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Retos y oportunidades de la interculturalidad en el siglo XXI

INTRODUCCIÓN

Con la actual globalización económica, muchos individuos de muchas naciones y culturas residen en la misma ciudad, ya sea de forma permanente o temporal.

El multiculturalismo es el resultado de la mezcla de muchas culturas que forman una sociedad multicultural.

Principalmente, esta sociedad multicultural está causada por la mano de obra mundial, los estudiantes internacionales y el flujo de refugiados. Con la intención de promover la paz y la armonía y el respeto de los derechos humanos en una sociedad multicultural, la UNESCO ha abordado esta cuestión proponiendo principios que ayudarán a las jóvenes generaciones a hacer frente a la sociedad multicultural, a desarrollar relaciones pacíficas y de amistad entre los pueblos, a comprender mejor el modo de vida de los demás y a permitir que todos tengan acceso al conocimiento y contribuyan al enriquecimiento de la vida cultural. Los principios de trabajo educativos que se recomiendan a todos los países son los siguientes:

Principio I: La Educación Intercultural respeta la identidad cultural del educando mediante la provisión de una educación de calidad culturalmente apropiada y receptiva para todos.

 Principio II: La Educación Intercultural proporciona a todos los educandos los conocimientos, actitudes y aptitudes culturales necesarios para lograr una participación activa y plena en la sociedad.

Principio III: La educación intercultural proporciona a todos los educandos los conocimientos, actitudes y aptitudes culturales que les permiten contribuir al respeto, la comprensión y la solidaridad entre las personas, los grupos étnicos, sociales, culturales y religiosos y las naciones.  

Además, se está fomentando el diálogo intercultural en todo el mundo mediante la celebración de numerosas conferencias de diferentes organismos internacionales de las Naciones Unidas. Junto con el diálogo intercultural, también se promueve la interculturalidad como forma de interactuar con la gente en una sociedad multicultural.

INTERCULTURALIDAD: DEFINICIÓN

La interculturalidad es un concepto dinámico y se refiere a la evolución de las relaciones entre grupos culturales. Se ha definido como «la existencia e interacción equitativa de diversas culturas y la posibilidad de generar expresiones culturales compartidas a través del diálogo y el respeto mutuo». La interculturalidad presupone el multiculturalismo y es el resultado del intercambio y el diálogo «intercultural» a escala local, regional, nacional o internacional.

La práctica de la interculturalidad va acompañada de retos y oportunidades en diferentes ámbitos de interés, como la educación, el empleo y la empresa, el entorno digital y la Iglesia con sus actividades misioneras y evangelizadoras.

Centrándome en las actividades misioneras y evangelizadoras de la Iglesia católica, sin omitir ni añadir nada, he tomado como referencia a la Iglesia de Inglaterra, con sus diversas congregaciones, comunidades, tradiciones y teologías, que se enfrenta a dinámicas y perspectivas únicas a la hora de participar en la labor misionera intercultural y ha identificado los retos y las oportunidades de la interculturalidad.

Vale la pena tomar la siguiente formulación como ejemplo de cómo tener éxito en la práctica de la interculturalidad en nuestra iglesia.

HE AQUÍ ALGUNOS DE LOS PRINCIPALES RETOS Y OPORTUNIDADES:

RETOS:

– Sensibilidad cultural: Ser culturalmente sensible y evitar la insensibilidad cultural involuntaria o los prejuicios puede ser un reto. Una misión intercultural eficaz requiere un profundo conocimiento de las diversas culturas de la Iglesia de Inglaterra.

– Barreras lingüísticas: La diversidad lingüística dentro de las congregaciones puede ser una barrera para la comunicación y la comprensión efectivas, lo que dificulta el intercambio del Evangelio y el fomento de la unidad.

– Diferencias teológicas: Los diferentes contextos culturales pueden aportar diversas perspectivas y prácticas teológicas. Equilibrar estas diferencias manteniendo al mismo tiempo los principios fundamentales de la fe cristiana puede resultar difícil.

– Liderazgo y representación: Garantizar que las funciones de liderazgo reflejen la diversidad de la congregación y mantener la representación de diversos orígenes culturales es crucial, pero puede ser difícil de lograr.

– Integración en la comunidad: Construir relaciones sólidas con las comunidades locales, especialmente en zonas urbanas culturalmente diversas, puede ser un reto, ya que requiere un profundo compromiso con el compromiso comunitario y la comprensión cultural.

– Estilos de culto: Encontrar un equilibrio entre el mantenimiento de las formas tradicionales de culto y la incorporación de elementos de diversas tradiciones culturales puede ser un reto para mantener la identidad de la Iglesia de Inglaterra.

Oportunidades:

– Rica diversidad cultural: Las diversas congregaciones de la Iglesia de Inglaterra ofrecen una oportunidad única para el aprendizaje y la comprensión intercultural, fomentando la tolerancia y el respeto por las diferentes culturas.

– Misión en comunidades de inmigrantes: Muchas congregaciones de la Iglesia de Inglaterra se encuentran en zonas con importantes poblaciones de inmigrantes. Esto ofrece una oportunidad natural para el trabajo misionero y el acercamiento a estas comunidades.

– Red mundial: La Iglesia de Inglaterra forma parte de la Comunión Anglicana mundial, que abarca diversos contextos culturales. Esta red mundial puede facilitar el aprendizaje intercultural y la colaboración en la labor misionera.

– Diálogo interreligioso: Diversas confesiones religiosas del Reino Unido ofrecen oportunidades para el diálogo y el compromiso interreligiosos, fomentando la tolerancia y el entendimiento religiosos.

– Intercambio cultural: La misión intercultural permite un intercambio dinámico de prácticas culturales, música, arte y tradiciones dentro de la iglesia, enriqueciendo la experiencia del culto.

– Participación de los jóvenes: Las generaciones más jóvenes suelen tener una perspectiva más inclusiva e intercultural. La participación de los jóvenes en la misión intercultural puede ser especialmente fructífera.

– Impacto en la comunidad: Al abrazar la misión intercultural, la Iglesia de Inglaterra puede tener un impacto positivo en las comunidades locales al promover la unidad, la cohesión social y el respeto mutuo.

– Inclusividad: Demostrar un compromiso con la diversidad y la inclusión en la labor misionera puede atraer a personas y familias que buscan una comunidad de culto acogedora e inclusiva.

Para tener éxito en su misión intercultural, en la Iglesia de Inglaterra debemos abordar intencionadamente los retos y aprovechar al mismo tiempo las oportunidades. Esto incluye la formación y la educación culturales continuas, la adaptación de los estilos de culto cuando proceda, la participación activa de personas de diversos orígenes en funciones de liderazgo y el fomento de una atmósfera de aceptación, respeto y comprensión entre los feligreses. De este modo, la Iglesia de Inglaterra podrá cumplir su misión de compartir el amor y las enseñanzas de Jesucristo en una sociedad cada vez más multicultural y globalizada.

CONCLUSIÓN:

Los Retos y Oportunidades de la Interculturalidad en el Siglo XXI es un tema complejo y no es fácil parafrasearlo ni desarrollar una mayor reflexión puesto que ya se está tratando en diferentes sectores a nivel mundial. Después de leer muchas referencias me quedo con el principio de que vivir en una sociedad multicultural conlleva muchos retos pero sigue siendo una oportunidad para ampliar nuestra perspectiva personal y comunitaria de que la creación de Dios es rica y se muestra en diferentes culturas y es maravilloso descubrir y apreciar las diferencias y vivir con ellas pacíficamente bajo la luz de los Valores Evangélicos enseñados y vividos por nuestro Señor Jesucristo: El camino, la Verdad y la Vida.

Referencias

1.UNESCO,2006 Guidleines on Intercultural Education, p.17; P.33-38

2.https://stpaulsslough.org.uk/challenges-and-opportunities-for-intercultural-mission/

Por: Hna. Nida B. Galera

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La compasión: El rostro de Dios en el carisma amigoniano: una invitación a la conversión y al perdón

Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. La misericordia se ha hecho viva y visible en Jesús de Nazaret. El padre rico en misericordia (Ef.2,4) Misericordia: la palabra revela el misterio mismo de la Santísima Trinidad. Misericordia: el acto último y supremo por el que Dios sale a nuestro encuentro. Misericordia: puente que une a Dios con el hombre, abriendo nuestro corazón a la esperanza de ser amados para siempre a pesar de nuestra pecaminosidad. Su ser misericordioso se demuestra concretamente en sus numerosas acciones a lo largo de la historia de la salvación, donde su bondad prevalece sobre el castigo y la destrucción. En resumen, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta a través de la cual revela su amor como el de un padre o una madre que se conmueven hasta lo más profundo por amor a su hijo.

Los signos que obra especialmente ante los pecadores, los pobres, los marginados, los enfermos y los que sufren, tienen por objeto enseñar la misericordia. Todo en Él habla de misericordia, nada  está desprovisto de compasión. La misericordia y la compasión desempeñan un papel importante en el mundo actual, dondequiera que miremos parece haber demasiada miseria. En algún lugar hay alguien que tiene hambre y sed. Hay alguien que lucha por su vida o alguien que suplica ayuda.

Tanto la misericordia como la compasión se refieren a la preocupación por las personas necesitadas. La compasión es una conciencia empática del sufrimiento ajeno, unida al deseo de aliviarlo. Proviene de dos palabras latinas, com (con) y pati (sufrir) y se traduce literalmente como «sufrir con».  Es la compasión la que nos impulsa a sentir el dolor de otra persona y, al hacerlo, nos unimos a su camino. Cuando Jesús fue crucificado, su madre María, al pie de la cruz y sufriendo con su hijo, era el rostro de la compasión.

El rostro del Dios misericordioso y compasivo visto en Jesús curando a los enfermos, resucitando a los muertos, dando la vista a los ciegos y sobre todo ofreció su vida por la salvación de todos nosotros. Cuando JESÚS dice: «Sed misericordiosos como vuestro padre es misericordioso» (Lc 6, 36-42) no sólo nos está diciendo qué hacer, sino también cómo hacerlo. Su ejemplo y su ministerio vinculan lo interno (lo que sentimos) y lo externo (nuestras acciones). Jesús nos insta a perdonar a nuestros enemigos (mostrar misericordia), pero también nos anima a amarlos y a rezar por ellos (compasión).La tradición católica introduce la virtud de la solidaridad. Ésta tiende un puente entre la misericordia y la compasión. No se trata simplemente de un vago sentimiento de compasión, sino de una compasión que nos lleva a la acción. Obliga no sólo a mostrar misericordia y sentir compasión, sino hacer algo que alivie el sufrimiento de los demás.

En la Biblia encontramos a un Dios compasivo con su pueblo, que ve y actúa. Cuando Dios ve al pueblo de Israel sufriendo bajo el faraón en Egipto y baja para liberarlos de la esclavitud y los conduce a la tierra prometida (Éxodo 3:7). Cuando Dios ve a la humanidad sufriendo por la esclavitud del pecado y baja en persona para liberarnos a través de la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

 Todo el ministerio de Jesucristo estuvo marcado por la misericordia, la compasión, la llamada a la conversión y el perdón. En su ministerio público, cuando ve a la gente deambular como ovejas sin pastor agobiadas por el hambre y la enfermedad, les da de comer y les cura y sacia su sed con la Palabra de Dios, les enseña y les ofrece restauración. En resumen, el carácter distintivo de Jesucristo era la misericordia y la compasión que mostraba por las personas que encontraba más especialmente, los sufrientes y marginados, los de la periferia de la sociedad.

La verdadera compasión significa sufrir con alguien, sentirse como otra persona. En otras palabras, el profundo poder motivador de la empatía. De este modo, la compasión puede llevar a un cambio de corazón, a la conversión, al arrepentimiento y al perdón.

Del libro «Padre Luis Amigo el amigo de los marginados» leemos que» el Padre Luis era conocido por su servicialidad y deseo de hacer el bien a los demás, sensible a las necesidades ajenas. Los domingos visitaba a los enfermos al hospital, se ocupaba de su aseo, atendía a las víctimas de la discriminación, a la cárcel para consolar e instruir a los presos especialmente a los condenados a cadena perpetua. De nuevo durante la epidemia de cólera en España, narra «el gobierno de Masamagrell me pidió ayuda a la recién nacida congregación, de las hermanas terciarias capuchinas, para enviar a las hermanas a socorrer y atender a los enfermos afligidos por la peste. Fue un acto de heroísmo desafiando peligros y despreciando su propia vida por amor, como resultado tres hermanas menores murieron tras ser contaminadas por la enfermedad. Después de la epidemia, el padre Luis Amigo narra con palabras que nos recuerdan al buen samaritano: «Muchos niños se quedaron sin refugio después de haber perdido a sus padres. Movido por la compasión, pensé que podríamos cuidar de ellos» (OCLA 86).

Bíblicamente, compasión es mostrar piedad, amor y misericordia, como dice el Señor Jesús: «Tengo compasión de esta gente, ya llevan tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos con hambre, o se desmayarán en el camino» (Mt. 15:32). La Compasión de Dios es lo primero, como ha demostrado en toda la historia de nuestra Salvación. En el misterio mismo de la creación está la revelación de nuestro Dios que se caracteriza por la bondad amorosa, la misericordia, la compasión y el perdón. Es un Dios que es la fuente de nuestra creación, que sostiene nuestro mismo aliento y lo lleva a su plenitud, como lo atestigua el don mismo de la vida que se nos ha dado gratuitamente. La omnipotencia divina se manifiesta claramente en el ejercicio de la misericordia divina. La misericordia divina es abundante e infinita. Como cristianos, estamos llamados a imitar y reproducir la misericordia y la compasión de Dios hacia nuestros hermanos y hermanas. Decir que alguien está lleno de misericordia es como decir que su corazón está lleno de amor. En otras palabras, la compasión y la misericordia de Dios nos obligan a actuar cuando vemos a nuestros hermanos y hermanas necesitados de apoyo y ayuda. Esforzarnos al máximo para remediar el problema, porque al final se ha convertido en nuestro problema.

Este es el efecto de la misericordia, ya que da a conocer la presencia de Dios que es el Padre, lleno de amor y de perdón. Jesús hace del perdón uno de los temas principales de su enseñanza. También es importante señalar que, al revelar el perdón amoroso de Dios, Jesús pone de manifiesto ante nosotros la necesidad de que la vida de todo cristiano esté guiada por el perdón.

El perdón es el aspecto fundamental de la fe cristiana, como se subraya tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, Dios es retratado como misericordioso y perdonador, llamándonos a buscar el perdón y a extenderlo a los demás, como se recuerda en la oración del Señor. La parábola del siervo que no perdona subraya la naturaleza recíproca del perdón. Jesús enciende la expectativa de que mostremos misericordia a los demás del mismo modo que la recibimos de Dios. El perdón es un verdadero camino de conversión. El Señor respondió a la pregunta de Pedro: «Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí, y yo le perdono? ¿Hasta siete veces?» «No te digo siete veces, sino setenta y siete veces» ( Mt 18, 21-22), con lo que entendemos que Cristo proclama con su acción, incluso más que con sus palabras, que la llamada a la misericordia y a la compasión, el perdón y, finalmente, la conversión son los elementos esenciales de cualquier proclamación del Evangelio.

En otras palabras, la Conversión es ese proceso que tiene lugar para que un cristiano vuelva a Dios después de confesar sus pecados a Dios. Es el proceso que exige e implica no sólo el cambio en las acciones, sino también el cambio de corazón. Es importante destacar que este proceso no será posible sin la aceptación y el perdón de Dios. Es a través de la sanación y el perdón de nuestro Señor Jesucristo que podemos ser redimidos. En resumen, existe una fuerte relación entre la conversión y el perdón, porque la conversión es imposible sin el perdón y, a la inversa, sin la conversión nunca habrá un proceso completo de perdón. En el Misterio pascual de Cristo, Dios muestra su perdón gratuito y ofrece la salvación universal y cada persona está llamada a comprometerse en un camino personal de conversión como respuesta a la invitación de Dios (Lc 23,26-56).

 Un claro ejemplo de ello es la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32), que expresa la esencia de la misericordia y el perdón amoroso de Dios en el drama amoroso del amor del Padre y la prodigalidad y pecaminosidad del hijo menor. La parábola toca todos los aspectos de la alianza de amor, todas las pérdidas de gracia y todos los pecados.

La parábola muestra el amor misericordioso de Dios por cada persona y su atención personal hacia la humanidad entera. Vemos en esta parábola la compasión misericordiosa del Padre que eclipsa la pecaminosidad del hijo, así como el recuerdo de la bondad del Padre que motiva al hijo pródigo al arrepentimiento. ¡Qué imagen del amor compasivo y de la misericordia de Dios! El corazón de Dios está lleno de compasión por nosotros, sus hijos. Siempre está dispuesto con los brazos abiertos a acoger al pecador que regresa a casa con una alegre celebración.

En conclusión, el desafío de la misericordia de Dios plantea una exigencia a nuestra generosidad que sólo los purificados y el amor pueden esperar satisfacer. A toda persona que apela al perdón de Dios se le exige que se acerque al lado de Dios mediante la conversión, y que comparta la compasión de Dios, comprendiendo la misericordia sin medida, con la que Dios mira la fragilidad humana y el pecado. Tan radical y difícil es la llamada cristiana a la conversión, al arrepentimiento y al perdón, especialmente cuando ha habido una herida real y profunda que perdonar, que sólo tiene lugar por obra del Espíritu, en unión con el Señor resucitado.

El perdón es un elemento central del mensaje bíblico, que promueve la reconciliación, la compasión y el poder transformador de la gracia de Dios. No es un signo de debilidad, sino el signo de la verdadera fuerza, como demostró poderosamente Jesús en la cruz.

Nuestro seráfico padre san Francisco de Asís nos llama a lo mismo diciendo «No debe haber fraile en todo el mundo que haya caído en pecado, no importa lo lejos que haya caído, que nunca deje de encontrar tu perdón por pedirlo, si tan sólo te mira a los ojos. Y si no te pide perdón, pregúntale tú si lo quiere. Y si mil veces vuelve a presentarse ante ti, debes amarle más que a mí, para atraerle a Dios.

Que yo también me perdone a mí mismo y abra mi corazón a aquellos a quienes debo pedir perdón. Que sea rápido para perdonar en toda circunstancia. Que el perdón me enseñe la compasión.

Hna. Diana Kayetan Mhule

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Alfabetización digital: un reto para padres y cuidadores

En la sociedad actual, la alfabetización digital es una competencia fundamental. En un mundo donde los jóvenes manejan herramientas digitales desde muy temprana edad, los padres y cuidadores deben conocer y dominar estos recursos, no solo para guiar a los más jóvenes en el uso adecuado de la tecnología, sino también para protegerlos de los peligros que conlleva el entorno digital. Esta alfabetización es un desafío crucial que, desde la perspectiva católica, llama a formar usuarios críticos y éticos, capaces de vivir su fe también en el mundo virtual.

¿Por qué es urgente la alfabetización digital?

La tecnología avanza rápidamente y los jóvenes están inmersos en entornos digitales de manera casi natural. Sin embargo, los adultos enfrentan dificultades para comprender este ecosistema en constante cambio, lo que dificulta su capacidad para acompañar a los menores. La alfabetización digital se convierte así en una necesidad urgente, pues:

  1. Permite acompañar en el aprendizaje digital: Los padres pueden ofrecer orientación y recursos útiles para que el aprendizaje y el entretenimiento digitales se realicen de manera segura y constructiva.
  2. Facilita la protección frente a riesgos: Con el conocimiento adecuado, los padres pueden detectar amenazas como el ciberacoso o el acceso a contenido inapropiado, previniendo que los menores caigan en situaciones de riesgo.

En este contexto, especialistas en educación y ética digital subrayan la importancia no solo de enseñar habilidades prácticas, sino de inculcar principios y valores que permitan a los jóvenes actuar con responsabilidad y cuidado en el mundo digital.

La postura de la Iglesia y la evangelización en el entorno digital

La Iglesia Católica ve en los medios digitales una oportunidad para la misión evangelizadora. El Papa Francisco, en sus mensajes sobre comunicación y tecnología, ha insistido en la necesidad de utilizar estos medios con caridad y verdad, y en que todos seamos responsables de generar un ambiente de comunicación que refleje los valores cristianos. En uno de sus mensajes sobre comunicación social, destacó la importancia de que la comunicación digital «sea verdaderamente humana» y esté orientada hacia la comunión.

Al mismo tiempo, iniciativas como las de los evangelizadores digitales han aprovechado plataformas como YouTube, Instagram y TikTok para transmitir mensajes de fe, llevando la evangelización a las redes donde se encuentran los jóvenes.

Los dos pilares de la alfabetización digital: conocimiento práctico y discernimiento ético

Para que la alfabetización digital sea realmente efectiva, es fundamental que los padres y cuidadores desarrollen tanto habilidades prácticas como un sentido de discernimiento ético.

  1. Conocimiento práctico: Esto implica familiarizarse con las herramientas y plataformas que los jóvenes utilizan, desde redes sociales hasta aplicaciones de entretenimiento. Aprender a configurar controles parentales y entender las políticas de privacidad de cada plataforma es básico para acompañarlos en el uso seguro de la tecnología.
  2. Discernimiento ético: Desde una perspectiva católica, es esencial que los padres guíen a sus hijos en la toma de decisiones digitales responsables, que fomenten una comunicación respetuosa y una presencia auténtica en las redes.

Los padres que buscan mejorar su alfabetización digital pueden encontrar apoyo en organizaciones especializadas y en proyectos católicos de evangelización digital, como cursos en línea, tutoriales y programas de concientización.

La alfabetización digital es un imperativo para los padres y cuidadores de hoy. Conocer y entender el entorno digital, desde sus oportunidades hasta sus riesgos, permitirá que los adultos acompañen mejor a los jóvenes en su crecimiento. Como expresa el Papa Francisco, “caminemos juntos en una red de relaciones verdaderas”, donde cada persona se sienta escuchada y valorada. Así, esta responsabilidad se convierte en una verdadera misión de amor y servicio, ayudando a que los jóvenes vivan su fe y valores en todos los aspectos de su vida, incluyendo el mundo digital.

Hna. Iria Natalia Agreda Abreu

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«Un refugio seguro: La importancia de la protección de menores en hogares de acogida».

SABER DE QUÉ HABLAMOS

Desde nuestros orígenes carismáticos, nuestro Padre Fundador visionario impulsado por el Espíritu acoge la moción del Señor, así expresado en el número 86  de OCLA, “… pasada la epidemia se vio que quedaban muchos niños sin amparo por haber muerto sus padres, y movido yo a compasión pensé en que podríamos recogerlos; y al efecto, pregunté a la Madre Angela, que aún se hallaba la pobre muy débil, si se veía con ánimos para cuidar aquellos niños si los recogíamos en una casa; y, llena ella de celo y movida de caridad, se ofreció a ello muy gustosa. Consulté el asunto a las Juntas de la Tercera Orden, que lo aprobaron muy gustosos; y sin pérdida de tiempo alquilamos en Masamagrell la casa llamada del Castillo para convertirla en Asilo donde recoger los niños huérfanos…”, esta experiencia abre camino en el presente a una de las más grandes obras apostólicas para las Terciarias Capuchinas, la “Protección y Reeducación” de niños, niñas y adolescentes en alto riesgo social.

El  P. Luis Amigó previendo la situación de desamparo de la niñez de aquel momento busca alternativas para proteger, acoger y mantener segura a la niñez, anticipando impidiendo acontecimientos adversos que dañan la integridad física, psíquica, moral de los niños, iniciando así el trabajo en la prevención.

Nuestras Casas Hogares, son alternativa respuesta pastoral anticipada en la salvaguardia  de los derechos de la niñez y para quienes han sido víctimas de la violencia a su corta edad nuestras instituciones se convierten en lugares seguros al brindar calidad de atención desde la cultura del buen trato.

La institución está conformada por áreas de atención humana, espiritual, psicológica, académica, médica en colaboración con el equipo interdisciplinario con el método de la Pedagogía Amigoniana método preventivo, “reflexivo para la solución de dificultades a través de un sistema dialógico, la corrección fraterna, la participación, la construcción de conocimiento” la cual garantiza la responsabilidad en el cuidado de la dignidad.

  ¿QUÉ ES UN SISTEMA DE ENTORNO SEGURO ?

Las buenas prácticas en las instituciones en favor de la protección deben cultivar la seguridad en los espacios ambientales y en circunstancias personales en las cuales haya ocasión de disminuir o evitar acciones que atenten contra la dignidad o la vida de una persona. Para ello es necesario tomar medidas, crear estrategias que garanticen la integridad y el cuidado personal y común de todos los niños, niñas. Entre estas acciones urge incluir en todos los ambientes el buen trato como línea transversal, que sea sistémica y abarque integralmente los ámbitos familiar, religioso, social, cultural, laboral, institucional.

Desde el contexto de las casas hogares, las estrategias potenciales de prevención y protección, serían garantía de espacios seguros tales como:

  • PROTOCOLO DE PREVENSIÓN Y ACTUACIÓN PARA NIÑOS NIÑAS

     EN SITUACIÓN DE VULNERABILIDAD: guía a seguir para atender resolver, situaciones de riesgo dentro o fuera de la institución.

  • FORMACIÓN CONTINUA: en la que se adquieran herramientas para actualizarse y conocer estrategias en el campo preventivo.
  • La SINODALIDAD perspectiva en el bien común, donde todos tenemos algo que aportar, en corresponsabilidad.
  • TRABAJO EN RED articulación de grupos de trabajo como apoyo y contacto con otras instituciones que promuevan la protección integral de los niños, niñas, adolescentes.
  • “EVALUACIÓN” como una práctica de mejora continua con los colaboradores, con el fin de erradicar factores de riesgo y promover factores de protección en los entornos.

De este modo se constata que el entorno es seguro y protector cuando los niños, niñas, adolescentes desarrollan todas las capacidades de manera saludable armónica, se sienten felices, a gusto, en la institución.

Hna. Priscila Brenes Granados

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La esperanza de la paz: diálogo, reconciliación y conversión ecológica en la espiritualidad franciscana.

¡Qué grande es ser pequeño!

Esta exclamación, podría ser perfectamente una frase de san Francisco de Asís y de sus hermanos y hermanas de todos los tiempos. También tú y yo podemos hacerla propia. La pequeñez es un modo de estar en la vida y ante Dios, al que necesitamos volver también hoy, con urgencia. La espiritualidad franciscana nos ofrece un camino de esperanza, en medio de nuestra realidad repleta de conflictos y la crisis medioambiental que atravesamos.

Todo está conectado. Todo nos afecta

Nuestro mundo está soportando demasiado. Basta abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor: hay más de cincuenta conflictos armados, abiertos en este momento. En todas partes escuchamos sobre el problema medioambiental (de la que tanto ha hablado el Papa Francisco en las últimas encíclicas). Y qué decir de las políticas de nuestros países con tanta injusticia y explotación y las mismas familias atravesando sus propios viacrucis.

Todo esto está afectando a nuestros hogares y a nuestras comunidades religiosas. Decía San Francisco de Asís que nuestro convento es el mundo, que no podemos encerrarnos en las cuatro paredes de nuestras casas porque el mundo necesita escuchar una palabra distinta. ¿De verdad crees que puedes seguir viviendo en una isla, sin que el sufrimiento del otro, de las familias, del planeta, te afecte? Todo está conectado y no te puedes escapar.

La conversión ecológica que necesitamos

La espiritualidad franciscana nos invita a vivir en armonía con la naturaleza y a reconocer la interdependencia de todos los seres vivos. San Francisco de Asís, patrón de la ecología, nos mostró el camino hacia una colaboración respetuosa con el medio ambiente, aunque en su tiempo, el planeta no estaba amenazado, como hoy en día. Su amor por la creación y su conexión profunda con la naturaleza nos inspiran e invitan a replantearnos nuestra relación con el mundo que nos rodea.

La tecnología y el progreso, que tanto buscamos todos, es un bien ambiguo. Por un lado, nos permite vivir con más comodidad a muchos niveles; nos acerca unos a otros, ya que permite estar conectados con cualquier lugar de la tierra, nos ayuda en los ámbitos de la salud, la educación, la comunicación y tantos otros. Pero, por otro lado, es un gran peligro. Para poder seguir “progresando”, necesitamos materias primas y éstos están siendo arrancados a la Madre Tierra de modo abusivo, explotando los pueblos indígenas en muchos casos. Sí, todos, o casi todos, tenemos conexión a internet, pero más que nunca sufrimos la soledad. Podemos disfrutar de ciertas comodidades, pero ¿a qué precio para el planeta?

Es evidente la relación entre el abuso a nuestra Casa Común y la falta de paz en el mundo. Basta ver los conflictos por la explotación que provocan las minas o los monocultivos, o las guerras incitadas sólo porque hay un interés de vender armas, o el grave problema de los deshechos, la basura, que producen los países más desarrollados y que transportan, vendiendo a otros continentes y provocando ahí desastres medioambientales. Y no digamos sobre la situación de tantos países, en los que los gobiernos corruptos roban el dinero dedicado a reciclaje o a mejorar las infraestructuras. Como consecuencia, la basura va inundando nuestros ríos y campos y afectando a los más pobres.

No creas que estas cosas son culpa de los grandes de esta tierra. La responsabilidad es de todos. Hay algo así como pecado ecológico, del que habla el Papa Francisco en el Documento Final del Sínodo de la Amazonia (DF 82): es una acción u omisión contra Dios, contra el prójimo, la comunidad y el medio ambiente; un pecado contra las generaciones futuras, que se manifiesta en actos y hábitos de contaminación o de destrucción de la armonía del medio ambiente. ¡Necesitamos urgentemente una conversión!

El poder de lo pequeño

Ahora nos surge la misma pregunta, que san Francisco de Asís hizo en su momento a Dios: ¿Señor, que quieres que haga? Te invito a reflexionar sobre el estilo de vida que llevas y sus consecuencias para el medio ambiente. Siempre hay un gesto que sí pues hacer: reciclar, reutilizar, reparar las cosas en vez de tirarlas, no malgastar el agua o la electricidad, dar tu apoyo a los que luchan para proteger la tierra y a los pobres, denunciar la injusticia, participar o impartir la formación para ir cambiando la mentalidad y nuestros malos hábitos, orar por la conversión ecológica y la justicia social.

Empieza por tu propio hogar, tu vecindario o tu pueblo: ¿hay un paso de cercanía o reconciliación que puedo dar para que vivamos un poco mejor?

Desde nuestra espiritualidad creemos que lo pequeño tiene un poder transformador para el mundo. Y aún albergamos esperanza.

Hna. Marta Ulinska

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Monseñor Alejandro Labaka y Hermana Inés Arango, misioneros que arriesgaron su vida por el evangelio – 37 años de su entrega generosa

Celebramos un nuevo aniversario de su muerte y recordamos como Monseñor Alejandro Labaka, Obispo Capuchino y la hermana Inés Arango, religiosa Terciaria Capuchina, ofrendaron su vida por amor a los Tagaeri en la Amazonía del Ecuador. Ellos, dos personas distintas, que nacieron en lugares diferentes, España y Colombia respectivamente, con procesos de vida diversos son unidos por la providencia de Dios en un proyecto común, el compromiso con el cuidado de la vida y de los derechos de los pueblos amazónicos.

Como todo misionero recibieron un llamado, decidieron seguir a Jesús y servirlo a través de la misión que los llevó por distintos lugares donde dejaron huellas de bien. En el año 1987, ellos, hacían parte del equipo de misioneros que trabajaban en el Vicariato Apostólico de Aguarico, una iglesia que siempre ha estado comprometida con la causa de los pueblos que habitaban estas tierras desde tiempo atrás  viviendo en paz y libertad. Sin embargo, no eran civilizados, no tenían identidad civil, no hablaban nuestro lenguaje y no entendían porque eran desplazados de sus territorios. A ellos dirigieron su mirada Alejandro e Inés, los vieron con los ojos de Dios y se sintieron “hermanos en Cristo”, los creyeron dignos de amor, respeto, ayuda, acompañamiento y defensa de sus derechos. A ellos dedicaron varios años de su vida y servicio misionero.

Y fue el día 21 de julio de 1987, cuando intentaban entrar a los Tagaeri una tribu indígena no contactada, para iniciar un proceso que favoreciera su protección, que ofrendaron su vida. La noticia causó dolor y sorprendió a todos, dentro y fuera del país, pero como semilla que cae en tierra y muere para dar fruto, también ha generado vida. Su entrega no fue improvisaba, era la consecuencia de su opción por Cristo y la misión, evidencia de su compromiso con los pueblos amazónicos excluidos. Desde entonces, cada año en torno a su aniversario, se genera un fuerte movimiento interno y externo, personal, comunitario y eclesial que nos acerca a sus personas y testimonios.

Quienes los conocieron, dan cuenta de su “pasión por Cristo y la misión”. Anhelaron lugares de frontera y estaban dispuestos a entregar su vida por los que amaban, así consta en la positio que se ha escrito de cada uno, y que en el pasado mes de junio en la discusión de los Consultores Teológicos del Dicasterio de la Causas de los Santos, ha recibido votos positivos en lo que se refiere al “Ofrecimiento de la vida”.

¿Qué significa hoy para nosotros esta noticia? El reconocimiento de que su vida puede inspirar a otros, a nosotros de diversas maneras, entre otras motivándonos a:

  • Descubrir y acoger el proyecto de Dios en nuestra vida
  • Vivir a plenitud, es decir con pasión y fidelidad la vocación recibida
  • Crear vínculos fraternos incluyentes que permitan generar y cuidar la vida propia y la de los demás
  • Optar en Cristo por los pobres y excluidos de hoy, desde el amor, el servicio alegre y generoso aún a riesgo de la propia vida
  • Cuidar la casa común

El papa Francisco en la exhortación apostólica Gaudete et exultate nº 5 anota: “En los procesos de beatificación y canonización se tienen en cuenta los signos de heroicidad en el ejercicio de las virtudes, la entrega de la vida en el martirio y también los casos en que se haya verificado un ofrecimiento de la propia vida por los demás, sostenido hasta la muerte. Esa ofrenda expresa una imitación ejemplar de Cristo, y es digna de la admiración de los fieles

También somos conocedores de que el Papa Francisco en el documento Motu propio Maiorem Caritatem, 11 de julio del año 2017, abrió la posibilidad de beatificación y canonización por otra vía, el ofrecimiento de la vida, dice: “son dignos de consideración y honor especial aquellos cristianos que , siguiendo más de cerca los pasos y las enseñanzas del Señor Jesús, han ofrecido voluntaria y libremente su vida por los demás, perseverando hasta la muerte en este propósito” y añade: “El ofrecimiento de la vida, para que sea válido y eficaz para la beatificación de un Siervo de Dios, debe cumplir varios criterios, entre ellos la necesidad del milagro sucedido después de la muerte del Siervo de Dios y por su intercesión”.

Ahora se trata de conocerlos más y encomendar a ellos nuestras necesidades pidiendo con fe su intercesión.

Enlace para acceder a todo lo que se refiere a los misioneros: https://alejandroeines.org/

En caso de recibir gracias, favores o milagros comunicarse a: alejandroeines@gmail.com

Hna. Bilma Narcisa Freire Chamorro

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“Sembrando semillas de cambio: Niños scouts como guardianes del medio ambiente”

Tres silbatazos fuertes… el grito alegre que llama ¡Manada, manada!… y a la respuesta ¡Scouts siempre listos!, los niños que conforman el grupo de zagales se disponen para iniciar el programa de la tarde.

El movimiento Scout por naturaleza enfatiza en los valores propios de nuestra espiritualidad “franciscana – amigoniana” ya que el patrono del movimiento es “Francisco de Asís” y un emblema muy importante para la “Manada” de lobatos, es la metáfora que surge de la florecilla de San Francisco y el lobo.

Mientras estuve compartiendo vida y misión en el Colegio Sagrada Familia de Chiquimula, Guatemala, tuve la oportunidad de activar el Grupo scout #62 “Padre Luis Amigó”. El movimiento ofrece la oportunidad de integrar la formación de Zagales y las destrezas Scout, convirtiéndose en una experiencia muy significativa para los niños y jóvenes que participaban del mismo.

Una particularidad del movimiento es que es un espacio donde no se utilizan las tecnologías y donde se puede conectar con la naturaleza y con los hermanos por medio del juego, los retos y la aventura; un principio del movimiento es que una como líder del mismo ha de involucrarse en todo lo que hacen los chicos; no se es un observador o alguien “que manda” sino, al ejemplo de Jesús, sirve y se involucra, aspecto que es bastante significativo para los niños; se evidencia que es una experiencia valiosa para ellos en expresiones como: ¡Esto es lo mejor que me ha pasado en mi vida! ¡Las hermanas van primero entonces sí me animo a seguir! Los niños interpretan e interiorizan que el líder es quien sirve, quien va primero y el que impacta con el ejemplo.

Tanto los miembros del movimiento scout como los que no forman parte, reciben pinceladas de la filosofía del movimiento, ya que el hecho de activar un grupo como estos impacta a toda la comunidad educativa, logrando que los estudiantes en general se fascinen por su entorno natural, “Se enamoren de él” ,esto por medio de la participación en campamentos, jornadas de reforestación, días de contemplación de la naturaleza en entornos campestres y convivencias donde el disfrute y la alegría son innegables, sembrando en ellos la conciencia de que en la naturaleza se nos revelan las distintas dimensiones de Dios.

Tanto a los niños del movimiento como a los jóvenes del colegio, se les va sembrando la semilla y la conciencia del “cambio de chip” no haciendo actividades por hacerlas, si no empezando desde lo pequeño, concientizando que todos, scouts y no scouts “Estamos llamados a dejar el mundo mejor que como lo encontramos” y convencerlos desde acciones concretas y pequeñas como por ejemplo “Soy el cambio, deposito la basura en su lugar” y al lograr esa acción pequeña pero importante, se continúa con acciones más complejas como separar los tipos desechos.

Organizando a los estudiantes, por grados, para que ayuden al personal de mantenimiento a revisar cómo están separados los desechos, topándose con lo desagradable que puede ser cuando estos no están separados adecuadamente,  se va generando la conciencia de que toda acción pequeña o grande repercute positiva o negativamente en la casa común.

Es así como, desde el aprendizaje significativo que brota de la filosofía Scout aunado a la pedagogía amigoniana, se va logrando progresivamente “la conversión ecológica” y los jóvenes y niños son capaces de exportar estos saberes a casa y replicar el cambio.

Actualmente me encuentro en el Colegio Pedro de Betancourt, Totonicapán, y voy haciendo camino para activar de nuevo el movimiento. Estoy encargada de JUVAM y, si bien es cierto que propicio fomentar este espíritu de encuentro con la naturaleza y de concientizar en los valores propios de la Laudato Si, poco a poco se va preparando el terreno para que los jóvenes y niños, en conjunto con los docentes y la comunidad de hermanas, logremos ir por la vía de la “conversión ecológica” y la vivencia progresiva de una “Ecología Integral”.

Cabe destacar que, tanto el Colegio Sagrada Familia de Chiquimula (donde tuve la oportunidad de gestar esta experiencia) como el Colegio Pedro de Bethancourt han sido reconocidos con el galardón de Bandera Verde Ecológica que otorga la Municipalidad de la Ciudad de Guatemala y la Cámara del Comercio de Guatemala. Se trabaja también en ambas instituciones en conjunto con la Oficina de Derechos Humanos de la Arquidiócesis de Guatemala para profundizar en la “Laudato Si” y brindar  experiencias que acuerpan y motivan esta misión de “Sembrar semillas de cambio en niños y jóvenes que se convierten en guardianes del medio ambiente”.

Hna. Sheny María Fajardo Méndez


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«En busca de un hogar: Desafíos y oportunidades para las minorías migratorias».

Con una mirada esperanzada contemplamos las ilusiones y luchas de las personas migrantes que, desde muy antiguo, a lo largo y ancho del planeta tierra, se han desplazado en busca nuevas formas para  vivir con dignidad, superando la escasez y la presión social o política que les ha tocado enfrentar, logrando el encuentro de los pueblos donde han surgido las nuevas civilizaciones.

Ver de forma muy general las estadísticas de las migraciones en el mundo ha de servir para tomar conciencia personal y social de este fenómeno, que no es nuevo pero que, en la actualidad, se va definiendo como problema social, ante el cual los gobiernos se debaten entre la implementación de leyes o el cierre de fronteras. Son más de 281 millones de personas migrantes, entre niños, adolescentes, mujeres y hombres. De ellos, 169 millones son trabajadores, según las estadísticas. Además, 206 mil personas sufren trata, 43 millones son refugiados en busca de asilo, 60 mil son refugiados reasentados, 61 millones están desplazados por desastres, 71 millones están desplazados por conflictos y violencia, y 64 mil han desaparecido en su búsqueda de un hogar.

«Ten misericordia, Dios», y lo más admirable es que, a pesar de sus luchas y esfuerzos, las remesas que envían a sus países de origen, ampliando las ganancias de los bancos nacionales, son las más grandes de los últimos tiempos: 860 mil millones de dólares el año pasado. Este último dato demuestra la valentía, sacrificio y resiliencia de estas personas, que asumen las consecuencias por amor a la vida y al hogar. (Luis Donaldo González Pacheco, México)

La búsqueda de seguridad y una mejor vida impulsa a cada persona a desplazarse. Sin embargo, los migrantes enfrentan desafíos significativos, como diferencias en tierra, idioma, idiosincrasia y leyes. A pesar de estas dificultades, encuentran oportunidades de trabajo, comida, techo y, lo más importante, seguridad para ellos y sus familias. Esta realidad afecta a toda la humanidad y no debe llevar a la explotación laboral, esclavitud ni a la violación de sus derechos. En cambio, es esencial reconocer y valorar las contribuciones que los migrantes hacen a las naciones que los acogen, independientemente de su origen.

González amplía, en el contexto de la historia de la salvación, recordándonos los desplazamientos del pueblo elegido por Dios. Abraham y Jacob dejaron sus tierras y murieron lejos de ellas, siguiendo lo que Dios les había pedido, y así forjaron una historia en movimiento como parte del proyecto divino. En el Nuevo Testamento, Jesús y sus padres también tuvieron que migrar a Egipto para proteger sus vidas, enfrentando circunstancias similares a las de muchas personas que emigran hoy en día.

Ningún ser humano se desplaza sin motivo; detrás de cada persona hay una historia que comienza en el momento en que decide buscar una vida mejor. Este es el principio que impulsa a cada hombre o mujer a dejar su tierra. Los desafíos mencionados anteriormente se convierten en obstáculos, pero el amor a la vida les da el poder para enfrentarlos. Estos desafíos forman su corazón en la humildad, la fortaleza y la perseverancia, recordándonos que solo quien ama es capaz de soportar rechazos, maltratos, injurias y abandono para alcanzar su objetivo.

Numerosas experiencias se comparten en las redes sociales y revistas que se dedican a no olvidar las historias de empoderamiento que muchos migrantes en el mundo han logrado. Sus contribuciones socioculturales a las comunidades de acogida incluyen el aumento de la diversidad alimentaria, la creación de nueva música y logros deportivos. Un migrante hondureño abrió un restaurante, aportando la cocina de su país de origen a la escena culinaria mexicana. Un migrante venezolano creó una orquesta en la República Dominicana para compartir su música con los jóvenes de su comunidad. En 2019, Emmanuel Iwe, un futbolista nigeriano de 18 años, firmó un contrato con el Deportivo Saprissa, un club de fútbol costarricense. Estas son solo algunas de las muchas historias que representan las diversas contribuciones de los migrantes (OIM, oficina regional para migrantes).

Toda búsqueda implica salir, dejar, avanzar, asumir y enfrentar lo nuevo que trae la aventura. Como dice el texto bíblico: «El que busca, encuentra». Pero para llegar a ello, es necesario enfrentar y superar desafíos, con la esperanza y la ilusión de instalarse y emprender una nueva vida. Los migrantes expresan su deseo de volver a su tierra de origen, enfrentando los nuevos desafíos con la seguridad de un trabajo, una casa y el pan diario, y siempre con la mirada puesta en aquellos que se quedaron atrás.

 

Hna Edelma Toruño Reyes

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Conectados y Comprometidos “La Comunicación de los Jóvenes a través de las Redes Sociales»

En el bullicioso entorno de un aula de bachillerato, observo a menudo un fenómeno tan sutil como revelador: jóvenes, cada uno aparentemente sumergidos en la pantalla de su móvil. Mientras revisan sus últimas notificaciones, comentan una nueva publicación o responden rápidamente a un mensaje, esperan escuchar mi primera indicación de la clase “guarden los dispositivos”. Y en esa inquietante dinámica, surge una espontánea conversación con una joven que, logra darle un giro a mis ideas preconcebidas, antes de que estas puedan acomodarse en mi repertorio de quejas recurrentes. “¡Hermana hay algo en la vida consagrada que me atrae: es verlos vivir de manera plena!”

Sus palabras me permitieron dilucidar dos certezas que se convierten en un preámbulo de este artículo, por un lado, los jóvenes observan más allá de lo aparente y, por otro, están en búsqueda de lo profundo, no de lo superficial como muchas veces creemos. Cada clase me hace pensar que, frente a la comunicación de los jóvenes, a través de la Redes Sociales, hay barreras que tenemos que superar junto a ellos:

Pasar del “surfeo” de la interactividad a la profundidad de las palabras: ­­­­

Las redes sociales son una ventana abierta de par en par al continente más habitado del mundo, donde se responde de manera instantánea, atrayente, anónima, interactiva y adictiva a todos nuestros apetitos, incluso a los más oscuros y perniciosos. Y frente a esa realidad los jóvenes de hoy se cuestionan con más conciencia que el compromiso no puede surgir de contenidos que desaparecen con un scroll, sino que surgen sobre todo de la belleza de ir construyendo su mundo interior, inspirado por el Espíritu, que mueve el corazón, que guía a la verdad plena y que cuando lo conoces te hace más sabio, más firme, más humano. Pero, como nos enseñan los santos, no se entiende una vida interior si no desemboca en un compromiso: «no el mucho decir oraciones, sino el mucho amar» (S. Teresa). Por eso es necesario ir creando la cultura del silencio digital, como un camino atrayente para llegar al otro, por la profundidad de la palabra y no por la interactividad superficial.

Pasar de la “miopía” del pragmatismo a la perspicacia de la utopía

Desde una mirada pragmática, resulta más “complaciente” lo tangible y lo inmediato.  «lo que funciona», lo que produce resultados prácticos y concretos y desde este punto podrían decepcionarnos los jóvenes que atraviesan el continente digital, por eso, vale la pena matizar muy fino la belleza de lo utópico de no quedarnos atrapados en el aquí y el ahora al punto de perder de vista lo que podríamos ser, por esto necesitamos aprender a soñar con los jóvenes, igual que lo hizo Cristo; lanzándose a visiones utópicas de la vida.

La perspicacia de la utopía no es vivir de ingenuidades, sino de esa capacidad de soñar, de crear y de aspirar a mucho, para nosotros y para otros como primer paso que permite dar radicalidad a una vida comprometida que pueda devolver al evangelio esa fuerza de provocación desaparecida tantas veces en el vivir cotidiano.

Una utopía que nos mueva de lo inmediato, de lo útil y tangible a ideales evangélicos que apunten hacia un futuro más humano y desde allí cobran sentido las palabras del escritor Eduardo Galeano: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.”

Pasar del hedonismo cibernético a la propuesta de la ascesis

Los jóvenes a diario reciben una “buena noticia” muy engañosa: ¡Puedes tenerlo todo, puedes vivirlo todo, puedes probarlo todo y siempre hay marcha atrás!, la felicidad que reciben está muy asociada al éxito y al placer (como imperativo hedonista), incluso la imagen de belleza contemporánea está tremendamente reducida a lo corporal, es de alguna manera la tiranía de Instagram. Por eso vale la pena anunciar la Buena Noticia que no deja de poner en el centro de su propuesta la cruz; en la felicidad evangélica cabe el sufrimiento y la capacidad de renunciar no como un límite sino como fuerza liberadora. No se trata de decir que la vida es solo sufrimiento, sino que en la vida hay sufrimiento y también las personas que sufren son felices y que habrán momentos donde aplazar las satisfacciones, será saludable hasta para el alma, porque no podemos abandonar la idea de que,  cualquier cosa que se quiera que dure y que eche sus raíces va a implicar esfuerzo y sacrificio y eso no es malo, es humano, por eso necesitamos recuperar el valor de la ascesis que es una forma de ordenar  todo aquello que desordena lo bueno, bello y verdadero en nosotros. Esta debe ser una propuesta válida para los jóvenes de nuestro tiempo, porque a diferencia de la “buena noticia” atrayente del mundo, ¡No se puede todo! Y quien nos quiera vender otra idea nos hará muy infeliz, porque la vida real exige dosis de sacrificio, de renuncia y solo cuando comprendamos esta dinámica viviremos menos frustrados, menos incompletos y ciertamente mucho más comprometidos con nosotros y con los demás.

En palabra de José María Rodríguez Olaizola (2014) diríamos:  El Evangelio hay que entenderlo desde sus polaridades. Si te quedas con una parte lo mutilas. Una polaridad evangélica es “muerte y resurrección”; el Evangelio no es una pura cruz. Pero, al mismo tiempo, el discurso triunfalista de la resurrección, sin pasar por la pasión concreta y por la cruz, es una evasión bucólica. Son las dos cosas.

No dejemos de creer que los jóvenes son capaces de superar estas barreras y pasar del atractivo mediático de las redes sociales a una vida más conectada y más comprometida.

 

Hna. Beatriz Iliana Quintero Pérez

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“Ucrania. Las cicatrices de la guerra y el camino hacia la recuperación”

Cuando me pidieron que escribiera este artículo y compartiera mi experiencia sobre la guerra en Ucrania, se me encogió el corazón y muchos recuerdos se agolparon en mi mente. A decir verdad, hasta hace unos años, ni siquiera sabía dónde estaba Ucrania en el mapa europeo. Hoy, este país me es familiar, por las muchas personas que conocí durante la conmovedora experiencia que viví en Polonia, acogiendo a familias de refugiados en nuestra comunidad; me es muy querido porque llegué a conocerlo a través de sus historias, que me revelaron un pueblo multiétnico, que tiene y cultiva diferencias lingüísticas y religiosas, unido, sin embargo, por un único sueño de independencia; y, por último, lo siento cercano por su fiel búsqueda para conseguir una identidad propia, como lo hicieron tantos otros países, incluido el mío.

El del pueblo ucraniano es un grito que hay que escuchar, comprender y acoger. Es la voz de un país, que busca levantar la mirada, mirar más allá para encontrar confianza en el cambio y descubrir un horizonte de libertad. A través de las historias de tanta gente, aprendí que Ucrania es una tierra hermosa, rica. con un suntuoso barroco, catedrales bizantinas y castillos medievales, además de tener una arquitectura vanguardista y de ser la patria de personalidades de renombre como el famoso ingeniero Igor Sikorskji, el brillante informático Max Levchin y muchos otros como el extraordinario pianista Vladimir Horowitz, Taras Shevchenco, héroe y poeta ucraniano, etc.

Ucrania, como su propio nombre la define (U-craina), tierra fronteriza, entre dos mundos, tierra intermedia, un país entre Occidente y Oriente. En su nombre está escrita su historia, su presente y su futuro, que lucha por tomar forma, debido a esta guerra insensata e intolerable. Un pueblo que busca hacer realidad el deseo de diferenciarse de sus raíces que se convirtieron en cadenas y de realizar el sueño de vivir plenamente su sentimiento nacional e identitario.

Hoy, después todo este tiempo, del comienzo de la guerra, que aún no ha terminado, no podemos hablar de cicatrices, sino de heridas que siguen sangrando con efectos negativos a largo plazo en todos los aspectos de la vida, la salud, el medio ambiente, la economía, el trabajo y el desarrollo del país. Pero hay heridas invisibles, como los traumas causados por el conflicto, por vivir en la oscuridad de un refugio, la precariedad por la falta de alimentos, el agua, la calefacción, el miedo por el sonido de una sirena o por la estela que deja un avión que pasa. Oleadas de miedo y terror que se clavan en el alma como puñales y comprometen gravemente la salud psicofísica, especialmente de los niños, los más vulnerables, que les lleva a encerrarse en sí mismos y en un aislamiento social, a tener pesadillas y ataques de pánico, a vivir con el miedo de perder a sus padres, amigos y tal vez su futuro, así como crecer con la sensación de lo frágiles que pueden ser los sueños. La guerra les ha arrebatado no sólo la infancia, sino también la magia de soñar y de creer en los sueños; ha abierto abismos en sus trayectorias escolares, debilitando sus perspectivas para un futuro brillante.

El conflicto también ha tenido un fuerte impacto en los ancianos, haciendo aumentar el fenómeno de la pobreza y del aislamiento social. Un estado de vulnerabilidad agravado aún más por el efecto de la inmigración y el reclutamiento de jóvenes. La guerra ha sido extremadamente violenta para Ucrania, perturbando el mercado laboral y provocando un éxodo masivo, obligando a más de un tercio de la población a desplazarse, refugiándose bien en el interior del mismo país (unos 7 millones) o, como mujeres y niños, (unos 8 millones), en el extranjero. El efecto negativo del conflicto ha afectado a la situación financiera de todas y cada una de las familias que se han quedado sin sustento.

Además, la guerra ha dejado profundas heridas en el paisaje natural del país, con tierras de cultivo especialmente afectadas, contaminadas y sembradas de minas, así como bosques quemados y parques nacionales destruidos. Importantes instalaciones e industrias fueron bombardeadas, provocando una fuerte contaminación del aire, el agua y el suelo y exponiendo a los habitantes a sustancias químicas tóxicas. Sin olvidar las restricciones de electricidad que han sufrido y dificultado la prestación y el suministro de servicios sanitarios, lo que ha provocado un aumento de neumonías y de enfermedades respiratorias, dados también los duros inviernos de este país.

Pero Ucrania no es sólo un país herido, sino un pueblo que está encontrando la fuerza para curarse incluso de algo tan feo como la guerra, porque lleva en su corazón el deseo de libertad y la convicción de que puede contribuir a restablecer una vida digna para todos sus habitantes y sueña con un país en el que no se discrimine y se pisotee la dignidad de nadie y en el pleno respeto de los derechos humanos y de la democracia, se busque siempre y únicamente el bien común, que garantice la seguridad y las condiciones necesarias para el diálogo y la convivencia pacífica. Tiene muchas razones para buscar una renovación sólida y duradera porque tiene sed de fraternidad y de paz.

Pero ¡con la guerra todos estamos derrotados!, incluso los que no participan en ella. Y un camino de recuperación nace de lo más profundo de cada persona, que desea una convivencia pacífica y se compromete para construirla desde las «batallas» de todos los días. De hecho, como dice Mons. Vincenzo Paglia en su libro «Sperare dentro un mondo a pezzi» (Esperanza dentro de un mundo roto), que para salir del «mundo roto» es necesario saber dialogar con todos, partir de los últimos, favorecer el encuentro entre pueblos diferentes para construir una convivencia pacífica, oponiéndose a las tensiones que llevan al conflicto. Escribe que debemos vivir construyendo la fraternidad, que es quizás la palabra que mejor honra el arte de la gratuidad y de la libertad, puede ayudarnos verdaderamente a convencernos de que nuestra responsabilidad para ser constructores de paz está en nosotros mismos. Habla de paz, de guerra, de los últimos, de los ancianos y los inmigrantes, pero sobre todo, nos hace reflexionar sobre un nuevo humanismo que concierne al hombre globalizado.

Por esta razón, todos estamos implicados en este camino de recuperación, desde los dirigentes de las naciones, hasta el panadero y los niños, todos implicados en un camino de confianza mutua: confianza entre las personas los pueblos y las naciones, para superar los conflictos y las divisiones. Como exhorta el Papa Francisco, «apresurémonos por caminos de paz y fraternidad. Alegrémonos por los signos concretos de esperanza que nos llegan de tantos países, comenzando por los que ofrecen asistencia y acogida a quienes huyen de la guerra y de la pobreza». De hecho, todos hemos sido protagonistas de pequeños o grandes gestos de solidaridad hacia el pueblo ucraniano, experimentando cómo el único antídoto contra la guerra y la desesperación es unir a las personas en torno a buenas acciones y obras hacia los necesitados, sobre todo, hacia los más vulnerables, ya que éste es precisamente el criterio de desarrollo de una sociedad. Aunque en este momento no parezca haber ningún atisbo de esperanza para posibles negociaciones, nunca debemos perder la esperanza y tenemos que mantener vivo el ideal de la paz y la confianza en Dios. ¡Animo!

 

Hna. Milena Prete, TC