Categorías
Artículos

Clara, faro de inspiración y guía, dentro y fuera

«¡Cuán viva es la fuerza de esta luz, y qué vehemente su claridad! Mas esta luz permanecía cerrada en el secreto de la clausura, e irradiaba fuera destellos luminosos; se recluía en el estrecho cenobio, y se difundía por todo el mundo. Se recogía dentro y se extendía fuera. Porque Clara, moraba oculta, mas su conducta era notoria. Clara callaba mas su fama era un clamor…” (cf. Bula de canonización. FF, 3284).

Al acercarse  la fiesta de santa Clara de Asís (1194-1253) el 11 de agosto, he estado reflexionando sobre la importancia  de su espiritualidad en la actualidad.

Clara de Asís es una de las grandes mujeres de la tradición cristiana y franciscana. En el contexto del mundo medieval del siglo XIII, Clara vivió y luchó con muchos de los problemas que están presentes también en nuestros días. En la vida, espiritualidad y obra de Clara de Asís todavía podemos encontrar respuesta a muchas de las preguntas y desafíos del mundo de hoy.

En nuestra realidad actual llena de tanto miedo, incertidumbre, violencia, enfermedad y muerte, causados por la pandemia, distinciones egoístas y hostilidad entre ricos y pobres, conflictos políticos, guerra y crisis medioambiental, Clara tiene mucho que enseñarnos sobre cómo vivir juntos en nuestro planeta tierra como hermanas y hermanos, todos hijos del único Dios. Como primera mujer franciscana, abrió caminos dándonos un ejemplo brillante de respuesta femenina a los desafío y valores del Evangelio.  Al poner todos los dones que la distinguieron al servicio de los demás, modeló una postura de liderazgo complementario. Mientras san Francisco movía el mundo con su extrovertido liderazgo carismático, santa Clara edificó silenciosamente “estructuras más fuertes” detrás de los muros del claustro.

“El Domingo de Ramos de 1212, Clara dio un paso audaz en su camino espiritual. Renunció a su posición privilegiada dentro de la nobleza y recibió el atuendo de los seguidores de Francisco. Eventualmente se instaló en san Damián, en una pequeña iglesia reparada por Francisco, justo debajo de la ciudad de Asís. Bajo la guía de Dios, Clara creó un nuevo camino para las mujeres, abrazando la pobreza, la humildad y la caridad como compañeras de camino”.

La vida de absoluta pobreza de Clara rompe con todos los atractivos de nuestra cultura consumista. Ella conoció al Único en Quien creía y ese Único fue su total suficiencia. “El único deseo de Clara era anclarse como una rama de la Divina vid; ser el Espejo de la Eternidad en la forma en que vivió su vida con sus hermanas y en la profundidad de su oración y contemplación del Cristo Crucificado y del Señor Resucitado. De esta manera, se dejó transformar en la imagen – el espejo – de la Divinidad misma”.

Clara nos enseña también cómo se construye una verdadera comunidad basada en la obediencia de amor. Su ejemplo de un liderazgo de servicio fue notablemente evidente. En el Testamento que escribió, se destaca la gracia de la fraternidad. Ella dijo: “Hay que prestar una cuidadosa atención al modelo de las relaciones”. Y esto precisamente porque ella imaginó una vida enclaustrada en la que la dinámica de las relaciones humanas es de máxima importancia. Creamos relaciones haciendo cosas juntas. “Nuestras relaciones con otras hermanas deben ser de apoyo”. Para Clara, la “hermana en el cargo” (no usó el término “abadesa”) debe ser una buena oyente, viendo en cada persona alguien a quien Jesús ha mirado y llamado. Ella deseaba que sus hermanas estuvieran nutridas, espiritual, emocional y físicamente. Porque esta es la naturaleza de la maternidad, dar vida.

 “La imagen del espejo era una de las imágenes favoritas en los escritos de Clara. El espejo es una visión y un símbolo. Hablaba de la profundidad de la realidad de Cristo reflejada en la persona humana. En su carta a Inés de Praga le aconseja que se mire en ese espejo que significa Cristo y contemple en él la pobreza, la humildad y, fundamentalmente, el amor sacrificado de nuestro Señor. Este espejo no solo está ahí para reflejar el amor redentor de nuestro Señor sino, que para ella, en la comunidad no hay lugar para ninguna distinción de clases o cualquier otra forma de discriminación: se aceptaba a todas las que se sentían llamadas a su forma de vida. Porque, según ella, la aceptación de los demás es la primera pobreza. Exhortó a sus hermanas a que mostraran con sus obras el amor que se tenían unas a otras para que las hermanas pudieran amar a Dios y a las demás con mayor intensidad”.

Hoy, enfrentamos consecuencias terribles debido a nuestra falta de reverencia por la creación. La crisis ambiental es el resultado de una falta de aprecio por las cosas buenas que nuestro Dios nos ha dado para nuestro beneficio. La existencia misma de la vida de nuestro planeta necesita una nueva visión. Nosotros, los seres humanos, a menudo no nos damos cuenta de nuestra interconexión con nuestra madre tierra. Perdemos de vista nuestra gran responsabilidad de cuidar nuestra casa común. Clara vio el reflejo de un Creador amoroso de todas estas maravillas creadas. En palabras de la propia Clara: “Que Dios sea alabado siempre y en todas las cosas”

Clara fue una mujer de oración, fortaleza y coraje, de sabiduría e intuición. Nos enseña la primacía de Dios y la gran importancia de la oración. Su luz se proyecta fuera porque su vida interior estaba profundamente anclada en Dios, su Padre amoroso. Como decía san Juan Pablo II: “Toda su persona fue Eucaristía porque desde su claustro elevaba una continua ‘acción de gracias’ a Dios…”

La espiritualidad apasionada de Clara continúa inspirándonos hoy a nosotras: «Nos convertimos en lo que amamos, y Aquel a quien amamos da forma a aquello en lo que nos convertimos».

 “Mírate en ese espejo todos los días… y siempre estudia tu rostro allí” (Clara, cuarta carta a la Beata Inés de Praga, 1245).

Clara sentía una profunda gratitud por la inmensa bondad de Dios, se consideraba privilegiada por haber sido llamada a tal vida. Profunda gratitud que la hizo exclamar como sus últimas palabras: “Bendito seas, oh Dios, por haberme creado”. El mismo Francisco la llamó ‘Cristiana’, la mujer cristiana. En verdad, fue fiel a su nombre de bautismo, Clara -que significa luz, clara e ilustre luz-. Una verdadera cristiana que dio un fuerte testimonio de la Luz de Cristo incluso desde su claustro. Su luz brillante que emana del mismo Cristo inspira y continúa derramando rayos de paz y esperanza en todos los rincones del mundo.

Hna. Mapin M. Pineda, Tc

Categorías
Artículos

Inés Arango: entregar la vida por el evangelio

Cuando hablamos de la Hna. Inés Arango, de manera espontánea nos sale hablar también del obispo Alejandro Labaka y la razón es que sus vidas se han unido en nuestra memoria y en nuestro corazón para siempre, desde que las entregaron por amor a sus hermanos aquel 21 de julio de 1987. 

De no ser así, Inés, como cualquiera de nosotras, sus hermanas, en la misión de Aguarico o en cualquiera de los 34 países en los que vivimos, habría pasado desapercibida en las tareas más cotidianas y sencillas. Habría quedado en todo caso, en el corazón de las gentes, la huella y el testimonio de su vida como mujer de fe, alegre, entregada a Jesucristo en su fraternidad y para los que más necesitaban.  Luchadora, deseosa y empeñada por vivir en coherencia aquello que creía… y poco más.

Alguien me preguntó una vez ¿qué es lo mejor que se puede decir de Inés? Respondí sin dudar: que entregó la vida.  La entrega de la vida que no es cuestión de un momento puntual, si bien es verdad que a veces llega, como le llegó a Inés… “el momento crítico de dar la vida”. Pero entregar la vida es más bien un “largo momento”, un largo camino que dura toda la existencia, hasta darla por completo sin reservas.

Por eso, cuando nos acercamos a la vida de Inés, es bueno recordar lo que ha sido para ella raíz, sustento, fuente, alimento, soporte, apoyo… todo aquello que está “por detrás” de su persona, aquello que la construye.

Inés nació en “la ciudad de la eterna primavera”, en Medellín (Colombia), en el año 1937. Tuvo la enorme fortuna de nacer en el seno de una familia creyente, de profunda religiosidad. De sus padres y hermanos aprendió, como por ósmosis, el valor de creer, de orar, de servir al prójimo…  Una fe, vivida con libertad en lo cotidiano, en lo más simple y sencillo, que supo ir haciendo propia a lo largo de su vida. De ellos también, heredó una vitalidad, una energía, un genio y un sentido de las cosas poco comunes, que le permitieron afrontar los momentos difíciles de su existencia con suma libertad.

Entre travesuras y rebeldías adolescentes, Inés iba creciendo en la fe. Todos sabemos que es necesario que la semilla de la fe se siembre, y que germine, y que dé fruto… y si puede ser, fruto abundante. Por eso, es importante que se nos anuncie la Palabra… con la palabra, con el testimonio de vida… y además: escuchar, no acallando en nosotros las inquietudes, los anhelos, los deseos. Algo de esto, ocurrió en Inés.

Acercarnos también a su vida para constatar aquello que le ha resonado “por dentro”, lo que ha sido el motor de su existencia, la razón última que le ha movido a vivir en entrega total, a actuar arriesgadamente, aquello que le ha sostenido, animado, impulsado a lo largo del camino. La inquietud misionera vivida en su familia, en la Parroquia, en la escuela… fue siembra abundante en la persona de Inés, como semilla que encontró tierra adecuada, tierra buena. Y es que, Inés, desde muy joven, no acalló las inquietudes. Avivó siempre el deseo y supo nutrirlo, alimentarlo, entre dificultades y sufrimientos.

Y, ¡cómo no! dejaron también su huella en Inés, las terciarias capuchinas, que en la vivencia cotidiana del internado, en Yarumal, con el grupo de muchachas, transparentaban su modo de ser franciscanas, por añadidura capuchinas y, con el “carisma”, con ese “toque especial” que les legó su fundador, Luis Amigó. Ese “toque especial” no era otro que la entrega incondicional a los últimos, a aquellos a quienes no va nadie… viviendo en la sencillez y alegría de la caridad fraterna… nutrida en la Palabra de Dios y en la Eucaristía. Entrega incondicional, por amor a Jesucristo encarnado, hecho uno de nosotros, nacido de María; por amor a Jesucristo Buen Pastor, que busca a quien se ha perdido; por amor a Jesucristo que ha dado la vida por nosotros, muriendo en la cruz y resucitando. Todo esto, con el estilo de la Sagrada Familia, viviendo en fraternidad, disponibles, dispuestas y entregadas. Las Terciarias Capuchinas, que llegaron de España a Colombia para ser misioneras… ¡Sabemos cuántas veces Inés repitió esto! Siendo ya terciaria capuchina, lo reivindicó entre nosotras, en su propia Congregación.

Nos podemos imaginar a Inés en este ambiente. Sin duda, momentos decisivos de siembra misionera en su corazón soñador. Los sueños de Inés se convertirán, poco a poco, en deseos. Los deseos, ¡al fin!, en realidades.

Adentrarnos de nuevo en la vida de Inés para ver cómo ella, escuchando esa música profunda que la llenaba cada día de vigor evangelizador, pudo descubrir lo que está “por delante”. Cómo descubrió que la vida sólo tiene sentido si se entrega, y, además, con el Evangelio en la mano, con el susurro de nuestro Carisma.

Las hermanas terciarias capuchinas, por deseo expreso de nuestro Fundador, recibimos este encargo: “ser zagales del Buen Pastor, buscando a la oveja perdida”. En lenguaje de hoy, se trata de vivir a favor de los últimos, de los desheredados de la tierra. Es una llamada a ser mujeres arriesgadas, hasta entregar la vida si fuese necesario.

Inés vivió esto cabalmente. Aprendió a recibir como un DON esta vivencia carismática, que la marcaría para siempre; y también como una TAREA, como un trabajo a realizar y que nadie podía hacer por ella. Inés es una mujer muy receptiva y luchadora, soñadora y crítica, feliz y cantarina. La «música» que Inés va escuchando en su interior, unida a todo lo que va aconteciendo a sus hermanos los Huaorani, va inclinando su corazón, cada vez más, a los últimos.

En estos días del mes de julio, próximo a cumplirse el día 21, el 34º aniversario de su vida entregada junto al obispo capuchino Alejandro Labaka, quedamos invitadas a participar de los eventos que cada año, en memoria de Alejandro e Inés se organizan en el Vicariato de Aguarico, especialmente a la 15ª Caminata, este año virtual y también física. Podemos encontrarlo en su web: www.alejandroeines.org.

Celebremos también la entrega de nuestra hermana Inés volviendo a leer su biografía (Barro y vasija en la selva herida) de la que ahora disponemos en esta página web congregacional en formato PDF. Divulguemos su vida entre los jóvenes. Veamos en ella la vivencia cumplida de nuestra entrega misionera a los más desfavorecidos. Pongámosla como intercesora, pidiendo su beatificación.

Que Inés y Alejandro, discípulos y misioneros entregados en el corazón de la selva ecuatoriana, sean para nosotros bocanada de aire fresco, susurro de Evangelio, rumor fraterno, fuego evangelizador…

Hna. Isabel Valdizán Valledor, Tc

Categorías
Artículos

¨Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo, y he escuchado su clamor¨

Gracias a mi Congregación de Hermanas Terciarias Capuchinas, especialmente a la Hna. Ana Tulia López, Superiora general y Consejo, a la Hna. Yolanda de María Arriaga, Superiora provincial y Consejo de mi Provincia “Ntra. Sra. de Guadalupe” y a la Conferencia Latinoamericana de Religiosos (CLAR), quien me proporcionó la beca, se hizo posible que hace cinco meses iniciara un camino de conocimiento, acompañamiento, y descubrimiento doloroso de una realidad de muerte y resurrección por la cual está transitando nuestra Iglesia hoy. A pesar de la pandemia del  COVID-19 ha sido el primer grupo internacional, multicultural, en su mayoría de lengua hispana, de la Universidad Pontificia Gregoriana, que logra terminar el Diplomado en Protección de Menores, de manera presencial, durante los meses de febrero a junio 2021.

Nada fácil  reconocer una de las llagas por las cuales hoy la Iglesia debe iniciar un camino de conversión y de reparación ante las situaciones de abuso. Es ilógico querer hacer hablar a Dios desde el perdón, como característica de un Dios compasivo, o pretender que la justicia divina actúa sobre los actos pecaminosos de la humanidad. Son respuestas muchas veces erróneas que se cometen por ignorar cómo atender a las víctimas de abuso sexual o bien sea, para no comprometerse en la tarea restaurativa sanadora, en la que algunos no quieren asumir la humillación y prevalece una actitud defensiva por el buen nombre o status de la Iglesia.  

Corresponde visibilizar a las víctimas,  las cuales se han quedado relegadas sin atención, por lo cual es necesario  la intervención de éstas, acompañarlas desde el trato empático, atendiéndolas humana y emocionalmente.

Quienes han asumido su responsabilidad valientemente, han tenido que aprender cómo sobrellevar los procesos de casos y han ofrecido los medios de tratamiento  debido, o indemnización a los afectados.

Es menester de la Iglesia la atención a las víctimas desde el reconocimiento, cercanía, con un buen trato fraterno que permita acercarse como el Dios de Israel que escucha el clamor de su pueblo (Ex 3,7), creando espacios de diálogo, encuentro, en los que se inclina para conocer el sufrimiento y el dolor. Atender las necesidades de los hermanos que han sido afectados por los sucesos, dando oportunidad para  expresar sentimientos, emociones, silencios no compartidos. Esta es la oportunidad para restablecer a fieles que forman parte de una comunidad con posibilidad de solidarizarse desde la acogida, la cual da fuerza para reponerse. Es hacer camino  de prevención, salvaguarda en comunión eclesial, creando redes de apoyo para trabajar en equipo con instituciones, profesionales, y con quienes en este curso se han tejido lazos fraternos para crear una red de apoyo, porque hemos reconocido que también somos vulnerables y necesitamos ser sostenidos, acompañados. Esta será la tarea con las diferentes comisiones que se están formando en las diócesis, parroquias, en las congregaciones religiosas, la CLAR y diversas Conferencias de Religiosos a nivel internacional, en las que se trabajará por la cultura de la prevención.

El proceso de sanación conlleva  el acompañamiento a las víctimas, sin prisas, no buscando resultados inmediatos; más bien cuidar con entrañas de misericordia, caminando a la par de quien carga las situaciones difíciles y en las cuales cada uno asume con responsabilidad su realidad.  Es escuchar el clamor, inclinarse desde una mirada profunda como Dios lo ha hecho con su pueblo, escuchando, acercándose, superando prejuicios, arriesgando, siendo creativos en inventar gestos de ternura para que se dé un proceso gradual, paciente. Un proceso que implica relaciones simétricas sanas, de comprensión inclusiva para acoger incluso a los agresores. Deben darse en la comunidad o la Iglesia espacio para la atención, con apertura, acogida a la escucha atenta, en ambiente de libertad y respeto en cada situación, con la mirada de Dios, compasiva, que se conmueve por la herida causada.  Abrir nuevas posibilidades de comprender la realidad vivida e ir construyendo un camino de sanación partiendo del “testimonio verbal” en clave de historia de salvación, percibiendo al Dios de la vida actuante.  Hacer memoria en la cual se trasciende la actuación de Dios que se revela en el dolor del  pasado para dar sentido al  presente.

La Iglesia en su tarea evangelizadora  como madre, camina al lado de sus hijos y se ofrece como intermediaria, pues va revelando la salvación a través de los hechos de una historia personal en la cual  se va manifestando el amor en medio de los padecimientos, y ofrece un camino de vida y esperanza. Hago eco de las palabras de la Hermana Nathalie Becquart, a quien el Papa Francisco nombró en febrero de 2021 como una de los dos Subsecretarios del Sínodo de los Obispos, al referirse a : “Todos, como bautizados, estamos llamados a luchar contra el clericalismo que se ha identificado como la raíz de cualquier abuso, que es siempre consecuencia de un abuso de poder”, por lo tanto es necesario promover el discernimiento, para buscar la corresponsabilidad, subsidiariedad, desde un nuevo estilo de gobernanza, en la Iglesia. Hacer camino  de sinodalidad con la  participación  activa de todos los miembros en la misión compartida, buscando juntos consensos,  desde un liderazgo libre, que hace partícipe a la comunidad en la toma de decisiones  para evitar protagonismos o  retraerse en un narcisismo egoísta, para superar las grandes tentaciones institucionales del encubrimiento, impunidad, silencio y engaño… reconstruir la coherente articulación (saliendo del dualismo) misericordia-justicia, sinodalidad-colegialidad, vulnerabilidad-precariedad.

La cultura de prevención inicia desde  la vida eclesial, en todas sus estructuras, dimensiones y representatividad, de todos los miembros del pueblo de Dios; es la misión de la Iglesia, especialmente con los más vulnerables (“minores”), para anunciar la Buena Nueva a toda la creación en el servicio oblativo sin dominación.

Al concluir este tiempo de gracia, volvemos a nuestras comunidades, parroquias, diócesis con la esperanza de servir y ayudar a los más vulnerables con la exigencia del amor, sembrando la cultura del buen trato.

Hna. Priscila Brenes Granados, Tc

 

https://www.dropbox.com/s/ckmetktzoy9xib5/video%20FINAL%20Diploma%20CCP%202021.mp4?dl=0

Categorías
Artículos

La educación en tiempos de pandemia

Para nadie es un secreto que el COVID19 ha permeado todas las esferas de la vida humana. Esta pandemia nos sorprendió imbuidos en lo que llamábamos “normalidad”, dormidos en nuestras comodidades y afanes personales; nunca imaginamos que algo tan minúsculo, tuviera el suficiente poder para arrebatar en tiempo record miles de vidas humanas en todo el mundo. Ni la condición social, ni la fama, ni el dinero han servido de salvavidas. Una realidad que nos ha hecho ver que no somos tan poderosos como lo creíamos, “nuestra vulnerabilidad quedó al descubierto”, como lo afirma el Papa Francisco.

Esta pandemia también ha desenmascarado las brechas existentes en muchos ámbitos de la sociedad y el campo educativo no ha sido la excepción. Los sistemas educativos del mundo se han visto confrontados y abocados a cambiar sus dinámicas, unos con mayor velocidad y efectividad que otros. Las grandes potencias del mundo lograron en poco tiempo a través de los medios virtuales y digitales dar continuidad a los procesos educativos. Lamentablemente, para los llamados países del tercer mundo, la realidad ha sido muy distinta; a la falta de conectividad en diversos territorios, se suma el hecho de no contar con equipos y dispositivos electrónicos para poder acceder a las clases virtuales y, como dato clave en este momento histórico, un gran número de población docente a la que podría catalogarse como “analfabeta digital”, lo que también ha ocasionado la ralentización de los procesos.

 

Desde toda esta realidad resurgen grandes interrogantes que retan a los actores educativos: ¿Qué enseñar? ¿Para qué enseñar? ¿Cómo evaluar? ¿Qué hacer en una clase virtual o cómo diseñar una guía didáctica de tal forma que se mantenga vivo el interés y la motivación frente al aprendizaje? Son apenas algunos de los muchos cuestionamientos que comportan la realidad del COVID-19 en el sector educativo. Y es que no resulta tan sencillo, pensar la educación en tiempos de pandemia.

En los primeros meses en los que estábamos confinados, expertos en educación se pronunciaron y decían que la escuela no podría ser la misma, cuando se diera la posibilidad de regresar a las aulas de forma presencial, en lo que ahora conocemos como “alternancia”. Y sí, seguramente muchos habrán logrado esta innovación, urgente y necesaria. Pero otros tantos, continúan sumergidos en los rezagos de una educación tradicional que no permea la vida de los estudiantes, ni los capacita para ser agentes transformadores de la sociedad.

Por consiguiente, los roles y el escenario del proceso educativo han cambiado, la exigencia no ha sido solo para los docentes en el uso de los medios tecnológicos o en la necesidad apremiante de lograr una verdadera transformación curricular que le apueste a mejorar la calidad educativa; también los padres de familia y cuidadores se han visto exigidos a reaprender y situarse en la perspectiva de la enseñanza, algo para lo que no estaban capacitados ni habituados en la mayoría de los casos, puesto que muchos no cuentan ni con las herramientas ni con el nivel educativo básico para acompañar el proceso académico de sus hijos. Esto ha generado al interior de los hogares estrés, cansancio e incluso deserción escolar, sobre todo en la población más vulnerable.

Aunque siempre se ha dicho que la responsabilidad del proceso educativo es un compromiso que atañe tanto a las instituciones educativas como a las familias, en teoría hasta antes de la pandemia, solo la primera instancia asumía realmente este compromiso. Hay que reconocer que la tarea de “reinventarnos” ha sido asignada tanto a los estudiantes, como a los padres de familia y los educadores.

Es común escuchar una frase que en su momento fue válida: “no estábamos preparados”, pero ya es hora de dejar atrás esa justificación y armarnos de pasión, dinamismo y creatividad para hacerle frente al ahora histórico que nos apremia. Este desafío supone reconocer el problema estructural de la educación; la disparidad en las oportunidades educativas y tecnológicas es clara y es una realidad que no se puede desconocer, pero no por ello debemos descartar la posibilidad de gestar al interior de las instituciones educativas un proceso humanizador, en el que la prioridad sea formar estudiantes resilientes, capaces de salir de sí mismos, comprendiendo la vida desde un sentido altruista y conscientes de la necesidad de trabajar por una ecología integral. La educación del siglo XXI tiene que ser una educación que propenda, más que enseñar a pensar, enseñar a convivir.

Iniciativas como el Pacto Educativo Global, promovido por el Papa Francisco, buscan precisamente abrir puertas para que, desde la educación, se puedan dar procesos reales de transformación social. El momento es ahora, no perdamos la oportunidad de resignificar desde pequeñas acciones el ambiente educativo.

La pandemia nos ha puesto de cara a este gran desafío y desde nuestro ser y hacer como Terciarias Capuchinas tenemos todas las herramientas para dar una respuesta coherente con el Evangelio y con la tenacidad de nuestro Carisma.

Hna. Yury Tatiana Amaya Mendoza, Tc

Categorías
Artículos

Que lo amemos, que lo amemos de verdad

Con estas palabras, convertidas en invitación, pronunciadas por la protagonista de este artículo, nuestra hermana Rita White Arango, concluye el video que ofrecemos (preparado por nuestra Hna. Iria Natalia Ágreda Abreu, contando con la colaboración de diversas hermanas), en el que recogemos algunas pinceladas de la vida de nuestra hermana Rita, la hermana mayor de nuestra Congregación en este momento, que cumple el día 27 de junio nada menos que 109 años.

Nuestras palabras escritas resultan pobres ante los testimonios de las diferentes hermanas que han querido compartir algo de lo que Hna. Rita ha sido en sus vidas y en la vida de la Congregación, por lo que dejaremos que las imágenes y las voces resuenen y entren en nuestro corazón agradecido al Señor por la larga vida de Rita.

Rita White Arango, que recibió el nombre de Hna. Pilar de Jesús de Manizales al entrar en la vida religiosa, es fruto del amor de don Enrique White y doña Elisa Arango, quienes junto con el Señor, trajeron al mundo a esta gran mujer el día 27 de junio de 1912 en Manizales, Departamento de Caldas, Colombia. Y fue bautizada el día 3 de julio del mismo año. Los padres de Rita le dieron una buena formación humana y cristiana; su educación fue fraguada fundamentalmente por la lectura y la comprensión de textos que le fueron entregando un bagaje intelectual admirable para la época.

En el año 1932, Rita solicitó el ingreso a nuestra Congregación de Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia y el 2 de julio inicia su Postulantado en Yarumal (Antioquía), prosiguiendo con el Noviciado en la misma casa, el 29 de marzo de 1933. Emitió su Primera Profesión el 25 de marzo de 1934, día en el que recordamos el misterio de la Anunciación y el hermoso gesto de amor de Dios  de encarnarse y hacerse parte de la humanidad. Rita, sin duda, ha sabido imitar a su Señor a lo largo de su vida con amor y entrega por los demás… El 22 de enero de 1939, realizó su Profesión perpetua en Yarumal, ofreciendo todo cuanto era al Señor, en servicio de su Reino de amor dentro de nuestra Familia religiosa…

La hermana Rita se desempeñó, la mayor parte de su vida como educadora, esforzándose siempre por transparentar en los niños y jóvenes, el rostro de Jesús Maestro, que acompaña y enseña a otros el amor de Dios… Fue una mujer entrañable, dejando en sus alumnos una huella profunda del amor a la Eucaristía, a la Virgen María, a la Palabra de Dios y un caudal de valores que fueron formando maravillosamente a sus alumnos en la parte académica, científica y espiritual, preparándolos para poder servir a la sociedad y a la Iglesia en distintos campos.

En la vida personal de Rita, la oración, el acompañamiento de buenos directores, la tenacidad en cuanto se proponía… le ayudaron a ser fervorosa, honesta, paciente, generosa, constante, con sentido de responsabilidad, prudente, disponible, alegre, organizada y estaba adornada con una memoria formidable, que ha mantenido hasta hace no mucho tiempo. Rita ha sido y es una mujer de fe, de diálogo; le apasionaba la lectura, leía con predilección las moradas de Santa Teresa; supo sobrenaturalizar lo ordinario con religiosa maestría.

Desde el año 1934 hasta 1967, nuestra hermana prestó sus servicios en distintas comunidades de Colombia y en ese 1967, pasó a Venezuela, a la entonces Provincia “San Francisco”, hasta el año 1991 en que regresa nuevamente a Colombia, a su Provincia “San José”. Rita ocupó puestos de responsabilidad en algunas instituciones, como Directora de diferentes Colegios,  Ecónoma y Administradora. Fue Superiora en diversas comunidades y también Maestra de Novicias, esforzándose siempre por darle gloria a Dios con todo su ser y hacer.  Incluso, cuando sus responsabilidades giraron en torno a la portería, a los oficios varios, a la biblioteca y hoy, miembro de la comunidad “Nuestra Señora de Montiel”, de la Provincia Ntra. Sra. de la Divina Providencia, como hermana mayor, Rita sigue alegre y sonriente, transparentando al Dios vivo a quien tanto ama…

Concluimos como comenzamos, pidiendo al Señor que nos enseñe a amarle a Él, a amarle de verdad, como nos invitaba nuestra Hna. Rita; es lo que ella misma ha intentado vivir a lo largo de su larga existencia.

¡Feliz cumpleaños, Hna. Rita!

Categorías
Artículos

Un hombre comprometido en el acompañamiento y la formación de los laicos: Luis Amigó y Ferrer

Como seres humanos descubrimos que no podemos caminar solos, necesitamos de los demás para ir creciendo humana y espiritualmente. Es así como vemos la necesidad de escrutar los caminos del acompañamiento y la formación, haciendo procesos que lleven a madurar la vida cristiana, como nos lo recuerda el Papa Francisco (cf. EG 169). 

La tarea del acompañamiento y la formación de los laicos nos puede llevar a la tentación de mirar el panorama con incertidumbre y desesperanza; pero la experiencia de Luis Amigó en esta misión, nos llena de confianza, de esperanza, de entusiasmo.

Y ¿cómo realiza Luis Amigó esta misión? Descubramos sus búsquedas, sus éxitos, sus limitaciones en esta tarea; pero sobre todo, su entusiasmo, perseverancia y confianza en Dios y en los laicos, quienes son responsables de su propio proceso y se comprometen a compartir la riqueza de Jesucristo en sus vidas.

La visión humana y espiritual del Padre Luis parte de un concepto centrado en la dignidad de la persona, capaz de dejarse transformar y de transformar la Iglesia y el mundo que habita. No podemos olvidar que Luis Amigó se formó en su juventud en algunos de los movimientos integrados en la espiritualidad católica seglar y comprometidos con una labor de promoción religiosa y social: la Escuela de Cristo y la Congregación de san Felipe Neri, razón que incide fuertemente en un apostolado de acompañamiento y formación de los laicos, que genere una transformación personal y social. Así lo refiere en sus escritos: “la Tercera Orden es obra del Señor y ocasionó una innovación en la Iglesia y una transformación completa en la sociedad” (OCLA 1016-1017). 

Por otra parte, “el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios” (Gn 1,27), y como tal tiene una dignidad, “el ser hijo de Dios” (OCLA 1323), por lo que hay que trabajar siempre en la formación integral de la persona. Porque, más que una teoría científica, psicológica o educativa, su acompañamiento formativo con los laicos se convierte en un estilo de vida que va marcando un modo particular de ser, estar y evangelizar, preocupándose por encarnar en su persona e inculcar en la vida del cristiano, el compromiso bautismal. Por ello, el Padre Luis  insistía con frecuencia en la riqueza, nobleza y dignidad que nos honran y distinguen a los cristianos, hechos hijos de Dios y herederos de su gloria (OCLA 1329).

El apostolado con los laicos está presente siempre en la vida del P. Luis, como capuchino y como obispo,  enraizado en la cotidianidad, dejándose iluminar por la pedagogía humana que utiliza Jesús con sus discípulos: el respeto a la dignidad de la persona, la escucha de la realidad, la utilización de un lenguaje conocido, familiarizado, contextualizado, la lectura e interpretación de las Escrituras, la cercanía y el afecto a las  personas.

Asume desde los años de su juventud, el acompañamiento como una constante que se encuentra presente en sus múltiples actividades formativas, principalmente en las congregaciones de la Venerable Orden Tercera, las Hijas de María y los Luises (OCLA 50). Su preocupación por la formación de los jóvenes de ambas  asociaciones estuvo orientada hacia la  vida cristiana (OCLA 2170), con un  acompañamiento que surge como un imperativo en el camino de crecimiento personal de los miembros de los  grupos y con una sabiduría humana y espiritual encarnada en la realidad de su época, aplicada en la vida cotidiana y sostenida desde un testimonio de vida cristiano veraz y convincente.

El momento culmen en este ámbito aconteció al inicio de su ministerio sacerdotal, con el nombramiento de Comisario de la Venerable Orden Tercera, el 20 de octubre de 1881, con todas las facultades necesarias… (cf. OCLA 60-62). La nota 39 a pie de página de OCLA 61, recoge la opinión del P. Melchor de Benisa respecto al Padre Luis en este ámbito: “Tenía gran acierto y ojo clínico para conocer a los que deseaban entrar en ella, y les recomendaba que no la hiciesen política, sino sumamente seráfica, siendo en las parroquias el brazo derecho del párroco… Su desvelo en la formación de los miembros de la Tercera Orden fue llevarlos a Dios, desde su testimonio de vida; así lo atestiguan los cofrades, quienes “le respetaban como a un hombre santo y seguían sus indicaciones con diligencia y alegría”.

El Padre Luis impulsa una formación que incide en el fervor espiritual de los miembros de aquellos  grupos de la V.O.T. que se “propagaban aceleradamente durante los primeros años de la restauración que en 1893, llegaron a ser 17.864 los Terciarios dependientes de la provincia capuchina de Toledo, de la que el Siervo de Dios era Definidor provincial”(cf. OCLA 62, nota 40 a pie de página). 

Luis Amigó trabaja incansablemente en el progreso y la extensión de la Tercera Orden a la que asistía una enorme multitud de fieles; la organización de los grupos contribuye fuertemente en su crecimiento, de tal manera que, “llegaron a ser un número considerable de hermanos y hermanas… por lo que se pensó en la necesidad de ir fundando nuevas congregaciones”(OCLA 61). También estimula a los miembros de la Tercera Orden a participar en congresos como espacios formativo así como en otras celebraciones (OCLA 2449).

Durante su ministerio episcopal escribe cartas, circulares y exhortaciones apostólicas donde pide a sus sacerdotes, entre otros, acompañar y formar la vida cristiana de los “fieles laicos” con celo apostólico e infatigable labor evangélica (OCLA 1137). En éstas manifiesta preocupación por la formación de la vida espiritual, trabajando con gran celo e interés por la salvación de las almas y para que Jesucristo sea conocido y amado de todos (OCLA 1142-1143); el trabajo incansable y la restauración de la sociedad que se ha apartado de Jesucristo; para ello pide a los laicos de uno y otro sexo, trabajar a este fin, pues a ellos se les presta mayor atención que a los sacerdotes (OCLA 1147); la colaboración con Jesús Buen Pastor para atraer al redil a las “ovejas descarriadas” conduciéndolas al campo de la Iglesia donde pueden saciarse de la doctrina de Jesucristo (OCLA 1136); la formación de las familias cristianas como un apoyo y sostén de la sociedad, fijando los ojos en el modelo de la Familia de Nazaret (OCLA 1102-1103); la lectura de la realidad desde la fe para discernir las decisiones sobre las dificultades económicas, sociales, morales y espirituales, que vivía la sociedad (OCLA 297; 1054); la promoción y el avance de la ciencia, cuya fuente y origen es Dios, como medio de progreso de los pueblos (OCLA 936); la edificación de la paz y la justicia que emanan de la misericordia de Dios (OCLA 656-657); la construcción de una  sociedad más humanitaria donde las gracias y favores recibidos de Dios se deben emplear en beneficio de los semejantes, pues al prójimo lo hemos de considerar como a nosotros mismos porque es nuestro hermano (OCLA 1051). Estas y muchas más inquietudes hicieron de Luis Amigó un hombre comprometido con un acompañamiento y una formación inmersa en la realidad cristiana, social, política, económica y en una transformación de la sociedad que tiene su fundamento en la caridad y en la doctrina de Jesucristo.

Además de todo esto, podríamos decir que Luis Amigó fue un hombre capaz de vislumbrar el importante rol del laico en la Iglesia, en la sociedad y de valorar la necesidad de caminar juntos en sinodalidad, como lo recuerda hoy la misma Iglesia, para construir el Reino de Dios. Así lo refiere en sus escritos: “los fieles laicos, están obligados a trabajar cada cual en la esfera de su acción, en la propagación de la fe y en dar a conocer a los hombres a Jesucristo, subrayando de suma importancia, el apostolado seglar” (OCLA 1147). Constatamos que, su relación con ellos, se ve favorecida por una participación activa y responsable en acontecimientos, celebraciones y actividades organizadas, tanto en el campo espiritual como civil.

 

Hoy nosotras, Terciarias Capuchinas, nos sentimos urgidas a compartir con los laicos el don del Carisma (Const. 63), un regalo del Espíritu para toda la Iglesia, y para la extensión del Reino; a impulsar desde la novedad del Espíritu Santo y del Padre Luis un acompañamiento formativo como dinámica procesual e integral, utilizando la pedagogía de Cristo Buen Pastor, imagen que nos habla de la experiencia profunda de Jesús al cuidado de cada una de sus ovejas; a buscar caminos que nos abran a una nueva mentalidad, caminar junto a los laicos y a impulsar distintas formas de ser y estar, movidas a compasión desde la misericordia, el desapropio y la inclusión.

HNA. MARÍA ANABELLE CÉSPEDES MORALES, TC

Categorías
Artículos

Ayúdate y el cielo te ayudará. Un programa formativo autosostenible

Desde el inicio de nuestra presencia congregacional en la República Democrática del Congo, en 1971, concretamente en la Misión de Kansenia, fue prioritaria la creación de un “foyer” (escuela-hogar). El nombre de dicho “foyer” se ha mantenido en el tiempo, Kinzala, que podríamos traducir como hogar que nunca se seca.

Acogiendo la invitación de nuestro Fundador, el Padre Luis Amigó, de estar siempre abiertas a los signos de los tiempos para dar respuesta a las necesidades reales de las personas a las que queremos servir, las hermanas que comenzaron en nuestra tierra africana la misión, constataron la precaria situación de la formación de las jóvenes, por lo que pusieron en marcha el foyer que sigue existiendo después de 50 años de historia.

El foyer Kinzala tiene como objetivo promover integralmente a la mujer, ofreciendo a las jóvenes una plataforma donde ellas mismas sean agentes de su formación, participando activamente en las actividades que se organizan, desplegando sus dones en la sociedad como personas creadas a imagen de Dios, con derecho a recibir una educación adecuada.

Todo lo que es importante tiene un precio en la vida. La educación es una de esas dimensiones importantes en la existencia de cada persona. Y la educación que las jóvenes reciben en el foyer Kinzala requiere un trabajo responsable a todo nivel, puesto que no se trata solamente de recibir contenidos a nivel intelectual, sino de una formación para la vida.

Las jóvenes que acceden al foyer, provienen muchas de ellas de aldeas lejanas a la Misión y no cuentan con recursos suficientes para poder pagar los gastos del internado. Es por ello que, ayer y hoy, el foyer lucha por ser autosostenible, creando estrategias de autoformación y aprendizaje, que son al mismo tiempo apoyo financiero para hacer realidad esa educación integral de la que hablábamos antes.

Como subraya el P. Juan Antonio Vives, tc en su libro “Un hombre que se fió de Dios”, hablando del método amigoniano en la educación de las personas al estilo de Jesús, el joven “es en definitiva el agente principal de la educación. Muchas acciones educativas fracasan cuando no se concede tiempo al alumno para que las valore y anhele. Incluso la medida mejor puede convertirse en perniciosa y paternalista, si el alumno no está en condición de recibirla. En educación no basta con que el educador quiera hacer el bien, es necesario que el educando ansíe y acepte eso mismo como bien. Luis Amigó valora muchísimo los momentos de reflexión por parte del educando. Sabía que sólo el que toma conciencia de su situación, se decide libremente a cambiar”.

En el foyer Kinzala hemos hecho de la joven el agente principal de su formación y además de los cursos de alfabetización y cultura general, educación Primaria y educación Secundaria, se les inicia de forma práctica en la economía doméstica. Se cuenta con espacios para aprender costura y bordado, se cultiva una buena extensión de terreno que pertenece al foyer y se crían animales para el consumo doméstico, así como medio de financiación del propio foyer.

  • Alfabetización y cultura general. Aunque es preferible que las jóvenes hayan terminado la escuela primaria, acogemos en ocasiones algunas que no saben leer ni escribir, puesto que en muchos de los poblados no existen escuelas. A las que toman conciencia de la necesidad de formarse y muestran voluntad por aprender, les facilitamos la educación adecuada a su realidad y posibilidades. Actualmente hay un grupo de 10 jóvenes en este grupo que reciben también cursos de costura. Otras tres jóvenes están estudiando educación Primaria y 32 educación Secundaria.
  • Talleres de costura y bordado. Como acabamos de señalar, a las jóvenes que no han realizado la escuela Primaria, además de los cursos de alfabetización se les imparte una formación práctica, aprendiendo a coser y a bordar, de manera que puedan tener un oficio que les servirá más adelante en sus lugares de origen. Lo que van produciendo (manteles, vestidos, bolsos…) se expone para la venta y el fruto de la misma es fuente de ingresos para el foyer, ayudando así a poder comprar nuevas telas y materiales.
  • Trabajo agrícola. La mayoría de las jóvenes no pueden pagar los gastos del internado en especie. Por ello, cultivan el campo para contribuir a su alimentación diaria. En este momento se están trabajando tres hectáreas para la obtención de los productos de primera necesidad, entre otros: maíz (2 ha.) alubias (media ha.) cacahuetes-maní (2 ha.) y diversas clases de tubérculos (media ha.) y verduras.
  • Cría de animales. Las jóvenes trabajan por turnos, dando de comer a los cerdos, cabras, gallinas… y limpiando las dependencias. Los animales se consumen igualmente para la propia alimentación en el foyer, pero son al mismo tiempo una fuente de financiación. El dinero de la venta ayuda a pagar otros gastos comunes, materiales de costura o realización de diferentes actividades que se organizan, siempre en apoyo de la propia formación de las jóvenes. Todo el mundo lo hace con entusiasmo y alegría.

Durante todos estos años de existencia, han ido pasando por el foyer Kinzala un buen número de jóvenes que han aprendido de la vida y para la vida. La falta de recursos económicos no ha sido nunca freno que impidiese seguir adelante en el deseo de formarse para ayudar a otros. Estas mujeres han sido líderes responsables en sus poblados, en la sociedad; han formado hogares estables y han enseñado a otras mujeres lo que ellas habían aprendido con el sudor de su frente, con el trabajo de sus manos… Experiencia vivida de autosostenibilidad que continúa sirviéndoles para sacar adelante a sus familias, haciendo realidad lo que dice el adagio popular: “Ayúdate y el cielo te ayudará”.

La educación es un derecho pero al mismo tiempo es un privilegio aprender a experimentar que vamos construyendo ese camino de aprendizaje, que pasa por valorar el precio de la formación. La persona que ha trabajado para hacer posible su formación es emprendedora y se adapta a la realidad de la sociedad, buscando siempre alternativas para salir de tantas situaciones en las que el hombre se siente dejado a su propia suerte. Para llegar a ello, la concienciación es una herramienta vital que en el foyer Kinzala ayuda a la joven a tomar conciencia de la realidad y ponerse manos a la obra, participando de lleno en todas las actividades propuestas.

Damos gracias a Dios que acompaña a sus hijos e hijas en todo momento. ¡Todo es gracia!

HNA. VIRGINIE KAZADI THSILANDA, TC

Categorías
Artículos

Más allá de la religiosidad popular: María, Reina de Polonia

Cuando pienso en mi experiencia de Dios, los primeros recuerdos que guardo son de la tradicional Eucaristía dominical junto a mis padres y hermanos. Una vez terminada la Misa, mi padre nos llevaba de la mano delante de la imagen de la Madre de Dios (así le llamamos a María en Polonia, más que “la Virgen”), Madonna Negra, Madre de Dios de Częstochowa, Reina de Polonia, con su rostro serio y dos heridas en la mejilla. Recuerdo que de niña no sabía para qué nos arrodillábamos ante esta imagen sombría y majestuosa, pero parece que a María esto no le molestaba: ella sí que sabe siempre por qué nos mira y señala a su Hijo. Soy la Hna. Alicja Grzywocz, Terciaria Capuchina, polaca, y tengo el gusto de compartir contigo algunas pinceladas de la vivencia de María como Reina de Polonia.

Aunque de Roma a Gniezno -la primera capital de Polonia- hay poco más de 1500 km, la fe cristiana ha tardado casi mil años en llegar a estas tierras eslavas. Nuestro príncipe Mieszko I fue bautizado en el año 966 y la primera iglesia que mandó construir tenía como advocación la Asunción de la Virgen María. Hasta hoy la catedral de Gniezno -que bajo sus muros esconde las ruinas de aquella primera iglesia-  es llamada “madre de las iglesias de Polonia”. Una madre muy fecunda de la que sus hijos habían heredado una veneración muy especial por la Madre de Dios. 

El primer himno de nuestro país fue una oración cantada a la Virgen María. Con ella y el nombre de María en la boca, el ejército polaco iniciaba sus batallas que -entre otros motivos, debido a su ubicación geográfica en el centro de Europa- han sido muy numerosas a lo largo de nuestra historia. Fue en el siglo XVII -también en el contexto de la guerra- cuando el rey de Polonia coronó a la Madre de Dios, llamándola Reina de Polonia. Lo curioso es que casi 50 años antes, la mismísima Virgen pidió ser llamada así. La historia dice, que un jesuita italiano oraba en Nápoles y vio a María vestida como Reina y con el Niño Jesús en sus brazos. El jesuita quiso saludar a la Virgen con un título con el que todavía no había sido venerada por nadie. La Virgen tomó la iniciativa y le dijo: “¿Por qué no me llamas Reina de Polonia? Me encanta este reino y voy a hacer grandes cosas por él, porque un amor peculiar por mí arde dentro de sus hijos”. Los jesuitas -después de examinar cuidadosamente esta aparición y tenerla confirmada por la Iglesia como verídica- hicieron llegar la noticia a nuestro rey que incluso llegó a recibir al citado jesuita, quien caminando llegó a Polonia, el Reino de la Virgen María. En la torre de la iglesia de la Asunción, en la plaza mayor de Cracovia (por entonces, capital de Polonia), se puso una corona en señal de acoger esta petición de la Virgen.

El momento de la coronación más sonado no llegó hasta después de la invasión de Polonia por Suecia y Rusia (conocida como la “inundación sueca”). Un momento clave de esta guerra fue la defensa milagrosa del monasterio de Jasna Góra (La Montaña Clara) en Częstochowa, donde se veneraba el icono de la Madonna Negra. Las crónicas cuentan que un grupo muy limitado de soldados, después de haber pasado la noche en oración ante el icono de la Madre de Dios, defendió a Jasna Góra ya que Ella luchaba con ellos en contra de un ejército mucho mayor. Otras ciudades al oír la noticia, volvieron también a la batalla con ánimo renovado, sabiendo que la Virgen estaba de su parte. La victoria en Jasna Góra y finalmente en todo Polonia, llevó al rey Juan Casimir a coronar a la Virgen como Reina de Polonia y pronunciar sus votos en nombre de todo su reino. La celebración se llevó a cabo en Lviv (hoy Ucrania, pero en aquel momento Polonia) en 1656.

No ha sido ésta la única ocasión en que se ha coronado a María como Reina de Polonia: se ha repetido este hecho más de 50 veces, renovando en diferentes momentos históricos el compromiso que conlleva. Pocos años después de haber recobrado Polonia la independencia (1918) y finalizada la II guerra mundial, tienen lugar dos jubileos muy significativos: en el año 1956 se cumplieron los 300 años desde los votos de Juan Casimir y la coronación de la Virgen como Reina de Polonia y en 1966, los mil años del bautismo de Polonia. El Cardenal Stefan Wyszynski (muy amigo de Juan Pablo II y cuya beatificación será el próximo ms de junio) proclamó  novenas de preparación a dichos jubileos. En 1956 toda la nación renovó los votos ante la imagen de la Madre de Dios de Czestochowa y comenzó la preparación al jubileo del milenio del bautismo, donde una de las iniciativas fue la peregrinación de una copia de la imagen de la Virgen Negra de Czestochowa por las parroquias de Polonia. 

Sobre aquella peregrinación he oído hablar a muchas personas y aunque yo por mi edad no la viví, puedo sentir la importancia de este acontecimiento en Polonia. El contexto era muy poco favorable, ya que el gobierno comunista hacía todo lo posible para ahogar la fe en Polonia. Durante 9 años observaron la peregrinación del icono de la Virgen que cada 24 horas cambiaba de parroquia. La gente adornaba sus casas y calles para la llegada de la Madonna Negra, las multitudes oraban día y noche ante la imagen… Los comunistas veían que todos sus esfuerzos por debilitar la fe eran en vano, ya que la peregrinación de la Madre de Dios de Częstochowa hacía despertar en todos una fuerza muy especial. Finalmente, decidieron arrestar a la Virgen… En 1966, pocos días antes de la celebración del milenio del bautismo de Polonia, bajo el pretexto de un control del vehículo en el que se transportaba el icono, se hicieron con él y llevaron a la imagen a la catedral de Varsovia, impidiendo su paso por las parroquias que todavía iban a recibir a su Reina. Después del jubileo pusieron la imagen en la ventana de la sacristía, asegurada con rejas, y prohibieron que siguiera peregrinando y aunque se volvió a intentar que pudiera seguir realizándose esta peregrinación, una vez más los comunistas se hicieron con la imagen y la llevaron a Częstochowa, donde permaneció 8 años detrás de las rejas, con vigilancia militar. Sorprendentemente, en estos 8 años la peregrinación toma una fuerza todavía mayor: lo que es llevado de una parroquia a otra es… un marco vacío. La gente sigue adornando las casas y calles de sus pueblos, las iglesias se llenan de gente y todos oran ante el marco vacío de la imagen de su Reina “encarcelada” y vigilada. El mensaje es muy claro: la fe nos hace libres, no hay manera de aprisionarla y el pueblo polaco reunido ante el marco vacío del icono de la Madonna Negra, señala a quién quiere servir, a quién pertenece su corazón. 

El monasterio de Czestochowa sigue siendo aún uno de los lugares más importantes de Polonia. Cada año, unas 250.000 personas salen de sus pueblos y ciudades y van caminando hasta la Madonna Negra. La peregrinación más antigua cumplirá pronto 400 años de tradición. Para algunos, son más de 600 km a pie. Para los que viven “de camino” a Czestochowa es una peregrinación de hospitalidad: durante los meses de julio y agosto mantienen las puertas de sus casas abiertas para hospedar de forma gratuita a los peregrinos que van a presentar sus intenciones y pedir la bendición a la Reina. Otros sacan delante de sus casas mesitas con agua, dulces, pan… para reconfortar a los peregrinos. 

¿Por qué la Virgen de Częstochowa y no otra imagen de tantas otras representaciones milagrosas de María que hay en Polonia? Quizás, el pueblo tantas veces herido por las guerras y otros males, ve en el rostro triste y cortado por las cicatrices de la Madonna Negra, una Reina muy capaz de entender y compartir el sufrimiento… Quizás, al mirar este icono recuerda la batalla victoriosa a pesar de la magnitud del enemigo y recobra la esperanza en sus batallas cotidianas. O quizás, la Madre de Dios con el Niño Jesús en sus brazos, inspira una oración de lo más sencilla y confiada: “Madonna, Madonna Negra, qué bueno es ser tu hijo; permíteme Madonna Negra, esconderme en tus brazos”, como dice uno de los cantos. 

Todos los días a las 21,00 horas delante del icono de la Reina de Polonia en Częstochowa, pero también en miles de familias que desde sus casas se unen espiritualmente con Jasna Góra, se reza “Apel Jasnogórski” – “Apelación de la Montaña Clara”. Es una oración para “rendir cuentas” a la Reina del día vivido y pedirle su bendición para la noche y el día siguiente. Suele terminar con una oración cantada: “María, Reina de Polonia, estoy junto a ti, recuerdo, vigilo”. La última vez que pude vivirlo en Czestochowa, después de haber recorrido a pie los 100 km que dista Jasna Góra de mi parroquia natalicia, entendí que quizás más que decir nosotros, como pueblo polaco eso de “estoy junto a ti, recuerdo, vigilo”, es nuestra Reina la que nos lo dice a nosotros. Su presencia en Polonia se respira a cada paso; en ningún momento se ha olvidado de este pueblo que ella misma eligió para ser su Reina y como cada Madre, de día y de noche, está en vilo, pendiente de sus hijos e hijas. 

Donde sea que estés, seguramente tarde o temprano te encontrarás con la imagen de la Madonna Negra, Reina de Polonia, ya que su pueblo la ha llevado siempre consigo… Rézale también como nosotros: “Madonna, Madonna Negra, qué bueno es ser tu hijo, permíteme Madonna Negra, esconderme en tus brazos”. Y ojalá escuches en tu corazón su respuesta:  “estoy junto a ti, recuerdo, vigilo”.

 HNA. ALICJA GRZYWOCZ, TC

Categorías
Artículos

En familia… alegres en el Señor

A dos meses de iniciado el Año “Familia Alegría del Amor”, aceptado con ilusión en muchos rincones del mundo, volvemos nuestra mirada a nuestras experiencias de vida familiar. Descubrimos que hemos vivido momentos muy alegres que nos han hecho disfrutar el trabajo, los descansos, los encuentros…,  hasta hemos aprendido a ser alegres en medio de las dificultades. Unos a otros nos pasamos  esa alegría, esa apertura del corazón que es fuente de felicidad porque “hay más alegría en dar que en recibir” (Hechos 20,35) y es precisamente lo que el Año de la Familia pretende, que crezcamos en la alegría de amar y seamos misioneros de la alegría. Que al finalizar este Año dedicado a la familia, comprobemos  que hemos crecido en la alegría que da el verdadero amor.

Reconocemos  también que en algunos momentos, la tristeza nos ha invadido y hasta hemos contagiado el ambiente de negativismo, de falta de entereza y hasta casi hemos hecho rupturas familiares. El conflicto no puede ser ignorado o disimulado. Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectiva, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada (EG 226).

Entremos  hoy a pie descalzo a nuestra realidad, porque es tierra sagrada (Ex 3,5), siempre con la mirada puesta en Dios que es alegre. Este Dios alegre habita en nosotros.

Dios alegra nuestro corazón: “Tú has dado a mi corazón más alegría que cuando abundan ellos de trigo y vino  nuevo” (Salmo 4,7). La alegría nace en el corazón de Dios. Él no es triste ni melancólico. Por tanto, los que amamos a Dios tenemos el mismo sentir y nos regocijamos con Él, “pero alégrense todos los que en Ti confían; “den voces de júbilo para siempre, porque Tú los defiendes,” “en Ti se regocijen los que aman tu nombre” (Salmo 5,11).

Y Dios se alegra en su Creación.  La creación de Dios refleja la alegría del Creador: “Destilan sobre los pastizales del desierto, y los collados se ciñen de alegría” (Salmo 65:12). La Palabra de Dios nos invita a unirnos a ella y alegrarnos con ella, a cantar alegres levantando la voz y aplaudiendo: “Cantad alegres al Señor, toda la tierra” (Salmo 95:1).

Como parte de esa creación, también nos alegramos: “En el Señor se gloriará mi alma; lo oirán los mansos, y se alegrarán” (Salmo 34:2); cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación” (Salmo 95:1).  Con Jesús siempre nace y renace la alegría,  somos liberados del pecado, la tristeza, el vacío interior y del aislamiento (cf. EG 1). San Pablo VI nos decía: “Nadie queda  excluido  de la alegría reportada por el Señor” (Exhort. apost. Gaudete in Domino 22).

El gran riesgo de nuestro tiempo, con su abrumadora oferta de consumo, es la tristeza individualista que brota de un corazón cómodo, donde no hay espacio para los demás, no se escucha a Dios, no se disfruta “la dulce alegría de su amor” (cf. EG 2).

“Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra” (Salmo 100:1). Se trata  de un asunto personal y familiar.

En nuestra casa común que es la naturaleza, herida y maltratada, vive  la familia humana o familia de la humanidad, un nivel más amplio de familia que también experimenta por dentro heridas que la desgarran y desunen.  Por eso, «el desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral» (LS 13).

Las mejores prácticas ecológicas requieren la cooperación de todos y cada uno de los miembros de la familia. El consumismo desmedido que nos afecta hoy, es causa importante de una contaminación de primer orden de la cual todos nos quejamos, sin meditar que cada uno de nosotros, se contamina individualmente, sin medir las consecuencias familiares, grupales y sociales que como entes o individuos  aportamos.

Cada año la ONU nos invita en el Día internacional de la familia, el 15 de mayo, a profundizar uno de los objetivos del desarrollo sostenible. Este año 2021 el tema es el objetivo nº. 13: “Acción por el clima, pone de foco a las familias y las políticas familiares para adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos”.

Nos invita la ONU a prestar atención, entre otras, a las siguientes metas:

  • Mejorar la educación, sensibilización y la capacidad humana e institucional para mitigar los efectos de este cambio climático.
  • Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en los distintos países.Algunas tareas podrían ser: Consumir lo necesario, disfrutar el aire libre y nuestros espacios libres, nuestras plantas ornamentales, muchas o pocas. Mantener limpios y acogedores nuestros espacios en casa. Merecemos lugares limpios y donde nos encante estar. Utilizar lo necesario, a lo mejor poseemos cosas que otro sí las necesite.

En fin, lo que tenemos mantengámoslo de tal manera que nos sea útil y nos deleite; a la vez, haga sentir bien a otros. ¿Te apuntas? YO ME APUNTO, TE INVITO.

Nos queda de tarea  concretar  acciones para emprender como familia este reto, contagiando a nuestros vecinos a hacer lo mismo, así construiremos familias alegres en el amor cotidiano, disfrutando el espacio donde vivimos. Los vecinos también se sentirán bien; el Papa Francisco nos invita a ser buenos vecinos “el espíritu del vecindario, donde cada uno siente espontáneamente el deber de acompañar y ayudar al vecino (…) se viven las relaciones de cercanía con notas de gratuidad, solidaridad y reciprocidad, a partir del sentido de un “nosotros” barrial (FT nº. 152).

Para concluir, este mismo mes de mayo celebramos Pentecostés. Necesitamos el calor, el fuego del Espíritu para la transformación de las familias. Él trabaja en nosotros para llevar adelante nuestras tareas. Así lo han experimentado muchos orantes. En ellos late una vida diferente, su mirada ve más allá y esto también en nosotros se puede dar.

La primera tarea de los cristianos es mantener vivo el fuego que Jesús ha traído a la tierra, el AMOR. Sin el fuego del Espíritu, la tristeza suplanta  a la ALEGRÍA, la costumbre sustituye al amor. El servicio se transforma en esclavitud. El Espíritu Santo nos hace experimentar la ALEGRÍA conmovedora de ser amados por Dios (Catequesis Papa Francisco, 17-3-2021). Y quien se siente amado, ama y ama con alegría.

HNA. BERTA MARÍA PORRAS FALLAS, TC

Categorías
Artículos

Biodiversidad

Origen del concepto de “biodiversidad” y su conmemoración el 22 de mayo

El cuidado de la creación, no obedece solamente a razones prácticas como compromiso con las generaciones futuras; las razones más profundas son de orden teológico. La creación es la obra del Espíritu Santo y no se puede destruir una obra, sin ofender a su autor (Raniero Cantalamessa. Ven Espíritu Creador)

El tema que hoy nos ocupa es la “Biodiversidad”, expresión que se origina en entornos científicos, pero rápidamente despierta el interés en campos filosóficos, sociales, políticos, económicos y religiosos, quienes se interesan por la conservación de la diversidad biológica, por el temor que causa la pérdida irreversible de los ambientes naturales, poniendo en peligro la base de la existencia humana.

La ONU busca soluciones y en la Conferencia Científica de Naciones Unidas de Nueva York (1949), trata el tema “Conservación y Utilización de los Recursos”, pero su interés se centra en la adecuación de los recursos naturales a las necesidades del desarrollo económico y social, sin ocuparse de su conservación. 

La primera cumbre por la tierra, se dio en la “Conferencia de Estocolmo sobre el medio humano” (1972). En ella se plantea la necesidad de preservar la tierra, la flora, la fauna y los ecosistemas naturales, evitando su agotamiento, con miras al beneficio de las generaciones presentes y futuras. En su declaración, enuncia los principios para la conservación del medio humano, formula recomendaciones para la acción medioambiental internacional y advierte a los gobiernos que deben tomar las medidas necesarias para el control de actividades que puedan provocar daños atmosféricos y sus repercusiones sobre el clima. Para el cumplimiento de su declaración, crea el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente PNUMA, mayor autoridad ambiental a nivel mundial.

El concepto de biodiversidad es el resultado de varios estudios realizados por Thomas Lovejoy (1980), Presidente del Centro de Biodiversidad del Amazonas, profesor universitario y miembro principal de la Fundación de Naciones Unidas, y Norse y McManus (1996), en los que emplean la expresión “diversidad biológica”, al referirse a la variedad de especies, incluyendo la diversidad genética y ecosistémica. Siendo Walter G. Rosen (1985), quien, por primera vez emplea la expresión “biodiversidad” en el Foro Nacional sobre Diversidad Biológica, celebrado en Washington, para hablar de la variedad de la vida en la tierra, a todos  los niveles, desde la genética hasta los diferentes biomas. Expresión que se hace popular en las memorias del evento, publicadas por Edward O. Wilson, profesor de la Universidad de Harvard.

Sobre estos estudios, se apoya la Convención de la Diversidad Biológica, Río (1992).  Estudia los problemas de producción de materiales tóxicos y contaminantes, el agua potable y la producción de energías limpias. Sintetiza el concepto de “Diversidad Biológica” como la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos los ecosistemas terrestres y marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte. Uno de los mayores logros de la convención es el Convenio sobre la Diversidad Biológica, que consigue que el tema de la biodiversidad haga parte de las agendas políticas de los países firmantes, no solo en lo referente al desarrollo, sino en el cuidado ambiental, teniendo en cuenta que el futuro de la biodiversidad depende tanto de los procesos biológicos, como de los procesos socioculturales. Este Convenio es un tratado internacional jurídicamente vinculante, cuyo texto fue aprobado el 22 de mayo de 1992.

Por otra parte, la Cumbre del Milenio, se reúne en septiembre del año 2000, en la sede de la ONU en Nueva York, para aprobar la Declaración del milenio y sus ocho objetivos para trabajar hasta el año 2015 como valores de la ONU: la paz, la seguridad y el desarme; la erradicación de la pobreza; la protección del entorno común; los derechos humanos; la democracia y el buen gobierno; la protección de las personas vulnerables; la atención a las necesidades de África y el fortalecimiento de la ONU.

En esta cumbre, la Organización de las Naciones Unidas el 20 de diciembre de 2000, para conmemorar el día en que se aprobó el Convenio sobre la Diversidad Biológica, declara el día 22 de mayo, Día Mundial de la Biodiversidad, con el propósito de difundir el significado y el valor de la diversidad biológica (especies y ecosistemas) en la vida humana. Fecha señalada como oportunidad para sensibilizar a los gobiernos, los medios de comunicación y el público en general, sobre problemas de interés común, que están aún sin resolver y que precisan la puesta en marcha de medidas políticas concretas.

Muchos son los logros alcanzados por el Convenio de la Diversidad Biológica, en las diferentes cumbres: en Nagoya (2015), el Plan Estratégico para el Decenio 2011-2020, en Cancún (2016) el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y en Kunming (2021) , la Cumbre de la adaptación climática y sus esfuerzos  para acabar con el COVID 19.

Aún quedan deudas pendientes con el planeta, ya que si se daña el ecosistema, este no puede ofrecer el bienestar esperado y aparecen epidemias zoonóticas, relacionadas con enfermedades del ecosistema. La biodiversidad está en peligro y es compromiso de todos protegerla, haciendo uso consciente de sus recursos, generando medidas de protección, pues de ella se reciben a diario innumerables beneficios, con frecuencia, desapercibidos. Por ejemplo:

Las abejas y los colibrís polinizan el planeta: siembra plantas que produzcan flores para que se alimenten. Los bosques regulan la temperatura y las plantas generan oxígeno: siembra árboles, te generarán oxígeno y tu entorno será más fresco. Los arrecifes albergan la cuarta parte de las especies marinas, protegen las costas de las olas, de las tormentas y los tsunamis: cuida las costas y las playas, evita productos desechables, nada de icopor o plástico. Los manglares capturan el dióxido de carbono: protégelos si tienes el privilegio de vivir cerca de ellos.  Muchas gracias.

 

HNA. LIGIA INÉS PÉREZ ARANGO, TC