y misión configurando así un signum fraternitatis; finalmente, la comunión se extiende a toda la humanidad necesitada de restañar heridas y curar llagas. La comunión eclesial, que no supone uniformidad, es el sello de discernimiento y verificación del camino sinodal. Por eso, caminar juntos en unidad y armonía invita a los consagrados a fortalecer la comunión dentro de las mismas familias carismáticas; con otros institutos favoreciendo la intercongregacionalidad; y, sobre todo, en la Iglesia local, intensificando la implicación y la participación en la vida diocesana.

Caminar juntos en la misión supone descubrir «la dulce y confortadora alegría de evangelizar» (EN, n. 80) y experimentar simultáneamente la alegría de creer y el gozo de comunicar el Evangelio. Sabemos que una Iglesia sinodal es una Iglesia en salida y que la sinodalidad está ordenada a animar la vida y la misión evangelizadora de la Iglesia. La misión en clave sinodal pasa por el diálogo, la escucha, el discernimiento y la colaboración de todos los actores de la acción misionera. Para la vida consagrada, caminar juntos en misión supone reforzar la corresponsabilidad y el compromiso en la misión de la Iglesia local aportando sus dones carismáticos sin perder nunca de vista la disponibilidad a la Iglesia universal. Esta misión que se ha de llevar adelante en comunidad misionera se traduce en múltiples formas, ya sea desde la oración del claustro, la liturgia de la parroquia, la habitación del hospital, la clase de la escuela o en el encuentro a pie de calle. Los consagrados, cada uno con sus dones y carismas, contribuyen a enriquecer la misión de la Iglesia e incluso a posibilitar que la semilla del Evangelio pueda llegar capilarmente a ámbitos mucho más profundos.

Mientras avanzamos en el camino sinodal, damos gracias a Dios por el don de la vida consagrada que enriquece a la Iglesia con sus virtudes y carismas y le muestra al mundo el testimonio alegre de la entrega radical al Señor. Mientras siguen siendo memoria Iesu y signo escatológico, las personas consagradas edifican el Cuerpo de Cristo y son testigos del reino en medio del mundo. De esta manera, soñando juntos, rezando juntos y participando juntos contribuyen decisivamente para que la Iglesia sinodal no sea un espejismo, sino un verdadero sueño que pueda hacerse realidad.

Comisión Episcopal para la Vida Consagrada (escrito por: IGLESIAACTUALIDAD)

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Convocatoria al XXIII Capítulo general Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia

El día 2 de febrero, fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, la Superiora general de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, Hna. Ana Tulia López Bedoya, envió a toda la Congregación la carta convocatoria al XXIII Capítulo general, que se realizará en la Sede de la Curia general en Roma. 

La apertura del Capítulo tendrá lugar el 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen María e igualmente, fiesta de Ntra. Sra. de Montiel, en cuyo Santuario situado en Benaguacil (Valencia) – España, dio comienzo la Congregación el 11 de mayo de 1885. La clausura del Capítulo será el 4 de octubre, solemnidad de san Francisco de Asís. Antes de la apertura del Capítulo, están previstos unos días de retiro espiritual como preparación a este acontecimiento congregacional y eclesial, en el que participarán hermanas procedentes de los diversos países y demarcaciones, donde está presente la Congregación en cuatro continentes. 

El tema elegido para este XXIII Capítulo general es: “Fortalecidas en el Espíritu, abrazamos nuestra realidad y a la humanidad sufriente, avanzando con esperanza en un camino sinodal”, con el lema: “Escuchamos con humildad para avanzar en sinodalidad”.

En su circular, la Hna. Ana Tulia decía a las hermanas:  “el XXIII Capítulo general es la oportunidad de dialogar, escuchar, caminar juntas, e implicarnos en un cambio desde la raíz de nuestros dones y fragilidades para dar respuestas esperanzadoras a quienes caminan con nosotras. Las invito a que todas participemos en la celebración del Capítulo, abriendo los espacios cerrados de nuestro corazón para dejar entrar la luz, la sabiduría y la novedad del Espíritu, única manera de ser mujeres auténticamente sinodales…” 

Acompañemos este tiempo precapitular con nuestra súplica confiada al Señor.

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La devastación del tifón Rai en Filipinas supera lo previsto: es el segundo desastre natural más importante de 2021

El pasado 16 de diciembre de 2021, el tifón Rai (nombre local Odette) azotó las diferentes provincias de Filipinas. La primera recalada fue en la isla de Siargao a la 1:30 p. m., la segunda en la isla de Dinagat a las 3:10 p. m., seguida en el sur de Leyte dos veces a las 4:50 a. m. y 5:40 a. m., y dos veces también en Bohol a las 6: 30 am y 7:30 am. Llegó a Cebú por la noche y tocó tierra a las 22:00 h. Al día siguiente a las 2:00 de la mañana tocó tierra en Negros Oriental. La última recalada de Odette fue en Palawan a las 4:00 de la tarde.

El tifón trajo lluvias torrenciales, vientos violentos; deslizamientos de tierra y marejadas ciclónicas se produjeron en diferentes lugares de Filipinas, pero muy especialmente en los lugares donde tocó tierra. Después del tifón quedaron muchas familias sin casa, perdieron su sustento e incluso algunos de sus seres queridos, hubo escasez de agua especialmente agua potable, no había electricidad y muchos establecimientos quedaron destruidos.

Nuestras dos comunidades de Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia en Negros y en Cebú también se vieron afectadas, se produjeron daños en nuestras casas y no tuvimos electricidad durante casi un mes. Fue una providencia que, en Cebú, recientemente habíamos abierto el proyecto de la estación de agua y hay suficientes reservas de agua potable para la comunidad. Por eso, las hermanas no han tenido problema para conseguir agua potable pero su preocupación era cómo ayudar a otras familias para que también ellas pudieran beber. Como no había electricidad, era imposible que la comunidad produjera agua en ese momento, pero la providencia de Dios nos asistió. Muchas personas se unieron y ayudaron a la comunidad para producir agua a fin de que la gente pudiera beber, obteniendo alrededor de 2000 botellas de agua de 5 galones cada una. Fue un privilegio para la comunidad poder ayudar a las personas que también se vieron muy afectadas por el tifón.

En este momento, Filipinas todavía se está recuperando; aún hay algunos lugares, incluso aquí en Cebú, donde no hay electricidad debido a los grandes daños sufridos, pero la situación es un poco mejor en comparación con el devastador panorama que se observó después del tifón.

Según las investigaciones, el tifón ‘Rai’ dejó al menos 450 muertos a su paso por Filipinas. Y la situación se está viendo agravada además por el avance de la covid-19, que está complicando la respuesta humanitaria, así como por perturbaciones meteorológicas. Por ello, en los próximos días se revisará ese plan humanitario y se ha pedido solidaridad a la comunidad internacional.

Un promedio de 20 tifones azotan Filipinas cada año y el más destructivo fue el supertifón Haiyan -el mayor que ha tocado tierra conocido-, que en noviembre de 2013 golpeó las islas de Samar y Leyte, mató a unas 7.000 personas y dejó a 200.000 familias sin hogar. 

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Escuchar con los oídos del corazón

En la festividad de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, el Vaticano ha hecho público el Mensaje del Santo Padre Francisco para la 56ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que este año 2022 se anuncia con el título «Escuchar con los oídos del corazón”.

El año pasado reflexionamos sobre la necesidad de “ir y ver” para descubrir la realidad y poder contarla a partir de la experiencia de los acontecimientos y del encuentro con las personas. Siguiendo en esta línea, el Papa expresa su deseo ahora de centrar la atención sobre otro verbo, “escuchar”, decisivo en la gramática de la comunicación y condición para un diálogo auténtico.

En efecto, estamos perdiendo la capacidad de escuchar a quién tenemos delante, sea en la trama normal de las relaciones cotidianas, sea en los debates sobre los temas más importantes de la vida civil. Al mismo tiempo, la escucha está experimentando un nuevo e importante desarrollo en el campo comunicativo e informativo, a través de las diversas ofertas de podcast y chat audio, lo que confirma que escuchar sigue siendo esencial para la comunicación humana. 

Continuó diciendo Francisco en su mensaje. A un ilustre médico, acostumbrado a curar las heridas del alma, le preguntaron cuál era la mayor necesidad de los seres humanos. Respondió: “El deseo ilimitado de ser escuchados”. Es un deseo que a menudo permanece escondido, pero que interpela a todos los que están llamados a ser educadores o formadores, o que desempeñen un papel de comunicador: los padres y los profesores, los pastores y los agentes de pastoral, los trabajadores de la información y cuantos prestan un servicio social o político.

El Papa sustento su mensaje de Escuchar con los oídos del corazón, en las páginas bíblicas donde aprendemos que la escucha no sólo posee el significado de una percepción acústica, sino que está esencialmente ligada a la relación dialógica entre Dios y la humanidad. «Shema’ Israel – Escucha, Israel» (Dt 6,4), el íncipit del primer mandamiento de la Torah se propone continuamente en la Biblia, hasta tal punto que san Pablo afirma que «la fe proviene de la escucha» (Rm 10,17). Efectivamente, la iniciativa es de Dios que nos habla, y nosotros respondemos escuchándolo; pero también esta escucha, en el fondo, proviene de su gracia, como sucede al recién nacido que responde a la mirada y a la voz de la mamá y del papá. De los cinco sentidos, parece que el privilegiado por Dios es precisamente el oído, quizá porque es menos invasivo, más discreto que la vista, y por tanto deja al ser humano más libre.

La escucha corresponde al estilo humilde de Dios. Es aquella acción que permite a Dios revelarse como Aquel que, hablando, crea al hombre a su imagen, y, escuchando, lo reconoce como su interlocutor. Dios ama al hombre: por eso le dirige la Palabra, por eso “inclina el oído” para escucharlo.

Sostiene Francisco que por una parte está Dios, que siempre se revela comunicándose gratuitamente; y por la otra, el hombre, a quien se le pide que se ponga a la escucha. El Señor llama explícitamente al hombre a una alianza de amor, para que pueda llegar a ser plenamente lo que es: imagen y semejanza de Dios en su capacidad de escuchar, de acoger, de dar espacio al otro. La escucha, en el fondo, es una dimensión del amor.

Para leer el mensaje completo de la 56ª Jornada Mundial podrás acceder desde el siguiente link:

https://www.agenciasic.es/2022/01/24/escuchar-con-los-oidos-del-corazon-mensaje-de-la-jornada-mundial-de-las-comunicaciones-sociales-2022/

Fotografía tomada del Dicasterio para las comunicaciones 

Tomado de : SIC Agencia (Servicio de Información Católica) 

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¡La Alegría de la Navidad!

“Os anuncio una gran alegría para todo el pueblo: hoy os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (cf. Lc 2,10-11)

Lo dijo el Ángel a los pastores y corrieron aprisa a verlo y celebrarlo junto al Niño en el pesebre con María y José y glorificaron a Dios. También los magos de Oriente, al final de su travesía, “al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría, y vieron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron y ofrecieron dones de oro, incienso y mirra” (cf. Mt 2, 10-11).

La Tradición católica, según los países, nos ha transmitido expresiones, signos y costumbres de alegría y regocijo en la celebración de la Navidad. Aquí en España se ha creado una palabra entrañable: Nochebuena, es la cena de familia, algo íntimo y sagrado. Nochebuena es noche de “villancicos” y noche de la Misa de Gallo, a media noche, aunque en algunos lugares y por circunstancias diversas se va adelantando la hora.

Es sorprendente y agradable, constatar que la Navidad, como tiempo de fiesta y alegría, se ha extendido al mundo entero; sea por motivos comerciales o por algo más, las ciudades se llenan de luces y colores y se multiplican las celebraciones en  familia. En una palabra, Navidad es un tiempo amable y festivo en el mundo actual,  pero, quizá para la mayoría, sin conexión con la fe ni el Nacimiento de Jesús.

Para nosotros, creyentes, la Navidad es Jesús mismo. El motivo de nuestra alegría es la contemplación de la Encarnación: Dios entró en nuestra historia para liberarnos de nuestro pecado y hacernos partícipes de la filiación divina. Él colocó su tienda en medio de nosotros para formar parte de nuestras vidas, sanar nuestras heridas y darnos una vida nueva. La alegría es el fruto de esta intervención de la salvación y del amor de Dios en nosotros.

NAVIDAD, TERNURA DE DIOS

Al Hijo de Dios, hecho uno de nosotros, lo vemos bajo la dulzura y debilidad de un niño recién nacido, y además en la suma pobreza, sensible manifestación de la inmensa ternura de Dios. Ha sido san Francisco de Asís quien vivió intensamente esta dimensión: Con preferencia a las demás solemnidades, celebraba con inefable alegría la del nacimiento del niño Jesús; la llamaba fiesta de las fiestas, en la que Dios, hecho niño pequeñuelo, se crió a los pechos de madre humana. Representaba en su mente imágenes del niño, que besaba con avidez; y la compasión hacia el niño, que había penetrado en su corazón, le hacía incluso balbucir palabras de ternura al modo de los niños. Y era este nombre para él como miel y panal en la boca” (2 Celano 199).

Posteriormente, un seguidor de Francisco, san Buenaventura, escribió en la misma línea y en la espiritualidad medieval de la santa humanidad de Jesús, el opúsculo de Las cinco festividades del Niño Jesús, una de las cuales, la del Santo Nombre de Jesús pasó a la liturgia. Además Francisco, dos años antes de morir, nos deja otro gran testimonio: va a ser Navidad, se encuentra en el pueblo de Greccio, y movido de su gran amor y devoción, representa el Nacimiento de Jesús según los datos evangélicos y con la gente del pueblo: Es el primer Belén viviente, convertido después en tradición cristiana y que es ejemplo visible y palpable de su espiritualidad de la ternura de Dios (cf. 1Cel 84-86).

ALEGRÍA PARA TODOS: Encuentro y Compartir

En el mensaje del ángel se nos dice que esa alegría anunciada es para todo el pueblo, es decir, la alegría de Navidad implica ENCUENTRO, comunicación, gozo compartido, celebración;  no hay fiesta en soledad, la fiesta requiere encuentro de personas para  compartir la vida y compartir los bienes como intercambio de dones.

La Navidad del pobre

Pero, particularmente, en razón de nuestra fe, del amor y la justicia, la alegría ha de llegar a los más pobres y  necesitados gracias al compartir generoso de todos con lo que cada uno tiene. Es lo que se hace en todas las Parroquias e Instituciones,  “la Navidad del pobre” para que la alegría llegue a todos. Esta es también la sensibilidad de san Francisco: “Quería que en ese día los ricos den de comer en abundancia a los pobres y hambrientos y que los bueyes y los asnos tengan más pienso y hierba de lo acostumbrado. ‘Si llegare a hablar con el emperador -dijo-, le rogaré que dicte una disposición general por la que todos los pudientes estén obligados a arrojar trigo y grano por los caminos, para que en tan gran solemnidad las avecillas, sobre todo las hermanas alondras, tengan en abundancia’” (2 Celano 200). ¡Poesía y mística, sí, que aterriza en acciones concretas!

Y la alegría de la fraternidad

En la sociedad civil, además de los encuentros de familia,  van siendo comunes otros encuentros a nivel de miembros de organizaciones, trabajo… Y es que Navidad es una invitación al encuentro festivo. Como creyentes sería muy positivo preparar esas reuniones en comunidades religiosas, grupos, etc. ¿Cómo queremos vivir espiritual y festivamente este tiempo tan íntimo y tan bonito? Con las diferentes iniciativas, nos podemos llevar muy gratas sorpresas: villancicos, belenes, adornos, visitas… Será muy hermoso vivir nuestra Navidad con San José y la Virgen María en el Portal de Belén. ¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!

 ¡Aclamad al Señor con gritos de júbilo porque envió a su amado Hijo de lo alto y nació de la bienaventurada Virgen santa María y fue puesto en un pesebre porque no tenía lugar en la posada. Gloria al Señor Dios en las alturas  y en la tierra, paz a los hombres de buena voluntad! (San Francisco de Asís – cf. OfP Salmo XV).

HNA. Mª ELENA ECHAVARREN SORBET, TC

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La Navidad en Polonia y en Alemania

Celebrar la Navidad en Polonia es algo mágico. Compartiré simplemente unas pinceladas de este tiempo tan especial. El ambiento navideño en Polonia se comienza a percibir ya en el Adviento con las misas antes del amanecer llamadas “roraty”. Su nombre proviene de un canto litúrgico en latín que inicia con las palabras “Rorate caeli desuper”, que significan “desciendan los cielos de lo alto”. Las personas que participan en “roraty”, sobre todo los niños, traen a la misa sus faroles e iluminan la Iglesia oscurecida. La Nochebuena es el momento culminativo de las fiestas polacas. La cena navideña comienza al aparecer en el cielo la primera estrella, que recuerda la Estrella de Belén que conducía hasta el Niño Jesús recién nacido. La cena empieza con la oración y la lectura del Evangelio de Lucas sobre el nacimiento de Jesús. Después todos comparten “oplatek” (es un pan blanco, de fina consistencia, preparado como hostia), intercambiando los deseos de Navidad. Es un símbolo de reconciliación y perdón.  En todas las casas en Polonia es muy común que en la mesa se encuentre un lugar vacío, o sea una silla vacía, pero con plato y cubiertos. Se acostumbra a hacer esto para poder recibir a alguna persona inesperada. Además, debajo del mantel se deja un pedazo de heno. Es una manera de simbolizar el nacimiento de Jesús que fue en un pesebre. El menú de la cena navideña se compone de doce platos entre los que reina la sopa de remolacha con “uszka” (pequeñas empanadillas rellenas de setas) y carpa. Después de la cena se disfruta del momento en el que se cantan los villancicos (en Polonia hay más de cincuenta de ellos) y se abren los regalos. A media noche, las familias se dirigen a las Iglesias para participar en una Eucaristía solemne llamada “Pasterka” y adorar al Niño Jesús.  

HNA. GOSIA SKIBA, TC

Compartir “oplatek”

También en Alemania, ya el tiempo de Adviento está lleno de tradiciones y símbolos. Las ciudades y las calles, como muchas ventanas de las casas se alumbran con los adornos de luces. En los cascos antiguos de las ciudades se encuentran los mercadillos de Navidad. Por las noches, las familias suelen encender la corona de Adviento. Alrededor de ella se canta, se lee alguna historia, se juega, se pinta, se ora… También el calendario de Adviento resulta ser una ayuda, especialmente para los niños, a fin de esperar y preparar el corazón a la Navidad. Es un cuadro con 24 ventanitas, donde cada día se abre una y detrás de ella, se esconde algún dulce, un cuento, una propuesta a realizar… Desde hace 15 años, en muchas parroquias cristianas se realiza un «Calendario de Adviento viviente»: 24 familias, instituciones u organizaciones adornan una ventana de su casa. Por la noche los vecinos, los feligreses u otras personas se reunen delante de esta casa, cuya ventana está iluminada, y allí se lee algún cuento, se canta un canto de Adviento y al final se toma un vino o zumo caliente y se come algún dulce, galletas o el «Christstollen», el pastel típico de Navidad, anteriormente hecho en casa. La Noche Buena sigue siendo también para los alemanes la fiesta más importante, una fiesta de encuentros, de unión, donde la familia se junta, celebra alrededor de una comida especial, intercambia los regalos debajo del árbol de Navidad y canta villancicos… pero no existe ya una única tradición, sino que cada familia tiene su propia “tradición». Aunque eso sí, hay un villancico alemán que no puede faltar en el repertorio de todas las familias alemanas. Ese villancico eleva el corazón, y expresa de manera muy profunda el secreto de la Noche Buena: Stille Nacht, Heilige Nacht… (Noche de Paz).

HNA. URSULA LEUFFEN, TC

Foto de un calendario de Adviento viviente

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La Navidad en Filipinas

A los filipinos les encanta divertirse y celebrar y la Navidad en Filipinas es la celebración navideña más larga del mundo. Da comienzo a partir  del día 1 de septiembre, inicio de los meses «bre» hasta la Fiesta del Santo Niño. «Bre Months» significa que se acerca la Navidad. Se puede percibir en las decoraciones y canciones en los parques, calles, casas, centros comerciales, hospitales, escuelas, autobuses, jeepneys, taxis y otros lugares públicos.

Filipinas tiene muchas costumbres y tradiciones y la más significativa y hermosa es la Navidad, tiempo para estar con la familia y los seres queridos. Tiempo de acción de gracias, reconciliación y celebración de la vida y el amor en la familia. Tiempo en el que los miembros de la familia que están fuera del país vuelven a casa para estar con sus seres queridos. Y a aquellos a quienes no les es posible por alguna razón, siempre añoran y extrañan estar en casa durante la Navidad en Filipinas.

Como dicen, «¡ES MÁS DIVERTIDO EN FILIPINAS!». Pero no es solo la «diversión», sino también el ambiente, la risa y la alegría de la gente que se comparte a pesar de muchas situaciones negativas, pobreza, hambre, desastres o calamidades naturales, etc. En Filipinas, especialmente durante la Navidad, hay una “pandemia” de compartir, amar y cuidarse mutuamente. Se organizan muchas actividades y programas de ayuda alimenticia en favor de orfanatos y otros grupos en necesidad. Junto a esto hay también mucha diversión.

Por último, uno de los platos fuertes de la Navidad es el «SIMBANG GABI», palabra en tagalog que significa «Misa en la noche» o «MISA DE GALLO» («Misa al amanecer»). Es una celebración eucarística de nueve días antes de la Nochebuena, en honor a la Santísima Virgen María que llevó a Jesús en su vientre durante nueve meses. En esta celebración, la mayoría de las personas que participan en ella creen que una vez completados íntegramente los nueve días de misa, sus «necesidades o los deseos de su corazón” les serán concedidos por Dios. De hecho, incluso la pandemia de Covid-19 no impidió que la gente asistiera a esta celebración. A pesar de las restricciones implementadas, todavía mucha gente, llena de una gran esperanza y fe inundó las iglesias. Esto de alguna manera muestra la resiliencia del pueblo filipino ante la adversidad, seguros de que por muy difíciles o desesperadas que sean las circunstancias, siempre existe esa luz que irradia en el corazón de cada persona, la luz que es Cristo mismo, el Dios hecho carne, y que habita entre nosotros, nuestra «Star ng Pasko» o la «Luz de la Navidad» que brilla en cada hogar, cada persona y cada familia o comunidad, incluso en tiempos de sufrimiento, dolor y pobreza.

A pesar de la realidad de la globalización y la modernización, la Navidad para los filipinos, tanto aquí en el país como en el extranjero es una «Navidad en nuestros corazones» como dice el título de la famosa canción de José Mari Chan, que se toca habitualmente el día 1 de septiembre. Su letra tiene un significado profundo y me gustaría subrayar algunos versos: «Dejemos que Él nos guíe, mientras comienza otro Año Nuevo, y que el espíritu de la Navidad, esté siempre en nuestros corazones …» Creo que la mayoría de los filipinos guardan esta súplica en sus corazones, especialmente aquellos que creen en Dios, más allá de la religión que profesen o de cualquier situación que estén experimentando en sus vidas. Espero y oro para que al celebrar esta Navidad, sea Jesús en el pesebre lo que recordemos, y que su presencia en nuestros corazones y en nuestras vidas sea lo que compartamos con los demás, especialmente con nuestros seres queridos, nuestras hermanas en la comunidad y con las personas que encontramos en la misión.

HNA. FRANCES LARAINE ANDRADE, TC