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Hermanas Terciarias Capuchinas y laicos, caminando juntos cuidando y cultivando la vida

Releer, es volver la mirada sobre un documento, es retornar a su origen entrando a la raíz de sus intuiciones, escuchar y ver con hondura sus alcances y utopías, es habitar su contenido apropiándose de él, respetando lo esencial, para establecer un diálogo entre la experiencia de ayer y la de hoy.

Volver la mirada al Proyecto de vida congregacional “cuidar y cultivar la vida”, implica dejarse llevar por el Espíritu, para recorrer en su compañía el itinerario marcado por su Palabra y  acogido por las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, en el XXIII Capítulo general del año 2022 que dio origen al Documento final, “Juntas avanzamos, generamos y cuidamos la vida” y entrar a pie descalzo a las ocho llamadas de Dios, con valentía y compromiso, para irrumpir en la novedad de la nueva etapa de consolidación Tiempo de “cuidar y cultivar la vida”.  

El Proyecto de vida congregacional, abraza en sí mismo, una experiencia carismática, vivida por “Francisco de Asís, el místico y peregrino que vivía con simplicidad en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo (cf. Papa Francisco, Laudato sí no 10,”); la vida testimonial del poverello invita a crear comunidades-hogar donde todos, hermanas, Laicos Amigonianos y los que comparten la misión, tengan cabida y la capacidad para cuidar y cultivar la vida en todas sus dimensiones, es allí, en las entrañas insondables de la fraternidad donde brotan los distintos gestos que enriquecen las relaciones humanas y fraternas, donde se aprende a remover la tierra para que el germen que se abre a la existencia, tenga raíces profundas y crezca con la fuerza entrañable de generar vida, una vida dispuesta a custodiar, salvaguardar y proteger el universo y en él a todos los seres llamados a proteger.

El Espíritu Santo a lo largo de la Historia, ha invitado a la Iglesia a ser buscadora incansable de nuevos caminos y a vivir el Proyecto de Dios en la misión encomendada, el anuncio del Reino; muchos hombres y mujeres, consagrados y laicos, conscientes de su responsabilidad y pertenencia al “rebaño de Dios” (I Pedro 5, 2), se han unido a esta inspiración para ser colaboradores inmediatos en los procesos de evangelización de los pueblos, los Laicos Amigonianos y los que comparten la misión con las Hermanas Terciarias Capuchinas, no pueden estar ajenos a este compromiso eclesial y congregacional, en su momento, se han comprometido a vivir la vida cristiana desde el carisma legado por  el Padre Luis Amigó y Ferrer y hoy, están convocados a incorporarse al Proyecto de vida congregacional “cuidar y cultivar la vida” poniendo en común su propia riqueza, que luego se convertirá en fuerza transformadora.

Cuidar y cultivar la vida, requiere de personas unificadas, coherentes y maduras, sin miedo a las adversidades y a su vulnerabilidad, hombres y mujeres resilientes con la disposición interior para adaptarse sin quejas a los desafíos del camino, hermanas y laicos que cuiden su vida y la de los demás con la ternura  y la compasión del buen samaritano, decididos a entrar a pie descalzo a lo más hondo de su ser para encontrarse con su propia verdad, agradecer los dones recibidos y cuestionar aquellos gestos que no permiten sacar de la vasija rota, lo más genuino que el Padre ha puesto en el corazón del ser humano.

El Proyecto congregacional, “cuidar y cultivar la vida”, no solamente es un derecho de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, sino un deber, cuyo objetivo principal es involucrar a los Laicos Amigonianos y los que comparten la misión en la construcción de la casa común, en cuyo interior bulle la belleza de los seres que Dios ha creado y late la vida humana con sus gozos y esperanzas, sus búsquedas, fragilidades y fracasos, desigualdades culturales y económicas, sabiduría, aspiraciones carismáticas  y formativas… todo, revelación del Espíritu y regalo para  los que sintiendo en su ser su fuerza creadora, siguen las huellas de Luis Amigó y Ferrer y en sinodalidad, caminando juntos, hacen de su vida cotidiana un cuidado y cultivo permanente de la existencia humana, tanto a nivel personal comunitario, como social.

Esta es una tarea permanente, una misión loable, que sólo se logra cuando en el silencio sosegado del día a día, entra al santuario sagrado de la propia interioridad y se encuentra con la sorprendente presencia del Dios vivo que se revela y habla al corazón.

Quien cuida su interioridad, conecta con sus raíces y es capaz de dialogar de los secretos más íntimos con Aquel que ha hecho de él una creación única y singular, puesta en el corazón de la casa común para salvaguardar la vida humana, está  revestido de amor,  para acoger con un trato igualitario, amable, afectuoso y una actitud compasiva-misericordiosa propia de Francisco de Asís y Luis Amigó, a mujeres y hombres inmersos en el inmenso universo, personas talentosas, innovadoras, ignorantes y necias; ancianos y niños olvidados y descartados para asegurar los propios intereses; enfermos, pobres marginados y excluidos, poco visibles a los ojos del mundo; jóvenes cansados y sin sentido de la vida. Las Hermanas, los Laicos Amigonianos y los que comparten la misión, son los convocados a rodear con el tierno abrazo del amor que acerca, rompe los esquemas fríos y ensancha los lazos de la fraternidad.

Todo esto, supone la conversión ecología que implica la amorosa conciencia de no estar desconectados de las demás criaturas, de formar con los demás seres del universo una preciosa comunión universal. Para el creyente, el mundo no se contempla desde fuera sino desde dentro, reconociendo los lazos con los que el Padre nos ha unido a todos los seres (Papa Francisco, Laudato si no 220).

Las Hermanas Terciarias Capuchinas, buscadoras en camino, los Laicos Amigonianos y los que comparten la misión, comprometidos con la Iglesia y la Congregación, son los primeros invitados a dejarse contagiar y afectar por este compromiso congregacional, siendo testimonio de la vivencia auténtica y coherente de las llamadas que Dios hace a caminar juntos, avanzar, generar, cuidar y cultivar la vida.

Hna. Ana Tulia López Bedoya, tc

Provincia Nuestra Señora de  la Divina Providencia

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Una propuesta trascendental a partir del proyecto de familia desde la perspectiva de las Hermanas Terciarias Capuchinas.

En el corazón de la sociedad contemporánea, donde las dinámicas familiares evolucionan y se transforman, el trabajo con las familias emerge como una necesidad imperante. Desde la promoción del bienestar emocional hasta la construcción de comunidades inclusivas, la labor con las familias adquiere una relevancia cada vez mayor en el mundo moderno. Este artículo, expone brevemente una propuesta de acompañamiento a la familia de hoy desde nuestra espiritualidad, destacando principios claves y prácticas que pueden fortalecer y nutrir a las familias en su viaje espiritual.

La familia, como comunidad de amor y vida, refleja la comunión de Dios y su relación de amor con la humanidad. Desde sus orígenes, la humanidad fue creada con la capacidad y responsabilidad de amar y vivir en comunión. El amor vivido en el seno de la Sagrada familia es tan vital que San Juan Pablo II lo describió como un «signo eficaz del amor de Dios», convirtiéndola en un santuario donde la vida y el amor se entrelazan. Es en la familia donde se forja la primera experiencia de amor y relación, un lugar de aprendizaje fundamental donde se desarrollan relaciones significativas y se cultiva la capacidad de hacer elecciones libres y acertadas. Por lo tanto, se le ha otorgado el título de «primera escuela de humanidad», esencial para el desarrollo de la sociedad.

He aquí algunos aspectos donde se podría centrar la propuesta de acompañamiento a las familias.

  1. Fortalecimiento de la relación con Dios: El acompañamiento familiar desde la espiritualidad franciscano amigoniana comienza con el fortalecimiento de la relación con Dios en el seno del hogar. Al igual que la Sagrada Familia, las familias de hoy pueden cultivar una vida de oración, adoración y obediencia a la voluntad de Dios, establecer momentos de oración en familia, participar juntos en la vida sacramental de la Iglesia y buscar discernir la voluntad de Dios en las decisiones familiares.
  2. Relaciones familiares saludables: La Sagrada Familia nos enseña la importancia de fomentar relaciones familiares saludables basadas en el amor, el respeto y la comunión. El acompañamiento familiar se centra en ayudar a los miembros de la familia a cultivar la unidad y el apoyo mutuo, así como en abordar conflictos y desafíos de manera constructiva, facilitar la comunicación abierta y honesta, promover el perdón y la reconciliación, brindar herramientas para resolver conflictos de manera pacífica, fomentar la empatía y promover el diálogo abierto y respetuoso entre padres, hijos y otros miembros de la familia. Como diría el Papa Francisco, “Es en la familia unida que los hijos alcanzan la madurez de su existencia, viviendo la experiencia significativa y eficaz del amor gratuito, de la ternura, del respeto recíproco, de la comprensión mutua, del perdón y de la alegría».
  3. Apoyo en las etapas de la vida familiar: El acompañamiento familiar desde la espiritualidad de la Sagrada Familia reconoce que las familias atraviesan diversas etapas y transiciones a lo largo de la vida. Esto puede incluir la formación de nuevas familias, la crianza de hijos, el cuidado de los ancianos y la adaptación a cambios en la estructura familiar. Proporcionar apoyo y orientación en cada una de estas etapas, ayudando a las familias a discernir cómo vivir su fe de manera auténtica y significativa en medio de los desafíos y alegrías de la vida familiar.
  4. Promoción de la solidaridad y el servicio: La Sagrada Familia nos desafía a vivir los valores cristianos a través del servicio y la solidaridad con los demás. El acompañamiento familiar incluye oportunidades para que las familias se involucren juntas en obras de caridad y servicio a los necesitados, tanto dentro de la comunidad como más allá de ella. Esto no solo fortalece el tejido social y comunitario, sino que también enriquece la vida espiritual de la familia al poner en práctica el mandamiento del amor al prójimo.

En conclusión, el acompañamiento familiar desde la espiritualidad de la Sagrada Familia ofrece un enfoque integral y enriquecedor para fortalecer y nutrir a las familias en la fe y en la vida cotidiana, a ejemplo del Venerable Luis Amigó desde la cercanía, la minoridad y la simplicidad.

Hna. Rosa Alix Fajardo Gómez, tc

Provincia Madre del Buen Pastor

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LECTIO DIVINA SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA

DOMINGO DE LA MISERICORDIA

Primera Lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 4, 32-35

El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma.

Salmo

Sal. 117, 2-4.16ab-18.22-24 R: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 5, 1-6

¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31

¡Bienaventurados los que crean sin haber visto!

 Primera lectura – Hechos de los Apóstoles 4, 32-35: En la lectura de los Hechos de los Apóstoles, escucharemos que las primeras comunidades cristianas se caracterizaban por su espíritu de comunión y por la práctica de la ayuda mutua. Los creyentes compartían lo que tenían, atendían las necesidades de los más vulnerables y vivían en unión fraterna, reflejando así los valores del Reino de Dios proclamados por Jesús, resaltando la importancia de esta vida comunitaria como un testimonio del amor de Cristo en medio de una sociedad marcada por la desigualdad y la injusticia debemos aprovechar estos gestos tan contundentes por los cuales mas que por las palabras un autentico cristiano es recocido

La vida de las primeras comunidades cristianas estaba centrada en la persona de Jesús, en su mensaje de amor, misericordia y en la esperanza de su retorno. Estos aspectos fundamentales daban cohesión y sentido a la vida comunitaria, fortaleciendo la fe y el compromiso de los primeros cristianos.

Salmo – Salmo 117, 2-4.16ab-18.22-24: En el Salmo de hoy, se nos invita a dar gracias al Señor por su bondad y su eterna misericordia. Recordemos que el Señor es bueno y su amor perdura para siempre. Que este Salmo nos motive a alabar al Señor con gratitud y alegría en nuestros corazones.

Segunda lectura – Primera carta de San Juan 5, 1-6: En este pasaje, el apóstol Juan nos habla sobre la importancia de la fe y del amor en la vida del creyente. Comienza afirmando que aquel que cree que Jesús es el Cristo, es hijo de Dios. Esta creencia en Jesucristo como el Mesías es fundamental para la identidad cristiana y para la relación con Dios como Padre.

Juan continúa explicando que amar a Dios implica cumplir sus mandamientos, y que estos mandamientos no son una carga pesada, sino que son el camino para vivir en comunión con Dios y con los hermanos. El amor a Dios se manifiesta en la obediencia a sus mandamientos y en el amor al prójimo, reflejando así la relación de filiación con Dios.

Evangelio – Juan 20, 19-31: En el Evangelio de hoy, Jesús nos dice: «Bienaventurados los que creen sin haber visto”

En el Evangelio de este Segundo Domingo de Pascua, Domingo de la misericordia se relata la aparición de Jesús resucitado a sus discípulos. Este pasaje nos muestra diferentes aspectos de la experiencia de fe de los discípulos después de la resurrección de Jesús. pero aun más destacaremos la experiencia de Tomás en el encuentro con Jesús quien ante sus incertidumbres y desconfianzas responderá con una mirada misericordiosa que le permite constatar por si mismo la resurrección, Jesús, no sin confrontar su incredulidad le permite a tomas tocar, palpar, ver y sentir  hacer la experiencia que necesitaba en el encuentro con Él, para purificar su experiencia de fe.

ESCUCHA

En la primera parte del pasaje, vemos a los discípulos reunidos en un lugar con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús se presenta en medio de ellos y les muestra sus manos y su costado, mostrando las heridas de la crucifixión como señales de identificación. Esta experiencia les llena de alegría y les infunde el Espíritu Santo, enviándolos en misión para perdonar los pecados.

Tomás, uno de los discípulos, no estaba presente en la primera aparición de Jesús y expresa su escepticismo sobre la resurrección. Jesús se aparece nuevamente y le invita a tocar sus heridas, lo que lleva a Tomás a una profunda confesión de fe: «¡Señor mío y Dios mío!».

CONTEMPLA

El nombre «Tomás» es una forma abreviada del nombre arameo «Ta’oma», que significa «gemelo». En el Evangelio de Juan, Tomás es también conocido como «Didimo», que es la forma griega de «gemelo».

Desde el punto de vista bíblico el hecho de que Tomás sea llamado «Didimo» o «gemelo» puede tener un significado simbólico o representativo en el contexto de la narrativa evangélica. Algunos estudiosos sugieren que este apodo podría reflejar la dualidad de la fe de Tomás: por un lado, su incredulidad y escepticismo ante la resurrección de Jesús, como se muestra en Juan 20, 24-25; y por otro lado, su profunda confesión de fe cuando finalmente reconoce a Jesús como su Señor y su Dios, como se registra en Juan 20, 28.

En cualquier caso, la designación de «Dídimo» o «gemelo» podría también aludir a la naturaleza dual o ambivalente de la personalidad de Tomás, que oscila entre la duda y la fe, entre la incredulidad y la confesión de fe. Esta dualidad en la figura de Tomás puede servir como un recordatorio para que nosotros los creyentes nos sintamos de algún modo identificados con él en cuanto a nuestra experiencia de fe a veces tan cambiante y necesitada de certezas, pero sobre todo siempre comprendida por Jesús y presta a que vivamos una experiencia personal de encuentro con Él que transforme nuestra mirada y nos permita confesarle como el Señor de nuestra vida.  

PREGÚNTATE

  • ¿En qué me identifico con Tomás y para que me sirve su experiencia de encuentro con Jesús Resucitado?
  • ¿La resurrección tiene la fuerza de transformación que tuvo en la vida de los discípulos en mi propia vida?

INVITACIÓN

Dejémonos invitar por el papa Francisco a concretar como Tomás nuestra experiencia creyente “En el contacto salvífico con las llagas del Resucitado, Tomás manifiesta las propias heridas, las propias llagas, las propias laceraciones, la propia humillación; en la marca de los clavos encuentra la prueba decisiva de que era amado, esperado, entendido. Se encuentra frente a un Mesías lleno de dulzura, de misericordia, de ternura. Era ése el Señor que buscaba, él, en las profundidades secretas del propio ser, porque siempre había sabido que era así. ¡Cuántos de nosotros buscamos en lo profundo del corazón encontrar a Jesús, así como es: dulce, misericordioso, tierno! Porque nosotros sabemos, en lo más hondo, que Él es así. Reencontrado el contacto personal con la amabilidad y la misericordiosa paciencia de Cristo, Tomás comprende el significado profundo de su Resurrección e, íntimamente trasformado, declara su fe plena y total en Él exclamando: «¡Señor mío y Dios mío!» (v. 28). ¡Bonita, bonita expresión, esta de Tomás! (Regina Coeli, 12 de abril de 2015)

Hna. Sandra M. Velásquez Bedoya, tc

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LECTIO DIVINA PASCUA DE RESURRECCIÓN

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43 «A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día»

En la primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, se nos recuerda el sacrificio de Jesús en la cruz y su gloriosa resurrección al tercer día. Este pasaje nos enseña que, a pesar de la muerte y el sufrimiento, la victoria final pertenece a Dios, quien tiene el poder de dar vida incluso a aquellos que han sido crucificados.

SALMO 117, 1-2. 16-17. 22-23 «Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo»

En el Salmo 117, se proclama la grandeza de Dios y la alegría que sentimos al celebrar el día hizo el Señor para nuestra alegría y gozo. Es un día de regocijo y esperanza, porque en él recordamos la victoria de Cristo sobre la muerte y la promesa de vida eterna que como ya hemos dicho nos ofrece en el Hijo amado del Padre.

SEGUNDA LECTURA de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4

«Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él»

La segunda lectura, de la carta de San Pablo a los Colosenses, nos invita a buscar las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Nos recuerda que nuestra verdadera vida está escondida con Cristo en Dios, y que cuando Él aparezca, también nosotros apareceremos gloriosos junto a Él. La muerte no es el final para un creyente que se ha dejado reconciliar con su Padre en el Hijo, es la manera de llegar al encuentro definitivo con Aquel de quien venimos y quien pertenecemos.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 1-9

 «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».

En este esperado domingo del alba pascual, celebramos con alegría la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, quien venció la muerte cumpliendo su promesa y nos abrió las puertas de la vida eterna.

ESCUCHA

En el Evangelio según San Juan, se nos narra el momento en que María Magdalena descubre que el sepulcro de Jesús está vacío. Esta escena nos recuerda la sorpresa y la confusión de los discípulos ante la resurrección de Cristo, y nos invita a reflexionar sobre el misterio de la vida nueva que Él nos ofrece.

María Magdalena fue seguidora de Jesús que hoy el evangelio la menciona como testigo de la resurrección de Jesús. En el año 2016, el papa Francisco la nombró «Apóstol de los Apóstoles», reconociendo su importancia en la difusión del mensaje de Jesús.  Ella es ejemplo de fidelidad en el amor, de arrojo y osadía al no resguardarse por el miedo y la fatalidad que estaban experimentado los discípulos después de la muerte en Cruz del Maestro y la certeza de que esa misma suerte podrían correr todos sus seguidores.

CONTEMPLA

Al alba de la mañana de la resurrección María visita el sepulcro y sobrecogida de celo porque constata que se han llevado a su Señor y no sabe dónde lo han puesto comunica a los demás apóstoles su desconcierto, tristeza y zozobra. Anuncio que saca del miedo y del anonimato a Pedro y a “ese otro discípulo que corría más”, del que se sospecha sea Juan y los pone en un camino decidido y coherente con su llamada de discípulos.

Todos alguna vez hemos experimentado como nos es amenazado el amor o lo amado y paradójicamente el temor nos hace valientes, nos da lucidez y acierto para enfrentar las luchas y resistencias que trae consigo el sufrimiento.

PREGÚNTATE

¿Qué significa para ti contemplar el sepulcro vacío? ¿Qué sentimientos afloran en tu interior al saber que la muerte en Jesús no tuvo la Última Palabra? ¿Cómo puedes dar tú razón de la Resurrección del Señor?, ¿Cuál sería tu anuncio?

INVITACIÓN

En este tiempo de Pascua, recordamos con gratitud el sacrificio redentor de Cristo, su victoria sobre la muerte y la promesa de vida eterna para todos aquellos que creen en Él. Que la alegría de la resurrección llene nuestros corazones y nos inspire a vivir como testigos de la esperanza que tenemos en Cristo Jesús. ¡Aleluya, Cristo ha resucitado!

Hna. Sandra Milena Velásquez B, tc

 

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Lectio Domingo 24 de marzo, 2024

LECTIO DIVINA DOMINGO DE RAMOS, Ciclo B

Primera Lectura: Isaías 50, 4-7: «Por eso, endurecí el rostro como piedra, sabiendo que no sería defraudado (Cf. Is, 50,7).

 El profeta Isaías nos presenta la figura del siervo sufriente, describiéndolo como “discípulo y enviado” con un mensaje de consuelo: “Me ha dado lengua de iniciado para saber decir al abatido una palabra de aliento” (Cf. Is, 50,4), y continúa diciendo: “Me ha abierto el oído. Yo no me resistí ni me eché atrás, lo ha fortalecido para “Soportar los ultrajes y salivazos de sus agresores”, seguro de que no sería defraudado.» (Cf. Is, 50, 4;9a) 

Salmo 22: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Cf. Sal 22,1)

Este salmo, en su interpretación atribuida a la escuela Elohista, no se contrapone a la semblanza del siervo sufriente que nos presenta Isaías, seguro de que por más que sufra no quedaría defraudado. Algunos hermeneutas y exégetas sugieren que, al poner estas palabras en boca de Jesús en el suplicio de la cruz, se alude a la oración de la hora tercia que todo judío ofrecía un viernes. Él, asociado a su fe, se une al salmista, pero jamás se siente abandonado o dejado por el Padre y menos en el momento culmen de su sacrificio y entrega por amor.»

Segunda lectura: Filipenses 2, 6 – 11

 «Tomó la condición de esclavo, haciendo semejante a los hombres. (Cf Filp, 2, 7) Jesús pasó por el mundo como uno de tantos, demostrándonos que fuimos creados por amor y a imagen de Dios y que la semejanza con Él es nuestra tarea diaria. Sin embargo Jesús: “No hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se anonadó a sí mismo y tomó la condición de esclavo. Por eso Dios lo exaltó, dándole el nombre que está sobre todo nombre.»(Cf. Filp 2, 6-8

 Evangelio, Marcos 14, 1-15; 47: «La pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Marcos se sitúa por su autor y por su estrecho vínculo con Pedro ante la comunidad de los romanos, a quien Marcos deseó fortalecer en tiempo de persecución con todos sus relatos. Marcos presenta a Jesús en su pasión como modelo en el sufrimiento y como salvador de los que creen en él.»

ESCUCHA:

Después de leer el Evangelio de Marcos en sus innumerables detalles para enmarcar el contexto de la pasión del Señor, es importante destacar un itinerario por el cual nos lleva el Evangelio. Todo empieza con el detalle del encuentro y la unción en Betania y las cruzadas interpretaciones en torno al “despilfarro del perfume” al que aluden algunos de sus discípulos intentando persuadir a los demás de que, podría haber sido mejor vendido para repartirlo entre los pobres.

Continuando este itinerario del evangelio presentando el diálogo en torno a los detalles de la preparación de la cena pascual y el relato destaca  el diálogo entre Jesús y sus discípulos durante la misma, desencadenando  la traición de Judas, la negación de Pedro, el arresto de Jesús, la confrontación ante pilatos, el suplicio de la condena, la flagelación, el camino al Gólgota con la cruz a cuestas y finalmente la muerte y sepultura de Jesús .»

CONTEMPLA:

Todos conocemos los detalles de este relato y su cruento desenlace; pero detengámonos en algunas expresiones claras y contemplemos desde la memoria del corazón estas palabras dejando que calen en lo más profundo de nuestra experiencia creyente:

  1. “Ella se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura”.
  2. prometieron dinero a Judas Iscariote.
  3. ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la pascua con mis discípulos?
  4. “Uno de vosotros me va a entregar; uno que está aquí comiendo conmigo.»
  5. «Esto es mi cuerpo, ésta es mi sangre; sangre de la alianza”.
  6. “Antes que el gallo cante dos veces me habrás negado tres”.
  7. “Empezó a sentir terror y angustia”.
  8. “Prendedlo y conducidlo bien sujeto”.
  9. “Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios.”
  10. “No conozco a ese hombre”.
  11. ¿Qué decís?… ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?
  12. “Le pusieron una corona de espinas que habían trenzado. Llevaron a Jesús al Gólgota y lo crucificaron”.
  13. “A otros ha salvado, que se salve a sí mismo”
  14. “Jesús dando un fuerte grito, expiró”. J
  15. “José de Arimatea rodó una piedra a la entrada de la sepultura.»

Es importante detenerse y permitir que esas expresiones resuenen en lo más profundo de nuestro ser. Cada palabra puede confrontar nuestra fe y fortalecer nuestra esperanza. 

PREGÚNTATE

¿Cómo podemos actualizar la Pasión de Cristo en nuestra vida diaria? ¿Cómo adherirnos a su sacrificio de amor, sin sentir que la  muerte en Cruz es una derrota?

INVITACIÓN

En este tiempo de gracia que inaugura el Domingo de ramos dispongamos nuestro corazón para actualizar el misterio de la Pasión, muerte y resurrección del Señor en nuestra propia vida. Que estas vivencias nos ayuden a comprender el sentido redentor del sufrimiento y sobre todo a anhelar con esperanza el alba de la pascua y el encuentro con el Señor de la vida que vence la muerte con su resurrección.

Hna. Sandra Milena Velásquez Bedoya, tc

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En Cuaresma – Perfuma la cabeza… (Mt 6, 17-18)

Todos sabemos que la Cuaresma es un tiempo de reflexión, de cambio, de conversión. Es como un camino de renacimiento espiritual, avanzando hacia el FUEGO NUEVO en la celebración pascual. A menudo, este tiempo de cambios pasa desapercibido para cada uno de nosotros, ya que nos conformamos con actitudes externas de renuncia, ayuno, penitencia, sin dejarnos tocar por la persona de Jesús que nos impulsa hacia el otro, permitiendo que la Cuaresma transforme verdaderamente nuestra vida.

Nuestra existencia experimenta varias transformaciones; estamos en constante cambio y siempre desprendemos AROMAS que atraen o repelen a quienes nos rodean. El tiempo de Cuaresma es el momento de buscar la fragancia que pueda ser un buen aroma en el camino que recorremos, para que absorba toda nuestra esencia y viva intensamente la lógica de la Cuaresma, que es RESUCITAR.

La BUENA FRAGANCIA nos coloca en la sintonía de la reconciliación con nosotros mismos, con los demás y con Dios. Este es el gran camino de la Cuaresma: la RECONCILIACIÓN. Necesitamos preguntarnos constantemente en este camino: ¿DÓNDE Y CON QUÉ, O CON QUIÉN DEBO RECONCILIARME?

En este camino de transformación interior y renovación, debemos dejar atrás los viejos hábitos para que el nuevo hombre y la nueva mujer nazcan en el corazón. Esto rescata nuestra mirada de esperanza para un nuevo comienzo, una nueva Pascua.

Nuestra realidad actual muestra que vivimos en una cultura de indiferencia, individualismo, intolerancia, prejuicio… todo es transitorio, y así, a veces, nos dejamos envolver por esta transitoriedad y perdemos la oportunidad de vivir nuestro día a día más intensamente como una bendición. La Cuaresma nos desafía a RENACER de nuestras propias cenizas, a desprendernos de lo efímero y dejarnos embriagar por la FRAGANCIA de la Resurrección.

«Todos ustedes son hermanos» (Mt 23,8), esta es la fragancia que debemos despedir, experimentada en este tiempo cuaresmal. Nuestra fe nos recuerda esta HERMANDAD, donde el otro siempre es hermano y hermana; sin esta conciencia, no hay Pascua.

Reflexionar sobre la Pasión de Jesús en este tiempo, con su punto culminante en la Pascua, calienta e ilumina nuestro ser para alcanzar esta conexión más profunda con Dios, que nos invita a ser anunciadores del mensaje de misericordia y esperanza, alegría y amor de esta gran experiencia pascual. Que la vivencia de esta Cuaresma nos ayude a “Ensanchar el espacio de nuestra tienda” (cf. Is 54,2), abriéndonos a la NUEVA FRAGANCIA que nos impulse a seguir buscando y construyendo este nuevo sueño de fraternidad.

Pedimos al Espíritu Santo que sostenga nuestra marcha, que nos ayude a no detenernos en el camino, ya que somos peregrinos en esta vida. Que nos permita siempre despedir la buena fragancia avanzando en el camino cuaresmal e contagiando a aquellos que buscan sentir en nosotros el amor de Jesús…

Señor Jesús, nos permites vivir este tiempo como gracia y don en el cambio de nuestra propia manera de ser y estar. Nos desafía a salir de nosotros mismos con todo lo que nos aleja de Ti. Nos invita a acoger tu presencia resucitada, llevándonos a vivir la caminata cuaresmal en este desierto interior, rompiendo nuestras máscaras y abriéndonos al nacimiento de esta nueva vida, que soy yo. Así sea.

 

Hermana Julia María da Silva Irio, tc

Provincia Madre del buen Pastor

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MÍSTICA, PROFECÍA Y TESTIMONIO

Mística, profecía y testimonio, tres palabras claves con las que inicia el texto del Horizonte Inspirador y que considero que han de ser los pilares de nuestra vida consagrada hoy. Como jóvenes consagrados es probable que a veces nos haga algo de “ruido” la palabra mística. Se trata de un término más o menos distante de nuestra época y que, por ese mismo motivo, pareciese un tanto difícil despertar el interés en los jóvenes religiosos. Sin embargo, no es tan complejo como pensamos; tiene mucha relación con la espiritualidad y con la contemplación. Ahora bien, contemplar es una gracia, un don del Espíritu, de la Ruah de Dios que nace en la oración y nos hace capaces de descubrirlo en todo y en todos. Esta es una verdad que Francisco de Asís supo vivir y por eso se dice de él que era “ya no solo orante, sino oración” (2 Celano, 24-25. Sobre la oración de San Francisco), todo él contemplación. ¿Cuál fue su secreto? Dejarse abrazar por el amor misericordioso de Dios Padre y saberse (y también sentirse) hijo y hermano de toda la creación y, en ella, está naturalmente incluido el ser humano. Qué bueno sería unirnos a Francisco y cantar: ¡loado seas, mi Señor,   por mis hermanos y hermanas! Porque de eso se trata cuando leemos que ser religiosas en el mundo de hoy es “un ejercicio continuo en la búsqueda de transformarse en sembradores de la soro-fraternidad universal” 1. Entonces, como primer punto, es fundamental recordar que como Nuevas Generaciones “en movimiento”, reconocer esto al abrir los ojos por la mañana y disponernos a la vida que se nos regala, es tarea diaria. En esta misma línea de acercarnos a estos tres vocablos, profecía quizá nos parezca un poco más familiar. De hecho, para el corazón de un joven consagrado suele avivar el fuego misionero y evangelizador, sobre todo si recordamos a tantos hombres y mujeres que han sido profetas en nuestro suelo latinoamericano, anunciando y denunciando, caminando al lado de nuestro pueblo, y dando la vida por el Reino en lugares muchas veces olvidados (¡tantos mártires y misioneros! ¡Casaldáliga, Romero, Labaka, Gerardi…). Las Mujeres del Alba: Las Mujeres del Alba: Reflexiones a partir del Horizonte Inspirador Nuevas Generaciones en “movimiento” MOVIMIENTO No 6 Hacia la utopía del Reino: un mundo de hermanas y hermanos ­–

Y eso está bien. Está muy bien. Sin embargo, creo que caminar hacia la utopía del Reino implica, en primer lugar, desear el modo de ser y proceder de esas mujeres de la primera comunidad cristiana, las del alba; ese hacer profético de vivir desde el Maestro que convoca a la soro-fraternidad. Ese es el “dónde” del Evangelio que va más allá de un lugar, y se acerca más a lo que significa ser con Jesús en el hermano y hermana, en el otro/a…Estar en movimiento desde la profecía nos exige asimilar que somos hijos y hermanos por el Hijo y con el Hijo, y, por lo tanto, estamos llamados a anunciar eso que nos vincula: Dios es nuestro Padre, Padre de todos. Y no necesariamente desde grandes campañas (aunque también es válido), sino desde la realidad en la que estamos inmersos: a veces será entre los pobres, entre los niños y jóvenes, con ancianos, migrantes… pero en otros momentos también nos tocará incluso ser hermanos y hermanas dentro de nuestras comunidades religiosas. Hermanos, no olvidemos esto último, porque creo que Jesús aprendió precisamente a ser hermano, entre los cercanos, con su familia, con los apóstoles, con sus amigos de

Betania. Desde esa experiencia de soro-fraternidad en nuestra familia religiosa, saldremos hacia los demás, llamados, como dice el Papa Francisco, a “intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos…” (Papa Francisco, Fratelli Tutti, num.16), y ese algo es la familia que Jesús soñó para todos: su Reino de amor.

Finalmente, al aproximarnos a la tercera palabra, testimonio, nos referimos a lo concreto, a lo palpable en la cotidianidad. En este punto, es bueno fijarnos en Jesús quien, siendo Hijo, vivió como hermano: “Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido…” (Jn 17,12). Se trata de un Jesús que amó y desde ese amor vivió y cuidó a los demás. Como Nuevas Generaciones en movimiento, testimoniar implica primero amar, y desde el amar, vivir, caminar, acompañar y cuidar a tantos hermanos y hermanas que Dios ha puesto en nuestras manos para hacerles partícipes de su amor. Por eso, ¡hagamos de la utopía del Reino, una realidad! Parece un sueño, pero como dijo el Papa Francisco en la reciente JMJ de Lisboa: “No tengan miedo, tengan coraje, vayan adelante, sabiendo que estamos “amortizados” por el amor que Dios nos tiene…” (Papa Francisco, XXXVIII Jornada Mundial de la Juventud, Ceremonia de acogida, jueves 3 de agosto de 2023).

Hna Iria Agreda, tc

Provincia Nuestra Señora de Guadalupe

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Lectio Domingo 17 de marzo, 2024

Lectio del V Domingo de Cuaresma

Primera Lectura (Jeremías 31,31-34): Dios anuncia una alianza nueva con la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la antigua alianza, escrita en tablas de piedra, sino que Dios inscribirá su ley en los corazones de su pueblo. Todos conocerán al Señor y serán perdonados de sus pecados.

Salmo 50: Nos invita a pedir a Dios un corazón puro y a reconocer nuestra necesidad de su misericordia. Que el Señor nos renueve por dentro y nos guíe por sus caminos.

Segunda Lectura (Hebreos 5,7-9): Cristo se presenta como el autor de la salvación eterna. A pesar de su angustia, Jesús obedeció hasta la muerte y se convirtió en fuente de vida para todos los que le siguen.

Evangelio (Juan 12,20-33): Jesús anuncia que ha llegado la hora de su glorificación. Como el grano de trigo que muere para dar fruto, él también se entregará para nuestra salvación y siguiendo a Cristo, encontraremos la vida eterna.

Empieza un nuevo día y despertamos al alba para escuchar y contemplar, ambas actitudes son fundamentales para acercarnos a Dios y a su voluntad. Escuchar implica estar atentos, receptivos y dispuestos a obedecer. Contemplar implica admirar, agradecer y alabar. Ambas actitudes nos ayudan a entrar en comunión con Dios y con los demás.

Escuchar.

La liturgia de hoy está llena de versículos que renuevan la Esperanza del creyente. Se acerca la pascua y por lo tanto el discurso de Jesús va dirigido a concientizar a los discípulos del fin que le espera y de las bendiciones que su muerte traerá para todos los que crean en EL.

Contemplar.

Jesús utiliza la analogía del grano de trigo para transmitir una profunda verdad espiritual a sus discípulos y a nosotros. Aquí hay algunas razones por las que Jesús hizo esta comparación:

  1. Muerte y Vida Nueva: Al igual que un grano de trigo que cae en la tierra y muere, Jesús sabía que su propia muerte en la cruz sería el acto crucial que daría lugar a una nueva vida. Su sacrificio no sería en vano; en lugar de quedarse solo, como un grano de trigo no sembrado, su muerte daría fruto abundante.
  2. Redención y Salvación: El grano de trigo debe morir para liberar su potencial de crecimiento. De manera similar, la muerte de Jesús no fue un fracaso, sino un acto redentor. A través de su muerte y resurrección, Jesús nos ofrece la salvación y la reconciliación con Dios.
  3. El Camino de la Cruz: Jesús estaba consciente de su destino en la cruz. Al compararse con un grano de trigo, nos enseñó que el camino hacia la vida eterna pasa por la entrega total de sí mismo.

Invitación.

La analogía del grano de trigo también es un ejemplo de Humildad y Obediencia porque el grano de trigo no se resiste a su destino; cae al suelo y muere. Por eso nos preguntamos:

  • ¿Aceptas humildemente la invitación del Padre de escuchar a su hijo (Mc 9,7b)?
  • ¿Cada día es una nueva oportunidad para ponerte en camino?
  • ¿Vives cada día la llamada de Jesús a la conversión? ¿Qué gestos lo evidencian?
  • ¿Qué áreas de tu vida necesitan transformación? ¿Qué debes dejar “morir” para experimentar un nuevo crecimiento espiritual?

Petición.

Que estas lecturas nos inspiren a vivir con esperanza y a seguir a Jesús, quien nos muestra el camino hacia la verdadera vida. Amén.

Hna. Mariulis Grehan, tc

 

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Lectio Domingo 10 de marzo, 2024

IV DOMINGO DE CUARESMA, <<LAETARE>>, CICLO B

Cada año el cuarto domingo de Cuaresma, vistiendose de rosa, nos hace notar que ya hemos caminado más de la mitad del camino hacia la alegría de la Pascua. La antífona de entrada de la Eucaristía comienza con la invitación «Laetare, Ierusalem», es decir “Alégrate, Jerusalén…” (Is 66,10). La liturgia de la Palabra de este día nos irá recordando los manantiales profundos e inagotables de la alegría que Dios mismo hace brotar en medio de cada realidad que vivimos.

Primera lectura – del segundo libro de las Crónicas 36, 14-16. 19-23 

Dios sigue muy empeñado en caminar con su pueblo, incluso cuando este no le corresponde. Y cuando todo parece perdido (el templo destruido, el pueblo exiliado…) Dios hace resurgir de las ruinas una nueva esperanza. Y lo hace por un camino sorprendente, inesperado: por medio de alguien ajeno al pueblo elegido: Ciro, el rey de Persia. La fidelidad y la misericordia de Dios llega mucho más allá de lo que somos capaces de percibir. ¿No es esto una razón de alegría bien profunda?

Salmo 136, 1-2. 3. 4. 5. 6 R. El salmo es una lamentación del pueblo en exilio de Babilonia. La negación a cantar los cantos propios de Sión (del templo) en tierra extranjera y para la diversión del opresor se entrelaza con el propósito de no olvidar a la Ciudad Santa ”cumbre de alegrías”. Cultivar la memoria de los lugares sagrados de nuestra historia personal de salvación, nos puede ayudar a estar conectados con lo que nos fundamenta, incluso en medio de los destierros que también nos toca vivir alguna vez. 

Segunda lectura – de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 4-10

San Pablo escribe a los creyentes de Éfeso (y a nosotros) insistiendo que la salvación es algo que ya está presente (“estáis salvados”) y es un don gratuito de Dios (“ por pura gracia”), cuyo amor llega más lejos que el pecado (“por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo”). Salvación, gracia, fe, amor… Son palabras que seguimos usando hoy muy a menudo. Dejemos que hoy, el domingo Laetare, vuelvan a tocar con toda su fuerza nuestro corazón y lo llenen de alegría.

Evangelio según san Juan 3, 14-21

En la perícopa del evangelio de este domingo escuchamos parte del diálogo de Jesús con Nicodemo, fariseo, jefe judío. El diálogo se lleva a cabo por la noche, poco después del gesto profético de Jesús en el templo. Llama la atención la claridad con la que Jesús le habla a Nicodemo de su muerte, de la salvación y luz que trae para la humanidad. De hecho con Nicodemo nos encontraremos tan sólo dos veces más (y sólo en el Evangelio según san Juan). Será Nicodemo el que insistirá a los que querían matar a Jesús que no se le puede condenar a nadie sin juicio (Jn 7, 50-52) y luego quien traerá mirra y áloe para su sepultura (Jn 19, 39). Jesús confía su ser, su misterio también a personas inseguras, buscadoras, dudosas, indecisas… A Nicodemo, a su diálogo “a escondidas” con Jesús, le debemos la gran noticia de que “tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”. ¿No es esto un motivo de esperanza y alegría?

Contemplar

  • DIOS ES SALVACIÓN. Jesús recuerda a Nicodemo uno de los acontecimientos que tuvo lugar durante el camino de Egipto hacia la Tierra Prometida: “Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida” (Num 21, 9). Avisa que “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”. La Cuaresma pone ante nuestros ojos a Jesús crucificado. Y tán sólo podemos acoger la invitación a mirarlo y dejarnos salvar por Él. A Dios realmente le importa nuestra salvación y la desea incluso más que nosotros: desea que vivamos en su amor eternamente. Miremos a Jesús y dejémonos mirar por Él.
  • DIOS ES AMOR. Y porque ama al mundo, a cada persona, a cada criatura con un amor inconmensurable, nos lo da todo: “tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.”. A veces caemos en la tentación de pensar que Dios está muy centrado en mirar y buscar nuestros pecados, nuestras faltas, las imperfecciones… Y es todo lo contrario: está muy centrado en amarnos y salvarnos. Seguramente tenemos la experiencia de sentirnos amados por alguien (los padres, abuelos, hermanos, el esposo, la esposa, un amigo…). Y sabemos lo valioso de esta experiencia de un amor gratuito y sincero, aunque tan humano… ¿Cuanto más amor de Dios? Nos puede hacer bien hoy orar, dialogar con Dios sobre su amar y sobre nuestro creer… 
  • DIOS ES LUZ. Y es significante que a Nicodemo que viene a escondidas y por la noche, Jesús le hable sobre la luz: “el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”. Nicodemo parece tener dudas: percibe la verdad que trae Jesús, pero todavía no es capaz de entregarse a ella con toda la decisión, en pleno día. Nos pasa también a nosotros: nos acercamos a Dios con mayor valentía cuando somos capaces de nombrar nuestra verdad, lo mismo la bella que la pobre o incluso vergonzosa. Podemos estar seguros que también con nosotros Jesús quiere hablar, recordarnos la salvación, el amor y la luz que trae. Regalémonos en este camino hacia la luz de la Pascua, la experiencia de acercarnos a Dios, de dejarnos iluminar por su luz, de estar ante Él con toda nuestra verdad.

Invitación

La salvación de Dios ya está presente en la realidad de nuestra vida. Y aunque quizás con mayor facilidad podríamos nombrar causas para estar preocupados ante la realidad del mundo o nuestra personal, la fe nos invita a la alegría: “Alégrate Jerusalén”. Acojamos la invitación a encontrarnos con Jesús en medio de nuestras noches, a acoger el amor que Dios nos tiene, a experimentar su salvación que llega más allá de lo que somos capaces de percibir, y a caminar en su luz y su verdad. Hoy es un día excelente para conectar con los manantiales más profundos de nuestra alegría y felicidad y descansar en Dios que es SALVACIÓN, LUZ Y AMOR.

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Lectio Domingo 03 de marzo, 2024

III DOMINGO DE CUARESMA, CICLO B

Primera lectura – del Éxodo (20,1-17): Dios nuevamente sale con la iniciativa de establecer una RELACIÓN especial con su pueblo, una alianza – es lo que viene a recordarnos esta primera lectura de la liturgia de hoy. Dios de alguna manera se pone a nuestro alcance, se deja coger por el corazón: “Yo soy el Señor tu Dios” y dibuja ante el pueblo una imagen de paz, de justicia y mutuo respeto que conocemos como el Decálogo. Nos puede ayudar mirarlo no tanto como “mandamientos”, como “promesas”: Dios nos dice que si lo acogemos como Señor y Dios entre nosotros no habrá robos, adulterios, mentiras, traiciones. La alianza me exige, pero también me protege. Es una de las expresiones de amor de Dios para con nosotros, su pueblo.

Salmo 18, 8. 9. 10. 11: El salmo es un canto lleno de gratitud por la ley con la que el Señor nos instruye. La experiencia que nos transmite el salmista también la podemos hacer nosotros recordando como es nuestra RELACIÓN con Él: los momentos en los que la Palabra de Dios ha sido para nosotros “descanso”, la “luz” que nos ha dado el Señor en algún momento de duda u oscuridad, la “dulzura” que hemos experimentado en nuestra relación con Dios… Es una invitación a cantar de corazón “Señor, tú tienes palabras de vida eterna”.

Segunda lectura – de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 22-25: San Pablo nos vuelve a recordar que en el horizonte de la Cuaresma que estamos viviendo y de nuestra vida de fe, no está una mayor sabiduría o el haber percibido signos. No. Es Cristo crucificado. La fe es estar en RELACIÓN con “un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios“. Ésta es la llamada que tenemos en común de todos los cristianos.

Evangelio según san Juan 2,13-25:

La perícopa que escuchamos este tercer domingo de Cuaresma es de las más conocidas. Quizás sea porque pocas veces podemos ver a Jesús tan indignado o hasta enfadado como en esta escena. Se nos presenta a Jesús que en compañía de sus discípulos, pocos días antes de la Pascua, llega a Jerusalén y en el templo encuentra “un mercado”. Su reacción nos la sabemos: echa del templo a los animales, esparce las monedas, vuelca las mesas de los cambistas. ¿Por qué? Porque el templo es “la casa de mi Padre” y la RELACIÓN con Dios no se puede comprar.

Contemplar

Jesús con sus discípulos subían a Jerusalén seguramente cantando, como era la costumbre de los peregrinos, uno de los salmos: “¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor. (…) a celebrar el nombre del Señor;»” (Sal 122, 1.4). Pero si intentamos unirnos de corazón al grupo de los discípulos de Jesús que entra junto a su Maestro en el templo, quizás logramos percibir lo extraño que se llegó a sentir Él en el templo. En Jesús Dios se acerca “hasta el extremo” a la humanidad. Gratuitamente. Incluso “a pesar de todo”. Y la humanidad lo que intenta no es “celebrar el nombre del Señor” sino comprarlo. El templo que debía ser signo de la alianza con Dios (¡relación!) se ve convertido “en un mercado”. Nos relata el evangelista que los discípulos al observar a Jesús recuerdan otro salmo muy distinto: «El celo de tu casa me devora» (Sal 69, 10). Si hoy los discípulos de Jesús entrarían con nosotros a nuestro templo, nuestro espacio de encuentro con Dios ¿qué salmo entonarían? ¿Qué cantarían al llegar a nuestros corazones?

Si leemos atentamente el texto nos podemos fijar que lo que se ve directamente afectado por la indignación de Jesús son las ovejas, los bueyes, las monedas, las mesas de los cambistas y quizás los puestos de los vendedores de las palomas. Cosas. No las personas. Para las personas siempre hay sitio en la casa del Padre. Con su gesto Jesús deja claro que en relación con Dios no necesitamos negociar, intercambiar algo por sus favores. Dios desea una RELACIÓN personal con nosotros. Lo que quiere es que “celebremos su nombre” y que le dejemos a Él disfrutar de nosotros. Y que nuestra vida se encienda, se ilumine, se embellezca en relación con Él.

La palabra “templo” aparece varias veces en la perícopa de este domingo. San Juan nos señala la diferencia de entender su significado que hay entre los judíos y Jesús. Los primeros hablan de un edificio construido durante 46 años y que ha reemplazado los anteriores. Jesús habla primero de “la casa de mi Padre” y luego “del templo de su cuerpo”. Los primeros pasaron de considerar el templo como un lugar de encuentro con Dios a convertir la religión en comercio y el templo en un mercado. Y no deja de ser también una tentación nuestra el querer “ganarse los favores de Dios” a fuerza de… Jesús apunta, en este gesto profético que realiza, que ahora no es un edificio, sino Él mismo el lugar de encuentro con el Padre. Y por supuesto que necesitamos espacios concretos (iglesias, capillas, oratorios…) que nos ayuden a orar. Pero justamente su papel es el de facilitarnos el silencio y el encuentro en comunión de hermanos y hermanas, el entrar en el corazón de Jesús y con Él al del Padre en el Espíritu Santo. Ahí nos encontramos todos: en RELACIÓN con Jesús, en su Corazón.

Invitación:

Toda la liturgia de la Palabra de este domingo nos hace una invitación a revisar nuestra RELACIÓN con Dios. Y quizás nos podría hacer bien no tanto pensar nosotros, como preguntarle a Jesús, que es lo que nos diría a nosotros hoy. Quizás también en nuestro corazón hay algún buey (o una moneda pequeña y resplandeciente…) con la que queremos negociar con Dios. Es bueno que nos dejemos recordar por Jesús que su amor es gratuito, misericordioso y llega hasta el extremo, hasta más allá de nuestra miseria. Miremos a Jesús crucificado y aprendamos de Él cómo es Dios (y como es una persona plenamente humana).

Hna. Alicja  Grzywocz , tc

Provincia Nazaret